Caminar por Londres era hermoso, pero al día siguiente Matt se apareció en la puerta del hotel con una enorme camioneta que acababa de comprar, porque entendía que al menos los próximos tres meses o cuatro los pasaría en aquella ciudad.—¡Wow! ¿¡Vamos a hacer otro viaje!? —se emocionó Sian, acomodándose en su sillita, que parecía una nave espacial.—¡Mejor, vamos a buscar una casa hermosa y vamos a quedarnos de vacaciones por más tiempo! —exclamó Matt y sintió la mano suave de Heilyn sobre su antebrazo.—Bueno, no todo son vacaciones —le corrigió con una mueca cómplice—. Este príncipe no puede perder su primer grado, así que en un par de semanas tendrás que volver a la escuela. Podemos conseguir una aquí ¿verdad?Los ojos de la muchacha se clavaron en los suyos y Matt sintió que se derretía.—¡Sí, claro! Podemos conseguir una muy buena escuela. ¿Qué me dices, campeón? ¿Quieres quedarte un poco más en esta ciudad? —le preguntó Matt pero el niño miró a su madre con preocupación.—Yo qui
—Puedo explicarlo —fueron sus primeras palabras de respuestas pero Matt no tenía ni idea de que serían las únicas coherentes, porque aquella admisión fue como si el autocontrol de Heilyn se esfumara por completo. —¡No puede ser, no puede ser…! ¿Liquidaste mi deuda? ¿Liquidaste mi deuda sin decírmelo? —¡Es que era lo correcto…! —intentó defenderse Matt. —¡No, no lo era, no tienes ni idea! ¡No tienes ni idea, tenías que haberme… tenías que haberme consultado! ¡Saca ese dinero de mi cuenta, sácalo de inmediato! —¡Heilyn no puedo hacer eso, cálmate! —replicó Matt—. No puedo sacar el dinero de tu cuenta, la deuda ya está pagada y está bien. —¡Yo no te pedí que lo hicieras! —¡Es que no tenías que hacerlo! Hiciste lo que debías hacer para conservar a Sian, para darle una madre, para darle amor, no es justo que sigas pagando una deuda tan grande y esforzándote tanto cuando es obvio que solo mereces estar tranquila y feliz, no preocupándote por esto. Sian no necesita ahora mismo que su ma
Jamás en toda su vida Matt había estado a cargo de un niño enfermo, y aunque parecía dormido y tranquilo, era evidente que tenía la temperatura alta.—Voy a llamar al médico —murmuró y vio la interrogación en los ojos de la muchacha.—¿A cual?—¡A cualquiera que venga, tú déjalo de mi mano! —replicó Matt con ansiedad y en efecto quince minutos después el doctor Jones atravesaba el umbral de aquella casa.Heilyn no sabía que se podía molestar a un especialista de alto cargo por un resfriado simple, pero tal parecía que cuando Matthew Vanderwood llamaba, a la hora que fuera, nadie se atrevía a decirle que no.Heilyn respiró más tranquila cuando el médico revisó a Sian y los miró con condescendencia, como los padres primerizos y asustados que eran.—Es solo un resfriado común —les dijo—. Y la fiebre no es muy alta, no necesita inyecciones de momento. Les dejaré una receta para medicinas contra la fiebre y en un par de días estará como nuevo, mientras tanto que no juegue afuera ni se expo
“Caldo de pollo”, fue el primer pensamiento que cruzó la mente de Matt antes de lanzarse de la cama y correr hacia la habitación de Sian. Heilyn seguía acurrucada entre las mantas, pero apenas puso una mano sobre su frente notó lo alta que tenía la temperatura.—¡Diablos…!—Mami está enferma ¿verdad? —preguntó Sian acercándose y Matt hizo un acopio de entereza para no asustar a su hijo.Lo rodeó con un abrazo suave y le revolvió el cabello.—Un poquito, mami está un poquito enfermita, pero solo es resfriado, como el tuyo, se le va a pasar pronto —intentó tranquilizarlo.—Lo sé, mami siempre se enferma igual que yo —suspiró el niño—. Pero yo no la sé cuidar y ella sonríe y dice que no hace falta… pero ahora no está sonriendo.Matt pasó saliva y vio a la mujer acurrucada en aquella cama con la frente perlada de sudor. Quizás la entendía un poco: tenía que sonreír porque en todos aquellos años no había nadie para cuidar de ella, así que aunque estuviera enferma tenía que levantarse y seg
Aquella bomba a punto de estallar en el pecho de Matt se detuvo como un detonador de relojería en el mismo momento en que abrió los ojos justo a la altura de aquel ombligo pequeño y delicioso. Su mano bajó despacio, sin poder evitar aquella caricia suave sobre su seno mientras intentaba bajar de tocarla, y tampoco pudo evitar que su respiración se detuviera mientras subía aquel pijama a lo largo de sus piernas.Heilyn apretó los labios y pasó saliva cuando lo vio subir, tomando la playera. Le dolía horriblemente la cabeza y no lograba enfocarse, pero aun así parecía como si su contacto la sacara de aquel estado de agotamiento y calentara cada fibra de su cuerpo.Solo fue capaz de escuchar aquel gruñido bajo mientras él hacía lo más parecido a un esfuerzo por controlarse.—Sube los brazos —susurró Matt y sintió que aquella vorágine de abejas asesinas que tenía en el estómago lo atacaban todas a la vez.Le metió la playera por la cabeza y suspiró mientras la bajaba sobre sus senos, inte
Matt sintió como si cada uno de sus músculos se paralizara. ¿Cómo que “si me tocas de nuevo”? Él jamás…Y en ese momento lo entendió: sus pesadillas no eran con él. Quien tenía miedo de que se llevara a Sian, a quien quería pagarle, no era a él.A su mente llegó aquella ansiedad que había visto en ella por liquidar la deuda o por dejar dinero extra en su cuenta, y maldijo en voz baja porque eso significaba que había alguien aún latente en la vida de aquella mujer, alguien a quien obviamente le tenía miedo.Bajó sus manos despacio, acariciando su rostro para despertarla, y la vio abrir los ojos sobresaltada.—Tranquila, tranquila.—¿Sian…?—Está bien, tranquila. Cálmate.La muchacha frunció el ceño como si estuviera demasiado confundida, pero cuando por fin despegó los labios realmente no estaba muy segura de qué decir.—Estaba... Creo que estaba soñando. Lo siento.—Estabas teniendo pesadillas —añadió Matt por lo bajo y casi juraba que había podido sentir el miedo en la mirada de aque
Había muchos esfuerzos en conjunto ahí:El de no sonrojarse.El de poder despegar los labios y decir que ya se sentía mejor.El de dejar de mirar al hombre porque recién despierto y todo despeinado era lo segundo más hermoso que había visto en su vida.—¡Sí, sí! Perdón, estoy bien. Solo me asusté porque... Bueno...—Porque no acostumbras a que ningún extraño se ande metiendo en tu cama sin permiso —comprendió Matt y le hizo un guiño antes de extenderle la mano para ayudarla a levantarse—. Tranquila, no soy un extraño, y encima estamos bajo supervisión.Y como si lo hubiera invocado, solo unos segundos después Sian llegaba corriendo en la habitación seguido del cachorro y se lanzaron los dos a la cama.—¡Mami, mami! ¿Ya estás bien? ¿El besito de papi te hizo despertar?—¿El qué? —Heilyn se puso roja hasta la raíz del cabello y miró a Matt con expresión interrogante.—A mí no me mires. ¡Supervisión! ¿recuerdas? Supervisión —exclamó él lanzándose de la cama y fue encerrarse en el baño po
Durante un minuto el rostro de Heilyn Payne se convirtió en una máscara asustada, pero luego simplemente tuvo que tragarse aquella incertidumbre y asintió, porque no podía hacer otra cosa.Matthew Vanderwood había cruzado medio mundo para ir a encontrar a su hijo, y aunque aquellos ojos eran muestra más que clara de que eran familia, aun así, ella necesitaba asegurarse.—Está bien. Buscaré... buscaré una buena clínica donde podamos hacerle una prueba de paternidad —declaró y Matt le regaló una sonrisa de agradecimiento.—Busca una con la que te sientas cómoda, lo demás podemos arreglarlo después.Pero no importaba qué tan buena fuera la clínica o cuánto confiara Heilyn en los resultados, la verdad era que nada podía quitarle aquel temor, porque podía haber una posibilidad de que perdiera a su hijo. Después de todo, Matthew era un hombre con mucho dinero, y los hombres con dinero siempre terminaban logrando lo que querían.El día siguiente comenzó lleno de actividad y Sian caminó de la