El mundo era un lugar oscuro para Nate Vanderwood, como si de repente se hubiera hecho de noche aunque solo fueran las cinco de la tarde. Condujo a cada y aunque juraba que era cuidadoso, la verdad era que su cerebro estaba tan embotado que ni siquiera lograba recordar qué ruta había seguido o cómo había llegado.Atravesó el salón principal y sus ojos solo buscaron a su esposa con desesperación, al punto de que la señora Margo le salió al paso y de la boca de Nate salió una única palabra:—¿Blair?—Está en su habitación, hijo. ¿Estás bien…?Nate hizo un gesto de afirmación que la señora no se creyó en absoluto y subió las escaleras de dos en dos hasta su habitación, donde Blair estaba acurrucada entre los edredones leyendo un libro.Bastó un solo segundo para que sus ojos se cruzaran con los de Nate para que supiera que algo iba terriblemente mal. Ya conocía aquella mirada perdida y sobre todo conocía las oscuras reacciones que salían de aquel hombre cuando entraba en aquel estado de
Blair sentía los cálidos dedos de Nate recorriendo su columna vertebral mientras la desnudaba lentamente, poco a poco, como si quisiera perderse en aquella tentación.Cada uno de sus movimientos era suave y controlado, pero eso no evitó que su respiración se entrecortara cuando él alcanzó cada extremo de sus bragas y la deslizó por sus piernas, besando cada centímetro de piel que descubría. —Eres tan hermosa —susurró contra sus pechos, sintiendo cómo aquellos pequeños pezones se endurecían bajo su lengua.—Te extrañé mucho —sonrió Blair conteniendo un gemido de gusto, y un instante después sentía el calor de su piel desnuda contra la suya.Sus besos eran deliciosos y sus lenguas bailaban a un ritmo ninguno de los dos había olvidado. Los labios de Nate le recorrieron la clavícula, subiendo por la curva de la garganta hasta el lóbulo de su oreja; empujándola hacia atrás y llevándola con él mientras Blair sentía el peso de su cuerpo sobre ella.Era imposible, no estremecerse, disfrutarl
Sobra decir que Rufus Vanderwood había pasado por mucho en su vida, desde grandes amores hasta grandes decepciones, pero pocos eran quienes había tenido que afrontar una realidad tan difícil como la de querer ser asesinado por la misma mujer con la que había compartido toda su vida.Quizás por eso ahora valoraba más a las personas, quizás por eso cosas que antes consideraba importantes habían dejado de serlo para él, y simplemente había aceptado lo mejor de lo que ahora tenía.Por cuestiones de seguridad vivía con Nate, porque la hacienda era demasiado grande y sus hijos no querían que nadie supiera todavía que estaba vivo; y por cuestiones de cariño dedicaba todo su tiempo a sus nietos.Así que en eso estaba, consintiendo a Nathalie y a Brasen, cuando vio la silla de Blair llegar junto a él. Y aquella expresión de preocupación y tristeza en la muchacha no le pasó desapercibida.—No pienses en esto, solo serán unas pocas semanas, quizás mucho menos —intentó animarla—. Pero hija, vas a
Todo estaba preparado, absolutamente todo. Nate estaba tan nervioso como si en lugar de celebrar un aniversario, fuera a pedirle matrimonio de nuevo, pero esta vez en serio, con los nervios, el amor y la expectación de que aquella mujer compartiera el resto de su vida con él.La amaba. La amaba con todo su corazón y lo único que quería era hacerla feliz.Así que se apresuró a dejar todo listo en casa y volvió a la clínica para buscarla. Se sentó en la pequeña sala de espera y aguardó con impaciencia, pensando que quizás Steven aún la entretenía para que él pudiera terminar.Pero media hora después, Nate miró su reloj con impaciencia y algo que no supo explicar, un presentimiento extraño, se adueñó de él. Tocó con fuerza a la puerta de la sala de rehabilitación y se le hizo de repente demasiado silenciosa.—¿Steven? ¿Blair? —preguntó, y cuando no obtuvo respuesta, pensó que quizás habían ido a hacer ejercicios a alguna de las otras salas.Sin embargo, para asegurarse, empujó la puerta
La tensión era palpable en el ambiente. Pero si para otros los principales sentimientos eran de preocupación y miedo, para Nate solo eran de rabia e impotencia. No podía creer que después de tantos meses de pelear por Blair, aquel infeliz de Lloyd Vanderwood se hubiera atrevido a llevársela de su lado.—¡Es que lo voy a matar! ¡Juro que lo mato! —bramó mientras caminaba de un lado a otro de su despacho y miraba al detective—. Así que si usted lo encuentra primero que yo, procure quitármelo del camino o de lo contrario, al que va a tener que arrestar es a mí.—Por favor, señor Vanderwood, cálmese. Estamos cotejando todas las direcciones y las cámaras de tráfico, y le aseguro que no vamos a demorar mucho en encontrarla.—Pero ¿no debería haber llamado ya? —preguntó impaciente—. ¡Han pasado más de tres horas! ¿Y si esto no es un secuestro? ¿Y si solo quiere lastimarla?Pero antes de que el detective pudiera decir una sola palabra para tranquilizarlo, el celular de Nate comenzó a sonar, y
No había experiencia más feliz que la de ver sonreír a Blair. Aunque de momento Nate tenía otra satisfacción y era la de ver cómo se llevaban esposado a Lloyd en aquella patrulla.—No se preocupe, señor Vanderwood —le dijo el detective—. Mañana mismo le paso los datos del caso al fiscal, y le garantizo que su tío va a pasar el resto de su vida en la cárcel, porque hay sobrada evidencia de este secuestro que él mismo dejó.—Le aconsejo que tenga cuidado con su fianza, detective —sentenció Matt—. Lloyd va a tratar de escapar si logra poner un solo pie en la calle.Y atendiendo a ese consejo y a los recursos disponibles de Lloyd, el juez tuvo la asertividad de imponer una fianza millonaria, de modo que el viejo no tuviera más remedio que esperar por su juicio en la cárcel.Nate abrazó a Blair y se la llevó a casa de inmediato, donde aquella familia la esperaba con alivio y emoción, y aunque ciertamente los tropiezos estaban lejos de terminar para ellos, era imposible no darse cuenta de q
UN AÑO DESPUÉS.Brasen corría por la casa como si fuera una pista de carreras y él una máquina perfecta de Fórmula 1. Y por supuesto que nadie se molestaba porque fuera hiperactivo, porque según el señor Rufus, eso lo hacía idéntico a él cuando era niño.Nathalie, por su parte, se había negado categóricamente a asistir al jardín de niños. En lugar de eso, cuando no estaba con sus abuelos en la hacienda, estaba en la oficina de su padre, que le había hecho un mini escritorio y toda una salita de juegos para que estuviera con él mientras trabajaba.—Lo digo y lo repito: esta niña será la próxima CEO de empresas Vanderwood —se reía Rufus viendo cómo Nathalie le decoraba toda una pared de su elegante oficina sin que Nate hiciera otra cosa que poner cara de orgullo.—Pues eso espero, porque Matt apenas pudo soltar la presidencia lo hizo, Elijah anda perdido, ya sabes… detrás de su destructora, y a los gemelos les gusta demasiado la hacienda —sonrió Nate entregándole una nueva caja de acuar
Nadie que lo conociera bien preguntaría por qué Nate Vanderwood llevaba las manos en los bolsillos, porque sabían que estaban a punto de temblarles tanto que no quería que nadie lo viera.Después de tantas visitas al hospital se suponía que estuviera acostumbrado, sin embargo siempre le provocaba la misma ansiedad, el mismo sentimiento de desesperación porque jamás sabía con qué mala noticia podía salir de allí.El doctor los recibió con la misma amabilidad de siempre, y cuando estaba con Blair siempre se le veía un poco más animado, porque no era muy habitual para un oncólogo tener casos de recuperación tan difíciles como el de la muchacha y seguía considerándolo un pequeño milagro.—Ya mandé a buscar los resultados al laboratorio, me dijeron que me los entregarían en la tarde pero ¿qué son unas horas, verdad? —les sonrió.—¿Y sobre lo otro, doctor? —preguntó Nate nervioso y Blair negó con tranquilidad.—¡Ya te dije que solo son los nervios, amor! —intentó tranquilizarlo pero no habí