Aquella discusión entre Matt y Nate por culpa de Sienna definitivamente duró más de cinco minutos y terminó por desesperar incluso al abogado.—¡Bueno ya! —gruñó Adaline separándolos—. ¡Hace seis años peleaban por la zorra esa y ahora pelean por exactamente lo mismo! ¡Ya los dos se la follaron, ahora siéntense de una vez y…—¡Pues qué curioso! —replicó Nate mirándola con asco—. Hasta hace unos meses la defendías a capa y espada, y ahora resulta que la zorra es ella. ¿Por qué? ¿Solo porque te delató como la asesina que eres?Entre los abogados se extendieron los murmullos y Adaline apretó los dientes.—¡Basta, Nate! ¡No voy a permitir que me ofendas, y más vale que empieces a comportarte, porque esta fue la casa de tu padre, pero será mi casa ahora! —lo retó y el señor Bolton en persona tuvo que intervenir para que no sonaran las dos bofetadas que aquella mujer estaba aguantándose contra sus hijos.—¡Por favor vamos a calmarnos todos! Será mejor si nos sentamos y damos inicio a la lect
La lluvia había comenzado a caer con fuerza, reflejando el caos que se había desatado en la vida de Adaline. La policía rodeaba la casa, las luces de las patrullas destellaban en la oscuridad de la tarde, mientras a ella la sacaban esposada y un oficial le leía sus derechos a mantener la boca cerrada.No era capaz de asimilar lo que estaba pasando, había pasado los últimos treinta años de su vida intentando que Paloma no la traicionara y le contara a todos su secreto, y ahora resultaba que la que la había traicionado de la peor manera era Sienna.Nate se detuvo en el umbral, observando cómo se llevaban esposada a su madre mientras ella lanzaba amenazas y maldiciones contra todos.—Detective, espero que este caso sea su prioridad —sentenció Nate con voz cruda, y el policía asintió porque era obvio que todos estaban con los nervios a flor de piel.—No se preocupe, señor Vanderwood, me encargaré personalmente de recoger todas las declaraciones de testigos necesarias, y de mandar a valida
La sala del hospital estaba envuelta en un silencio fatal, roto solo por el pitido constante de los monitores mientras Nate gritaba y trataba de que lo dejaran llegar a la cama de Blair.—¡No se atreva! —le gritó al doctor, interrumpiéndolo antes de que pudiera declarar la hora de la muerte—. ¡Sálvela, sálvela…!—Señor Vanderwood…—¡No se rinda, maldit@ sea! ¡Haga algo!El médico apretó los dientes y puso aquel carro de choque en su mayor descarga antes de gritarle a todos que se separaran.—¡Despejen! —gritó antes de ponerse a trabajar de nuevo sobre el cuerpo de Blair, mientras Nate caía de rodillas en el suelo de aquella habitación y rezaba como jamás lo había hecho.Su miedo fue el primero en captar la interrupción de aquel pitido y jadeó sorprendido cuando los médicos se pusieron a gritar de nuevo.—¡Pulso, tengo pulso aquí!—¡Muévanla, vamos a llevarla a la Unidad de Cuidados Intensivos!Ni siquiera fue capaz de llegar a ella cuando ya la estaba sacando del cuarto y poco después
Los días se volvieron un torbellino de esperanza y temor para Nate mientras esperaba la mejoría de Blair. Cada jornada en el hospital era una agonía silenciosa, y los que lo conocían bien, podían notar el peso de la incertidumbre que cargaba su corazón.Cuando no estaba con ella, acompañándola, estaba sumergido por completo en el cuidado de sus hijos, viendo cómo día a día crecían y cambiaban. Su hijo, el pequeño milagro que compartía con Blair, ya había comenzado a sonreír, llenando la casa con una alegría que al menos de momento lograba alejar su tristeza.La pequeña Natalie, con sus risueñas ocurrencias, pronunciaba las primeras palabras y Nate no había podido evitar llorar cuando la primera de ellas había sido: “papá”. Aunque cada logro de sus hijos era motivo de celebración, no podía evitar que le doliera todo lo que Blair se estaba perdiendo de ellos.Sin embargo confiaba en las palabras del médico: cada semana era terreno ganado, pero aun no podían sacarla del soporte vital. El
No había palabras para describir la frustración y la ira en el rostro de Sienna Williamsburg. Por supuesto que recordaba a Heilyn, aunque si era honesta ni siquiera se sabía su nombre, solo era un borrón en su memoria en aquel paso suyo por Gales.—¿Cómo te atreves a meterte entre nosotros? ¡No sabes de lo que estás hablando! —gritó furiosa—. ¡Mi madre fue la que me robó a mi hijo! ¡Se lo llevó y lo entregó en un...!—Bueno, pero es que yo a tu madre no la vi —replicó Heilyn, interrumpiéndola—. La que estaba allí ese día con la directora del orfanato entregando a un bebé de pocos días no era tu madre, eras tú.Sienna contuvo el aliento y se giró hacia Matt con expresión adolorida, adoptando aquel tono que solo buscaba dar lástima y victimizarse.—¿Y tú le estás creyendo? ¿Eso fue lo que te dijo y tú le crees? —les reclamó con los ojos llenos de lágrimas, pero el hombre frente a ella solo se encogió de hombros.—Pues sí, la verdad es que le creo bastante —aseguró él, porque en todos aq
Nate ni siquiera sabía cómo se sentía en aquel instante. Aquella mezcla de esperanza y desesperación se lo estaba comiendo vivo, pero ya no había alternativas, ya no había más tiempo, lo único que quedaba era pedirle a Dios que en aquellos meses el cuerpo de Blair se hubiera fortalecido lo suficiente como para trabajar por sí mismo.El doctor lo hizo pasar a la pequeña sala, y se mantuvo a su lado todo el tiempo mientras los demás integrantes de su equipo retiraban todos los tubos y las máquinas de soporte. Cuando terminaron de retirar el apoyo del oxígeno, durante un largo minuto, todos miraron a la pantalla mientras el especialista principal veía con un nerviosismo cómo la saturación de oxígeno de la muchacha caía un poco.—¡Vamos, vamos! —murmuró por lo bajo mientras masajeaba su pecho, y Nate no sabía si temblaba o lloraba hasta que por fin vio aquel pequeño movimiento—. ¡Lo está haciendo! —exclamó el doctor emocionado—. ¡Está respirando sola! ¡Lo está haciendo!Aquel equipo médic
Era feliz, no había otra forma de describirlo. Nate era inmensamente feliz, porque aunque se notaba que tenía que hacer un esfuerzo para enfocarse y para hablar, estaba seguro de que Blair iría recuperándose poco a poco.Incluso le hizo aletear el corazón la forma en que ella le torció los ojos para que se marchara a la mañana siguiente, para que fuera a darse un baño y cuidar de los niños. Sabía que estaba muriendo por verlos, pero también estaba seguro de que no poder abrazarlos con todas sus fuerzas la lastimaría mucho.Así que durante el par de días que siguieron, continuó mostrándole fotos y contándole sobre los bebés, hasta que por fin el médico dio el visto bueno para que se la llevara a casa.Blair se sentía todavía débil, pero los brazos de Nate alrededor de ella eran capaces de calmar cualquier sensación de angustia que pudiera sentir.—¡Está bien, tranquila, tranquila! —susurró él, pasando los brazos detrás de su espalda y bajo sus rodillas para levantarla, y la muchacha ap
No había nada que le importara más que ella. No había nada que hiciera a Nate más feliz que estar a su lado, aunque ciertamente contarle todas las cosas que habían pasado los últimos meses era un cúmulo de amargos recuerdos para él.—No puedo creer que Adaline haya hecho todo eso —murmuró Blair mirando al techo con cansancio.Sentía el cuerpo grande y pesado de Nate hundiendo el colchón a su lado y rodeándola con sus brazos mientras le contaba todo aquello.—Créeme que yo tampoco, jamás podrá caberme en la cabeza cómo la mujer que me crio se convirtió en una asesina... O si es que siempre lo fue. —Pasó saliva mientras su corazón se hundía un poco, pero la respiración suave de aquella mujer contra su cuello era una de las pocas cosas en el mundo que podía aliviar esa carga.—Tu padre debe estar devastado, realmente me da mucha pena con él, Nate —le dijo ella.—Pues, si te soy honesto, no lo sé, el viejo no habla con nadie... O sí, la verdad es que sí habla, pero no con nosotros —sonrió