Nate se levantó de la cama y caminó despacio hasta la ventana mientras se restregaba la cara. Detrás de él Blair se envolvió en la sábana y trató de alcanzarlo. Imaginaba que estaría molesto y dolido, y sabía que aún le faltaba mucho para saber toda la verdad, pero antes de que pudiera decirle otra palabra tuvo que ahogar un jadeo de sorpresa cuando aquel hombre se arrodilló frente a ella y se abrazó a su cintura.—No me lo digas...—¡Nate!—¡Maldición Blair, ya no puedo más! ¡Ya no puedo con todo esto! Mi padre casi se me muere, mi madre es una asesina que en este momento está prófuga, ya mi familia sabe toda la horrible verdad de mi pasado, y hace nada casi las pierdo a ustedes también...—Nate, por favor —murmuró ella con el corazón encogido acariciando su cabello.—¿Me va a doler? —preguntó él con la cara oculta contra su vientre y Blair suspiró con tristeza porque ahora sí podía responder aquella pregunta.—Sí, te va a doler.—Entonces no me lo digas ahora, no me lo adelantes, so
Quizás era el instinto, o quizás fuera simplemente que Blair ya no tenías fuerzas para seguir escondiendo la verdad, y en cuestión de horas había dejado de ser fuerte y Nate era perfectamente capaz de percibir la debilidad a la que se estaba abandonando.—¡Nena, tienes que decirme qué pasa! —la increpó asustado mientras las horas en aquel avión se le hacían eternas—. ¿Por qué estás así? ¿Qué es lo que está pasando? ¿Esto es por el bebé? ¿Es normal que te pongas así porque el bebé se acerca? ¡Por favor, dime!Blair apretó su mano con cansancio, pero en ese momento lo único que quería hacer era dormir. El momento de las explicaciones, la negación y la desesperación ya no era ese; ahora lo que necesitaba era poder aguantar hasta llegar a Nueva York.—Ahora no, cariño —murmuró con cansancio—. Solo abrázame, ¿sí? Abrázame un rato; vamos a llegar a casa.Pero aquel desasosiego de Nate no iba a terminar cuando llegaran a Nueva York, al contrario. Las primeras palabras que salieron de la boca
—Cesárea… ¿cómo cesárea? ¿La van a meter al quirófano? —La mente de Nate era una madeja de cosas que no entendía—. Espere, espere... ¡Nuestro bebé todavía no tiene nueve meses!—Soy consciente de eso, señor Vanderwood, pero ya tenemos que sacar al bebé —le dijo la doctora como un gesto preocupado—. El cuerpo de Blair ya se ha desgastado demasiado con el embarazo, y ahora mismo están en riesgo. Tenemos que hacer esta operación con urgencia, ya no podemos esperar más.Los ojos del hombre frente a ella se llenaron de lágrimas mientras aquella opresión en su pecho apenas lo dejaba respirar.—No, no, esto no puede ser. Ellos... ¡Ellos estaban bien! ¡Ellos estaban bien!, ¡¿cómo puede estar pasando esto?! —gritó Nate desesperado, pero en el fondo era como si Blair siempre lo hubiera sabido—. ¡Dígame que esto es mentira, esto no puede ser!—Lo siento, solo le estamos informando de lo que va a pasar, tenemos que intervenir ahora o corren peligro de morir los dos.Nate sintió como si el mundo s
Nate sentía que se asfixiaba. Tenía tantas ganas de abrazar a su hijo y darle la bienvenida al mundo como de derrumbarse allí mismo y dejarse llevar por el dolor y la desesperación.—¡No, no, no, no, no….! Ella no puede… ella no puede estar…—La tenemos con soporte vital por ahora —murmuró la doctora y Nate apretó los puños mientras contenía el aliento—. Soportó la operación…—Entonces ella podría…—Señor Vanderwood… —La doctora no sabía cómo decirle aquello, así que le hizo un gesto a uno de los residentes para que se llevaran al bebé a que lo atendieran mejor—. Blair está clínicamente viva, pero es solo cuestión de tiempo, de muy poco tiempo.Nate se llevó las dos manos a la cabeza con un gesto desesperado y Matt lo abrazó. Para todos estaba siendo un golpe demasiado duro saber sobre la enfermedad de Blair, y Matt sabía que Nate ya no podía soportar otro de esos golpes sin perder la cordura.—Creo que deberían hablar con su oncóloga. Ya la mandé a llamar, ella es la que puede decirl
Nate no quería provocarle a su padre ningún dolor, pero no podía ocultarle el hecho de que Blair estaba debatiéndose entre la vida y la muerte.Los gemelos y el señor Rufus no tardaron en subirse a un avión después de que Matt los llamara, así que muy pronto estaban en aquel hospital, conociendo al pequeño Brasen y apoyando a Nate tanto como era posible.—Tiene que haber algo que podamos hacer, Nate… —murmuró su padre con el corazón deshecho—. Mis nietos se merecen tener a su madre con ellos y Blair… esa niña merece que todos peleemos por ella. ¡Tiene que haber alguna solución!Nate pasó saliva y apretó los labios mientras miraba a su padre.—Su oncóloga nos dio acceso al MD Anderson, es el mejor hospital oncológico de todo el país y está en Houston —murmuró Nate—. Dice que nunca estará lo suficientemente estable para un traslado así que el simple hecho de llevarla allá es un riesgo en sí. —Sus ojos se llenaron de lágrimas pero se las limpió con determinación—. Voy a tomar el riesgo p
Si alguien le hubiera dicho a Nate Vanderwood hacía un año que iba a renunciar voluntariamente a la dirección de la compañía familiar para regresar a Texas, ni él mismo se lo hubiera creído. Sin embargo allí estaba, en medio de aquella sala de conferencias en la que su padre había reunido a sus hijos, que conformaban la junta directiva, y a los principales gerentes dentro de la empresa.Por supuesto que todos se preocuparon cuando Nate comunicó su decisión de dejar de ser el CEO, pero nadie mejor que aquella gente tenían muy claro que para los Vanderwood la familia estaba primero.—Hijo, estamos contigo —se adelantó su tío Lloyd palmeándole la espalda con un gesto preocupado—. Haremos lo posible por hacerte esto más llevadero.—Gracias tío. Pero la razón por la que nos hemos reunido es para hablar de lo que va a pasar con la empresa. Tenemos que designar formalmente un nuevo CEO que se ocupe de la dirección de la compañía en Nueva York —expresó Nate.—Por supuesto, estamos para apoyar
Había estado viviendo de las joyas que llevaba puestas el día de la boda frustrada. Era lo único que le había quedado porque ni siquiera le había dado tiempo a usar ninguna de sus tarjetas. En el mismo momento en que Adaline las había metido en un cajero, se había encontrado con la sorpresa de que estaban todas canceladas.También había intentado ir a sacar dinero de la cuenta conjunta que tenía con su marido, pero el gerente del banco se había negado a entregarle ni un céntimo sin autorización del señor Vanderwood y por supuesto Adaline no podía correr el riesgo de que lo llamaran y averiguaran su paradero.Así que no le había quedado más opción que empeñar las joyas que llevaba puestas y tratar de sobrevivir algunos meses con ese dinero, que por supuesto que se había ido acabando porque aunque se habían mudado de residencia, Paloma y su hija seguían drenándola como sanguijuelas. Finalmente, no le había quedado más remedio que mudarse a su sótano, donde se escondía porque no podía da
Jamás habían tenido un revuelo como aquel en la familia. Nadie le había dicho nada a Nate para no agobiarlo aun más, y porque nadie estaba del todo seguro de que pudieran creer en aquella amenaza, pero había bastado solo un segundo para que los gemelos saltaran a una de las camionetas de la hacienda y salieran disparados hacia Houston.—¡No puede ser verdad! ¡Dime que no es verdad! ¡Nuestra madre no puede haber hecho eso! —gritaba Sebastián con frustración, pero aquel sentimiento de incertidumbre y de impotencia era demasiado como para que cualquiera de los chicos Vanderwood pudiera soportarlo.“¿¡Y te parece que le voy a creer a la bruja de Sienna?!” replicaba Matt del otro lado del teléfono. “Pero no podemos descartar nada, se trata de la vida papá. ¡No podemos correr el riesgo…!”Por desgracia parecía que aquello no estaba ya en manos de ninguno de ellos. Quizás Sienna había dado la alarma demasiado tarde, quizás la señora Margo no había logrado evitar a tiempo que se tomara aquell