Sienna Williamsburg tenía muy claro lo que quería: Embarazarse de aquel hombre; porque, aunque en aquel momento la odiara, sabía muy bien que era lo suficientemente buena persona como para no rechazar a su propio hijo. Y en aquel punto eso era lo único que podía conseguir que volviera a estar con ella.Por eso había tomado la decisión de drogarlo, y gracias a la vigilancia que tenía puesta sobre él, enseguida se había enterado de dónde podía encontrarlo.Obviamente, el hecho de que estuviera en un bar y ya se hubiera pasado de tragos fue todo un golpe de suerte para ella. Ahora solo tenía que conseguir que se dejara quitar aquella ropa y poder acostarse con él.Al día siguiente pondría el grito en el cielo cuando amaneciera a su lado, pero después de un embarazo, Nate ya no podría negarse a volver con ella, sobre todo ahora que había echado fuera de su vida a Blair y a su verdadero hijo. Lo único que Sienna necesitaba hacer era darle otro bebé para sustituir aquel vacío tan grande que
Nate podía jurar que jamás en su vida había esperado una sonrisa como había esperado ver esa. Un segundo después daba un paso hacia el interior de la casa y envolvía a Blair en el abrazo más apretado que había dado en su vida, y respiraba aliviado sintiendo cómo ella cruzaba los brazos detrás de su espalda por debajo del abrigo.—¡Dios, me estaba muriendo por hacer esto! —susurró en su oído antes de dejar un beso suave en su frente—. ¡Dime que estás bien! ¿Cómo está Nathalie, y cómo está el bebé? — preguntó apartándola solo un poco para ver su cara, y Blair le sonrió con suavidad.—Tranquilo, todos estamos bien. ¿Y tú?—¡Muriéndome, extrañándolas, odiando al mundo hasta por deporte! —rezongó Nate con un puchero mientras Blair tiraba de él para cerrar la puerta y quitarle el abrigo.—Pensé que ya no ibas a venir. ¡Se suponía que estuvieras aquí desde antes! —protestó ella, y Nate le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja antes de atreverse a inclinarse y darle un beso suave e
Nadie era siquiera capaz de describir la preocupación y la incertidumbre que se hacían una maraña en el cerebro de Nate Vanderwood; pero lo único que lograba darle cierta paz era estar en aquel lugar: sentado junto a Blair, en la alfombra frente a la chimenea, jugando con su hija.Faltaba una semana para Navidad, y él había preferido lanzar su teléfono en medio de la nieve para que nadie pudiera localizarlo, que irse de allí.Ranger estaba más vigilante que de costumbre, pero por suerte él se había asegurado muy bien de que no lo siguieran; y el resto de la tropa, que también eran bastante inteligentes, habían llegado sin mayor percance.Por suerte las cabañas eran suficientes para todos, aunque muy pronto se dieron cuenta de que los chicos tenían planeado celebrar una Navidad anticipada, y la señora Margo estuvo feliz por hacerse cargo de aquellas seis bestias hambrientas.Blair y Nathalie pasaron por el abrazo de todos los hermanos Vanderwood y Asher fue el último, que se inclinó fr
Abrir los ojos y verla allí era quizás una de las mejores cosas del mundo para Nate. Hacía años que realmente no despertaba con nadie, pero hacerlo junto a Blair era simplemente perfecto.Tenía un gesto suave mientras dormía y por alguna extraña razón le pareció un poco demacrada. Era normal que estuviera cansada después de todo lo que habían pasado en las últimas semanas, pero lo mataba saber que eso podía estar afectándola a ella y al bebé.La levantó con mucho cuidado para que no fuera despertarse y la llevó a la cama, cubriéndola con uno de los enormes edredones y apretándola contra su cuerpo mientras dejaba un beso suave en sus labios. Uno que la hizo sonreír inconscientemente y abrir los ojos poco después.—Tenemos mucho que hacer hoy, nena, así que a levantarnos —la provocó Nate acariciando sus nalgas con un gesto posesivo y ella arqueó una ceja, divertida.—¡Uf, me parece que todo eso va a incluir echar a tus hermanos de aquí! —se rio tirando de Nate para ponerlo sobre ella y
—¡Trágatelo! —había sido la única respuesta de Sienna a toda aquella verdad que su madre le había contado.Al parecer Paloma solo le había dicho la mitad de los hechos sobre lo que había pasado con Adaline hacía treinta años, pero la otra, la realmente interesante, no se la había contado hasta ahora.—¿Quién te entiende? ¡Pensé que te alegraría! —replicó su madre con molestia—. Esto abre todo un nuevo abanico de posibilidades.—¡No seas idiota! ¡Esto habría significado algo cuando estaba embarazada, no ahora! —espetó Sienna con molestia—. ¿No te das cuenta de lo que esto puede significar?—¿Que tenemos a la desgraciada de Adaline comiendo de la mano?—¡Y que si esto se sabe la hermosa fortuna de los Vanderwood se va a ir al demonio porque cada uno de esos hermanos va a tirar por su lado y ahí mismo se va a joder todo! Además... —suspiró con fastidio—, no puedo estar acostándome con Matt el resto de mi vida. Para empezar porque es un tierno, ¡aaagrrh! ¡Y para seguir porque pasaría el r
Nate se quedó literalmente mudo cuando vio a Blair de pie en la puerta, no era como si no le hubieran avisado que ellos iban a ir, pero una cosa era esperarla y otra cosa era que ni siquiera había imaginado que llegaría así.Iba enfundada en un vestido gris acero con una caída suave que le acentuaba sus pequeñas curvas, y en aquel momento lo único que podía pensar Nate era lo mucho que quería quitárselo.Jamás la había visto tan bonita, al punto de que realmente le había disparado el corazón en un solo segundo.La mayoría de los invitados no la conocían, pero se abstuvieron de murmurar sobre aquel nuevo chisme hasta que vieron a Nate sonreír de oreja a oreja al acercarse a ella, envolviéndola en un abrazo posesivo y besándola en la boca delante de todo el mundo.Detrás de Blair venía Ranger con la pequeña Nathalie en los brazos. Sobra decir que Rufus Vanderwood estaba que daba saltos como si fuera un niño al que le hubieran hecho el mejor regalo, y en cuestión de segundos ya le había
Tenía todos los ojos sobre ella. Todos los ojos y todas esas expresiones de incredulidad en la cara de sus hijos y de su marido, y el tono de rabia y decepción que salía de la boca de Nate.—¡No puedo creerlo, no me cabe en la cabeza! ¡Tú lo sabes todo, maldit@ sea! ¡No creas que ya no nos dimos cuenta! —sentenció Nate furioso—. ¡Sabes todo lo que pasó y aun así apenas me viste intentar rehacer mi vida, fuiste a contarle todo a la bruja de Sienna!Detrás de ellos se escuchó un sollozo ahogado y Adaline corrió hacia la muchacha, pasando un brazo sobre sus hombros. Nate apretó los puños porque sabía que si en algo era experta Sienna Williamsburg era en hacerse la víctima, y no podía creer que su madre estuviera solapándola, sobre todo conociendo toda la historia.—¿¡Cómo eres capaz de hablarle así a la pobre niña?! —exclamó Adaline—. Ella no tiene la culpa de nada de lo que pasó, ¡como no tiene la culpa de que te hayas enredado con una mala mujer como esta! —siseó mirando a Blair con de
Sí.La respuesta era simple y de dos letras, así que Nate no tuvo más remedio que soltarla porque esa era la pura verdad.—Sí, nena, ya sé que me volví loco — susurró tomando las manos de Blair y llevándola al rincón más alejado de la habitación—. ¡Pero te juro que solo se me salió! ¡Es que no podía soportar que mi madre estuviera diciendo todas esas atrocidades! ¡No puedo creerlo, por Dios, no puedo creerlo! —murmuró y la muchacha pudo notar tanta tristeza en su voz que solo tiró de su mano y se dejó envolver en aquel abrazo.Nate cerró los ojos apoyando la mejilla contra su cabello y Blair pudo sentir latido pesado de su corazón. Todo aquello estaba siendo demasiado para los dos, pero la verdad parecía más liviano solo por el hecho de que lo estaban enfrentando juntos.—Estuve hablando un poco con Ranger —murmuró Blair y Nate asintió.—Eso, tú habla con el único que tiene dos dedos de frente en todo esto, porque a todos los demás ya se nos achicharraron las neuronas —suspiro él y Bl