ZAYEDDespierto sobresaltado, extendiendo mi brazo con el único propósito de atraer a Clara hacia mí. Mis dedos, ansiosos por su calor, solo encuentran el frío y vacío espacio de la cama. Inmediatamente me siento en alerta, mi corazón late con fuerza mientras mis ojos recorren el entorno de la habitación. Clara no está aquí.El miedo me invade. Un sudor frío recorre mi espalda al pensar que pudo haber cometido alguna locura, quizás intentando huir. No es su estilo, pero con Clara nunca se sabe. Me levanto de un salto, sin molestia en vestirme del todo, y comienzo a buscarla con desesperación.Recorro cada rincón de la casa, desde las habitaciones hasta la cocina, incluso salgo al jardín, pero no hay señal de ella. El desespero se apodera de mí como un fuego en mis entrañas cuando llego al límite de la propiedad y aún no hay rastro alguno de Clara. Los guardias, estúpidos y negligentes, ni siquiera parecen haberse dado cuenta.Regreso a la casa con la ira hirviendo en cada músculo de m
CLARA.Mi cuerpo tiembla al igual que mis manos por todo lo que sucedió. Yo maté a ese hombre, el que haya intentado abusar de mí no lo hace menos grave. Le quité la vida a alguien. Aunque trate siempre de verme fuerte y segura, esta vez es distinto. Me siento vulnerable y débil. El pánico y la adrenalina aún recorren mis venas, una sensación agobiante que me deja sin aliento.Zayed continúa interponiéndose entre los criminales y yo, creando con su cuerpo un escudo. Verlo llegar por mí me devolvió el alma al cuerpo y un alivio me recorrió, aunque me cueste admitirlo. No pensé bien en lo que sucedería al momento de huir, solo quería irme de su lado. Jamás imaginé que terminaría aquí, en esta casa miserable, con esos hombres peligrosos a mi alrededor.Él continúa apuntándoles con su arma, con una determinación que me sorprende demasiado. No está ni un poco nervioso a pesar de que solo somos dos contra al menos diez, o al menos esa es la cantidad que alcanzo a contar desde donde estoy. M
ZAYEDClara va adelante en uno de mis autos, custodiada por otros tres más, mientras mi motocicleta ruge por la carretera. Esa furia mecánica que se siente bajo de mí refleja mi propio estado: la ira hirviente, la rabia contenida que amenaza con desbordarse. Cada vez que pienso en cómo la vi, frágil e indefensa, siento que mi control se desmorona. Todo en mí grita por vengarla. Pero sé que actuar por impulso nunca es la solución. He llegado a donde estoy siendo calculador, metódico.Rashid Al-Mansour es un hombre peligroso, y el hecho de que esté involucrado en esto solo complica más las cosas. No es alguien que acepte desafíos, ni la derrota, sin buscar revancha. Lo sé, lo conozco. He lidiado con él por más tiempo del que me gustaría, y lo último que quiero es que Clara se vea en medio de una guerra que no le corresponde.Antes de desviarme con uno de los autos, el que lleva al miserable que tuvo la osadía de tocar a Clara, paso al lado de su ventanilla, y durante un segundo me permi
CLARA.Camino alrededor de la casa, sintiendo que uno de los hombres se ha convertido en mi sombra. Su presencia es opresiva, un recordatorio constante de que estoy atrapada en este lugar. El recuerdo de lo que pasó hace unas horas aún me atormenta: el temor que sentí, seguido por una extraña curiosidad por intentar entender de qué va todo esto. La manera en que Zayed habló con el hombre, con esa imponencia de alguien que sabe que ha ganado el respeto de todos, me hace preguntarme: ¿qué clase de hombre es Zayed? ¿Está involucrado en negocios torcidos? Tiene la fachada perfecta para cometer actos ilícitos y que estos sean pasados por alto.Sé que su fortuna es inmensurable, y esa es la misma razón que me llevó a dudar, aunque fuera brevemente, de su honestidad. Jamás pensé que estuviera rodeado de ese tipo de gente. Un hueco enorme se abre en mi estómago al recordar que se llevaron al hombre que golpeé, sabrá Dios dónde. ¿Será capaz Zayed de matarlo? Aunque es un testarudo arrogante, n
ZAYEDLlego a la casa sintiendo el peso de mis decisiones aplastarme. Cada paso que doy parece más pesado que el anterior, como si el remordimiento, algo a lo que no estoy acostumbrado, se colara por cada poro de mi piel. No soy una buena persona, lo sé. No me hago ilusiones de merecer la paz o la redención, y sin embargo, el anhelo de tener algo más, algo que se parezca remotamente a la felicidad, me carcome. Es un deseo egoísta, lo sé, pero no puedo evitarlo.El aire está tenso en la mansión. Karim cumplió mi orden de reforzar la seguridad, y ahora hay guardias en cada esquina. Puedo sentir sus ojos sobre mí mientras cruzo la entrada, pero ninguno se atreve a detenerme. Algo está mal. Lo noto en el ambiente, en la forma en que todos están más rígidos de lo habitual. Sigo mi camino hacia la habitación, con la necesidad de encerrarme y procesar todo lo que ha pasado hoy, pero antes de llegar, uno de los guardias se interpone en mi camino.—Señor, hay un problema —su voz tiembla ligera
CLARAMiles de pensamientos y emociones se agitan dentro de mí mientras doy vueltas en la habitación. El ambiente está en silencio, pero en mi interior, el caos es palpable. La imagen de Zayed, la forma en que me miró cuando dijo que estaba enamorado de mi, no deja de rondar mi cabeza. Me cuesta procesar cómo puedo estar dividida entre dos sentimientos tan opuestos.Lo odio. Lo odio por haberme arrancado de mi vida, por haberme retenido aquí contra mi voluntad. Cada fibra racional de mi ser me grita que lo rechace, que me aleje de él. Pero... algo más profundo, una parte de mí que ni siquiera sabía que existía, lo ansía. Es como si hubiera sido diseñada para reaccionar a él de maneras que nunca había experimentado con nadie más.Camino entre los muebles desordenados, aún enojada por lo que había sucedido antes. ¿Cómo puede alguien tener tanto control sobre mí? Es frustrante. Toda mi vida he sido la que tiene el control, la que decide cuándo y cómo termina una relación, y ahora me encu
ZAYEDGolpeo con mis dedos el asiento en el que estoy sentado, intentando frenar la marea de ansiedad que amenaza con arrollarme. Sé que le dije a Clara que la dejaría ir, porque en el fondo, es lo correcto. Ella tiene derecho a recuperar su vida lejos de aquí, lejos de mí. Aferrarme a ella solo la perjudicaría, y no quiero hacerle más daño del que ya he causado. La he retenido en este mundo y le he impuesto cosas que nadie debería soportar.Sin embargo, la bocina de la sala de espera parece marcar la cuenta regresiva de una tortura que no estaba preparado para soportar. Cada anuncio, cada sonido parece un presagio inevitable de que la perderé. Su vuelo saldrá en cualquier momento, y con él, Clara se irá kilómetros lejos de aquí. Intento convencerme de que es lo mejor. He tenido que luchar contra cada impulso posesivo, contra ese deseo irracional de retenerla a mi lado a cualquier precio. Pero ella... ella me debilita como nadie. Cada vez que está cerca, me vuelvo alguien más vulnerab
CLARARegresar a casa no se siente tan satisfactorio como imaginaba. Al cruzar la puerta, todo me resulta familiar pero extraño a la vez. No hay ningún olor a hogar, ningún ruido de fondo que llene el silencio. Camino despacio hacia la sala, observando cada detalle, desde las cortinas que siempre dejan pasar la luz hasta el sofá donde solía acurrucarme con una copa de vino después de un día largo. Pero hoy, en lugar de sentirme segura, todo se ve deslavado, frío. Es como si esta casa ya no me perteneciera.Saco el teléfono que Zayed me dio y, después de dudar un instante, lo enciendo. Mis dedos pasan lentamente sobre la pantalla mientras reviso mis fotos, mis contactos, los mensajes de amigos… Todo sigue igual, intacto. Es una extraña mezcla de consuelo y desazón. Con un suspiro, marco el número de papá y escucho cómo su voz llena el silencio de la habitación. Se le oye tan feliz, tan aliviado de escucharme, que casi me olvido de esta opresión en el pecho.—Papá, estoy de vuelta.Él p