FURIOSA PERSECUCIÓN

—¿Estás bien?—preguntó Dante, con la voz cargada de dolor y furia mientras apretaba su herida con una mano.

No podía hablar. Mis piernas temblaban, mi pecho subía y bajaba rápidamente, y las lágrimas rodaban por mi rostro. Apenas podía procesar lo que acababa de suceder.

—¡Te dije que no te movieras! ¡Maldita sea, Sophía!—gruñó, su tono era más de preocupación que de enojo.

—Vi... vi que iban a dispararte...—susurré, con la voz rota.

Él me miró por un instante juntando sus cejas,estaba tratando de analizarme a pesar de estar herido. Sí, ya sé. Lo detesto, pero senti que si él…que si él…senti que era lo correcto salvarlo, tenía que salvarlo. Su mirada dura se suavizó aunque su intensidad en la mirada seguían intacta.

—Escúchame, no vuelvas a hacer algo así, si te pasa algo yo…— se detuvo, apretó los labios y sacudió la cabeza como si intentara desperjarla.

Antes de decir algo más escuchamos pasos acercándose, Dante tomó mi mano con fuerza.

Su herida no se veía bien, estaba perdiendo
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