El hombre parpadeó repetidamente, mostrándose confundido e indignado.—¿Qué... dijiste? —cuestionó con voz autoritaria.—¿Acaso también eres sordo? —encaró Jordan—. ¡Dije que quites tu maldito trasero del piano! —resaltó, esta vez con más fuerza.El señor se puso de pie y se acercó al chico, inclinándose hacia su rostro con una expresión de desafío.—¡Hic! ¡Insolente! ¿Cómo... cómo te atreves a hablarme así, eh? ¿Quién te... crees que eres? —regañó, clavándole el dedo índice en el pecho. Estaba tan cerca de Jordan que éste podía percibir el aliento desagradable del sujeto, a lo que realizó una mueca de repulsión—. ¡Hic! ¡Tú, un... un simple pianista de... de quinta! —escupió, con las palabras arrastradas—. ¡No sabes con... quién estás hablando! ¡Yo soy... hic... importante, más que tú! ¡Tienes que... que respetarme! ¡Hic! ¡Tienes que hacer lo... que te digo, ¿entiendes?! ¡Yo soy el... cliente! ¡Este lugar... prospera gracias a... mi dinero, eh!Jordan, irritado por la soberbia del hom
Ambos se miraron fijamente durante unos segundos que parecieron una eternidad. Reinhardt apartó la vista para dirigirla hacia el hombre en el suelo, que estaba gimiendo de dolor por las heridas en el rostro y la que le había hecho Jordan en la cabeza con la botella de vidrio. Acto seguido, miró a Charlie, que solo se encogió de hombros.Con un gesto de su mano libre, Reinhardt indicó a los clientes que podían continuar con su noche y que restaran importancia a lo que acababa de pasar. Luego, sacó a Jordan de allí jalándolo del saco y lo llevó a una habitación vacía. Lo soltó con un empujón firme y lo fulminó con la mirada.—Te di una oportunidad para conservar tu vida y a las pocas horas haces que me arrepienta de haberte perdonado —declaró con una expresión sombría—. Es tan solo tu primera noche aquí y ya fuiste capaz de agredir a uno de mis clientes. ¿Qué se supone que debo esperar de ti de ahora en adelante?Jordan se quedó mudo por un instante. Reinhardt le estaba hablando de fren
Reinhardt permaneció impasible en todo momento. Entrecerró los ojos y contempló a Jordan sin realizar alguna expresión que revelara lo que estaba pensando. Ya que se hallaba lo suficientemente cerca del chico, decidió dar un paso más, invadiendo su espacio personal.Jordan, instintivamente, retrocedió. Aunque Reinhardt pudo haber interpretado esto como una muestra de debilidad, en realidad, el joven lo hizo por puro instinto de supervivencia, procurando mantener una distancia segura.Reinhardt se inclinó ligeramente hacia él y Jordan miró hacia un costado, a lo que el hombre arqueó una ceja.—Por un momento pensé que me estabas perdiendo el miedo, pero me doy cuenta de que no es así —articuló—. Aún con todo el temor que sientes hacia mí, eres capaz de sacar esa lengua larga y hablarme de esa forma, diciéndome en mi propia cara que no seguirás las indicaciones con respecto a los clientes y que harás lo que te viene en gana. Sin embargo, déjame recordarte algo, campesino: te he perdonad
Poco después, Charlie fue al salón y regresó a la habitación con el cliente. El hombre ahora llevaba algunas vendas pues el médico del cabaret le había tratado las heridas del rostro. Este señor, que tenía por nombre Javier, mostraba un semblante hinchado y lleno de rencor. Su mirada se incrustó en Jordan y transmitía su desprecio a través de sus pupilas.Había estado sumamente borracho, pero el golpe en la cabeza y los puñetazos de Jordan hicieron que su estado de ebriedad se disipara un poco.—Jordan —pronunció Charlie, haciéndole un gesto con la mano para se que acercara. El chico, aún molesto por lo ocurrido, se aproximó a regañadientes, con una clara expresión de disgusto en su tez.Charlie procuró suavizar el ambiente y le habló al señor con exagerada cortesía.—Escuche, Don Javier. Yo sé que debe estar enfadado por la insolencia de nuestro nuevo empleado, pero, por favor, es su primera noche trabajando aquí. Por esta vez, solo por esta vez, quisiera recurrir a su misericordia y
—¡Quítate de mi camino! —vociferó Don Javier, pero Charlie se mantuvo firme en su posición.—Estoy seguro de que le gustará la oferta que le propondré. ¿En verdad será capaz de desperdiciar tal oportunidad por culpa de su orgullo? —buscó persuadirlo.Tras escuchar esto, Don Javier empezó a sentirse intrigado.—¿Qué oferta es esa? —cuestionó.Charlie inhaló y exhaló profundamente antes de mencionar la propuesta.—Mañana es el día que tanto le gusta. Así que, permítame compensarlo. Mañana usted podrá elegir a la persona que más le atraiga y tendrá una semana completa para disfrutar de su compañía de manera gratuita. No compartirá cama con nadie más, será solo para usted por siete días.La oferta tomó al cliente por sorpresa. Durante unos segundos, Don Javier lo escrutó detenidamente, mostrándose indeciso. Aunque su orgullo le impedía ceder, el brillo de la propuesta le resultaba sumamente tentador.—¿Toda una semana? —preguntó, procurando no mostrarse demasiado interesado.—¡Claro! Soy
—Es por que eso me das pena —esclareció Charlie—. No creo que lo hagas solo por pensar que la vida te resultará más sencilla de ese modo. Intuyo que hay algo más que ocultas, puedo verlo en tus ojos —añadió, incrustando la mirada en el chico—. Sin embargo, aquí no estamos para indagar en el pasado de nadie. Solo espero que ese pasado tuyo no termine arrastrándonos a nosotros.Jordan tragó saliva y se restregó las manos, mostrándose ligeramente inquieto.—No estoy ocultando nada. Solo busco sobrevivir, no hay ningún misterio que resolver —declaró. Luego, cambió de tema—. Por cierto, ¿qué fue lo que le prometiste a ese hombre?—¿Porqué lo preguntas? —frunció el ceño.—Mera curiosidad, supongo —replicó.Charlie arqueó una ceja.—No tengo por qué decirte esto, pero como estarás presente mañana, lo sabrás de todas formas —aseveró—. Mañana es un día diferente, es el día en que hombres que gustan de otros hombres vienen al cabaret.Jordan expandió los ojos, mostrándose sorprendido.—¿Estás t
Jordan empezó su jornada de limpieza exhaustiva en el cabaret, tal como Reinhardt le había ordenado. Arrastró sus pies cansados mientras echaba una mirada al salón, el cual estaba hecho un caos. ¿Cuándo se suponía que acabaría de limpiar todo eso? Era frustrante, pero sabía que el Boss no aceptaría excusas.Con resignación y sintiéndose sumamente agotado, recogió los vasos y copas para llevarlos al fregadero. Después, tomó un paño y comenzó a limpiar las mesas, una por una, frotando de manera insistente hasta que cada superficie reflejaba la luz de los focos. Los rayos solares no ingresaban a ese lugar debido a que el cabaret clandestino era prácticamente subterráneo.Una vez que encontró su propio ritmo para trabajar, barrió y fregó el piso, también movió las sillas y algunos muebles para limpiar por debajo. El olor a alcohol y a tabaco impregnaba el aire, por lo que un aromatizante fue la solución. Cuando terminó con el salón, se dirigió al escenario, dejándolo impecable. Luego, su
Jordan se quedó atónito, con los hombros caídos y la expresión de cansancio. No podía creer que, después de que se había pasado limpiando el cabaret desde el amanecer, Reinhardt realmente esperaba que comenzara a trabajar de inmediato. Desde que llegó a la ciudad, no había descansado apropiadamente. Sin embargo, sabía que protestar sería en vano. Cualquier intento de queja ya había sido frenado. Reinhardt le había dejado en claro, en sus propios y fríos términos, que no tenía elección. No podía huir del trabajo que le tocaba y debía ponerse en marcha rápidamente. Jordan suspiró profundamente, mostrándose resignado, y se levantó de la silla en la que se había dejado caer minutos antes. Sus piernas temblaron un poco debido al agotamiento y sus parpadeos lentos revelaban la falta de descanso que se había acumulado en su cuerpo. Casi de manera instintiva, chasqueó la lengua, dejando escapar su frustración. Fue un simple gesto que escapó de él sin que lo notara, nada más que una reacción