Jordan empezó su jornada de limpieza exhaustiva en el cabaret, tal como Reinhardt le había ordenado. Arrastró sus pies cansados mientras echaba una mirada al salón, el cual estaba hecho un caos. ¿Cuándo se suponía que acabaría de limpiar todo eso? Era frustrante, pero sabía que el Boss no aceptaría excusas.Con resignación y sintiéndose sumamente agotado, recogió los vasos y copas para llevarlos al fregadero. Después, tomó un paño y comenzó a limpiar las mesas, una por una, frotando de manera insistente hasta que cada superficie reflejaba la luz de los focos. Los rayos solares no ingresaban a ese lugar debido a que el cabaret clandestino era prácticamente subterráneo.Una vez que encontró su propio ritmo para trabajar, barrió y fregó el piso, también movió las sillas y algunos muebles para limpiar por debajo. El olor a alcohol y a tabaco impregnaba el aire, por lo que un aromatizante fue la solución. Cuando terminó con el salón, se dirigió al escenario, dejándolo impecable. Luego, su
Jordan se quedó atónito, con los hombros caídos y la expresión de cansancio. No podía creer que, después de que se había pasado limpiando el cabaret desde el amanecer, Reinhardt realmente esperaba que comenzara a trabajar de inmediato. Desde que llegó a la ciudad, no había descansado apropiadamente. Sin embargo, sabía que protestar sería en vano. Cualquier intento de queja ya había sido frenado. Reinhardt le había dejado en claro, en sus propios y fríos términos, que no tenía elección. No podía huir del trabajo que le tocaba y debía ponerse en marcha rápidamente. Jordan suspiró profundamente, mostrándose resignado, y se levantó de la silla en la que se había dejado caer minutos antes. Sus piernas temblaron un poco debido al agotamiento y sus parpadeos lentos revelaban la falta de descanso que se había acumulado en su cuerpo. Casi de manera instintiva, chasqueó la lengua, dejando escapar su frustración. Fue un simple gesto que escapó de él sin que lo notara, nada más que una reacción
Jordan accedió a regañadientes que otra persona fuera al hostal a recoger su maleta, aunque la idea no le agradaba para nada. La inquietud lo consumía y no podía dejar de preguntarse si esa persona abriría la maleta. Pensar en eso lo agobiaba. No había manera de asegurarse de que no lo hiciera y el solo imaginar que alguien hurgaba entre sus cosas lo ponía tenso. Había algunas prendas y objetos en su maleta que podrían despertar la intriga de cualquiera que lo viera. Eran pertenencias femeninas que guardaba con cuidado, cosas que necesitaba pero que mantenía en secreto. Aunque intentaba idear excusas en caso de que su maleta fuese abierta y revisada, la ansiedad no lo dejaba en paz.Después de debatir mentalmente sobre el asunto, se metió a la ducha, procurando despejarse. El agua fresca lo relajó un poco, pero la preocupación no se iba por completo. Una vez que salió del baño, tomó una muda cualquiera para dirigirse a la habitación en la que se preparaban las bailarinas. Allí tambié
De pronto, Jasper comenzó a desabrochar el cinturón de su pantalón, y, al ver ese movimiento, Jordan se tapó el rostro y giró de inmediato, sintiéndose de golpe invadido por un extraño pudor.—¿Por qué volteas? —preguntó Jasper, con un tono divertido que claramente mostraba que había notado su reacción.—Bueno… vas a cambiarte de ropa ¿no? —respondió Jordan, tratando de evitar que su voz temblara.Jasper soltó una carcajada despreocupada, como si la situación le resultara completamente natural.—No tienes por qué voltearte —dijo con un tono que era casi una invitación juguetona—. No es la gran cosa. Tú y yo tenemos lo mismo, ¿no? Además, tú también tienes que cambiarte, por eso estás aquí. ¿O es que estoy equivocado?Jordan sintió que el calor empezó a invadir sus mejillas debido al rubor.—Yo… yo creo que mejor me cambio en el baño —dijo, señalando torpemente la puerta detrás de él.Jasper lo escrutó con una expresión juguetona. —Eres extraño —manifestó con una sonrisa que mostraba
Reinhardt se mantuvo en silencio por un momento, para luego hacer la siguiente pregunta.—¿Dónde están los otros? —preguntó a Jasper refiriéndose a los demás bailarines, pero sin apartar la mirada de Jordan.—Probablemente lleguen en unos minutos. Yo siempre soy el primero en llegar —respondió Jasper con firmeza, pero con total respeto. Reinhardt permaneció callado por un instante, lo suficiente para que la incomodidad en Jordan se volviera insoportable. Finalmente, sus labios se movieron de nuevo, pero esta vez sus palabras iban directamente hacia el chico.—Tú, campesino, ven conmigo.Jordan sintió que su corazón se detenía de repente. ¿Ahora qué? ¿Qué había hecho para ganarse la atención del jefe de una forma tan intensa?—Pero… tengo que cambiarme de ropa…—Ahora —ordenó Reinhardt con una voz que no dejaba espacio a ninguna réplica.Sin opción, Jordan siguió al Boss con la mente llena de preguntas y un nerviosismo creciente. Caminaron hasta un rincón alejado, donde la oscuridad d
Don Javier eligió a Jasper para que lo acompañara esa noche y estaría con él también los días siguientes. Jasper, con su juventud y belleza casi desconcertante, estaba sentado al lado de aquel hombre, sonriendo y asintiendo con amabilidad, mientras Don Javier le hablaba de cosas sin mucha importancia y lo halagaba por su apariencia atrayente.Jasper debía mantenerse cerca de él en todo momento, escuchando y mostrando interés, hasta que Don Javier decidiera llevarlo a una habitación privada. Pero este cliente no tenía prisa, le gustaba pasar tiempo charlando con el joven, deleitándose con su sonrisa y con cada palabra que salía de su boca.Mientras tanto, Jordan, desde su lugar en el piano, amenizaba el ambiente con su música. Pero, durante las pausas en las que podía relajar los dedos y tomar un poco de agua, se quedaba mirando a Jasper y a Don Javier que se encontraban juntos en una mesa. Observaba cómo Don Javier le acariciaba la mejilla, el brazo, y hasta la pierna con una confianz
Reinhardt soltó a Jordan, y este dio un paso atrás, claramente intimidado por su reacción. Con la respiración algo agitada, Jordan inhaló y exhaló profundamente, buscando serenarse. Finalmente, rompió el incómodo silencio con una disculpa breve.—Lo siento, fui descuidado —admitió en voz baja, mirando al suelo.—Sí, bastante —contestó Reinhardt sin suavizar su tono—. Lo eres desde el principio y sigues siendo igual de torpe. Aprende de una vez cuál es tu lugar y a mantener tu boca cerrada —añadió con dureza—. ¿O también tengo que educarte en eso?Jordan se aclaró la garganta debido al nudo que se le había formado. Estaba acostumbrado al trato rudo ya que su vida en el campo no fue sencilla, pero no podía acostumbrarse a la severidad en las palabras de Reinhardt. Era un hombre sin alma y podía acabar con él en cualquier momento, así que eso lo ponía tenso.—Seré más prudente —prometió, aunque el peso de la situación lo hacía sentir que sus disculpas no eran suficiente.—Eso espero —aco
Con el paso de los días, Jordan se fue adaptando a la vida del cabaret. Trabajaba sin descanso, especialmente en las veladas más concurridas. Aunque su habilidad principal era tocar el piano, terminó siendo de utilidad en diversas áreas, ayudando en cualquier cosa que se necesitara. A veces, hasta el detalle más pequeño era crucial para que la noche fluyera sin problemas.Al no poder salir a la calle sin el permiso de Reinhardt, el mundo de Jordan se limitaba a las paredes del cabaret. En ese encierro, se volvió parte del engranaje de aquel lugar, donde cada quien tenía su rol bien definido, y aprendió a desenvolverse entre sus compañeros.En ese ambiente, comenzó a forjar una inesperada amistad con Jasper. Poco a poco, entre charlas fugaces, se dieron cuenta de que se entendían de una forma que ambos apreciaban.Jordan también entabló una amistad especial con las bailarinas. Al principio, las observaba desde lejos, fascinado por su energía y la forma en que se movían con gracia en el