Reinhardt mantuvo la mirada clavada en Jordan en todo momento, no la desviaba ni por un segundo ni sintió la necesidad de hacerlo. Quería contemplarlo con detenimiento y observar cada gesto, cada mueca y cada expresión que realizaba el chico cuando hablaba.—Estoy seguro de que di en el blanco con respecto a tu edad —agregó el Jefe—. Así que dime específicamente, ¿cuántos años tienes?—Ya basta, deja de hacerme tantas preguntas —replicó, cansado de sus cuestionamientos.—Yo soy el que decide cuándo termina, y sabes que odio que me mientan. Te estoy dando la oportunidad de que me digas la verdad. Si me vuelves a mentir, habrá consecuencias —advirtió.—¿No sabes hacer otra cosa más que amenazarme?—¿Cuántos años tienes? —repitió, exigiendo una respuesta honesta.Jordan no dijo nada por un breve instante, tornándose pensativo. Reinhardt lo intuía, pero en todo caso, el chico no podía disimular demasiado. En efecto, no tenía 25 años, y se le notaba en el rostro, así como en su forma de se
Las palabras fueron como un golpe para Jordan, quien se quedó inmóvil, sintiendo cómo la tristeza lo invadió poco a poco.Jasper, por su parte, señaló con un leve movimiento la cara de Jordan, todavía marcada por los puñetazos que había recibido, aunque el moretón ya no era tan notorio.—Tú también estás golpeado, ¿cierto? —comentó—. ¿En algún momento me contaste qué te pasó? No, no lo hiciste. Además, Reinhardt estaba igual de golpeado. Sin embargo, no te he obligado a que me lo digas. Así que respeta mi privacidad, por favor.Jordan sintió cómo las palabras de Jasper lo atravesaron como una daga. No respondió de inmediato, pero su rostro, siempre tan expresivo, reflejaba claramente la tristeza que lo embargó. Sus labios temblaron un poco, como si intentara contener algo que quería salir, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas que no llegaron a caer.Cuando finalmente levantó la vista, su voz salió apenas en un susurro quebrado.—Está bien…Sin añadir más, se dio media vuelta,
Jasper quedó completamente atónito tras escuchar aquello. Luego miró a Jordan, buscando alguna señal de que lo que acababa de oír era tan solo una broma de su parte.—¿Cómo que te besó? —preguntó, completamente escéptico.—Así como lo oyes —aseguró el chico.—¿Dónde? —insistió Jasper, con los ojos entrecerrados, como si tratara de descifrar un acertijo imposible.—¿Tú qué crees? —dijo Jordan, sin dar una respuesta específica.—No sé… ¿en la mano? ¿En la mejilla? ¿Dónde?Jordan dejó escapar un suspiro exasperado.—¡En la boca!—¿Qué? —Jasper retrocedió ligeramente, llevándose una mano a la cabeza como si tratara de asimilar la información—. ¿Estás diciendo que Reinhardt te besó en la boca?—Exactamente.—No puede ser... ¿No estabas delirando o algo? ¿Quizás bebiste algo del cabaret?—No bebo alcohol, y mucho menos cuando estoy trabajando —replicó Jordan.—Pero… ¿no te estaría él haciendo alguna especie de respiración boca a boca? —aventuró Jasper, tratando de racionalizarlo.Jordan solt
Jordan salió de la oficina con pasos apresurados, en lo que su rostro denotaba cierta ansiedad y desorientación. Apenas cruzó la puerta, se encontró con Charlie, quien le lanzó una mirada inquisitiva, notando de inmediato el estado alterado del muchacho.Charlie se quedó observándolo mientras Jordan se alejaba rápidamente por el pasillo. Luego, sin decir una palabra, Charlie volvió su atención hacia la oficina, donde Reinhardt lo esperaba. Reinhardt, con un gesto seco, le indicó que pasara.—Adelante —dijo, sin apartar la vista de él.Charlie cerró la puerta detrás de sí y se acercó.—Discúlpame si interrumpí algo.—No te hubiera dejado pasar si era importante —aseveró—. Ahora, dime. ¿Qué ocurre?—Quería hablar sobre el atentado que sufriste. ¿Tienes alguna idea de quién pudo haber estado detrás de eso?—¿Quién más podría ser? —respondió con voz fría—. Estoy seguro de que fue Zaid.Zaid Albaz era un hombre de 32 años, líder de una organización criminal que se especializaba en la trata
Era el mediodía cuando el sol intenso calentaba la carretera repleta de polvo, y a su vez, iluminaba a un joven delgado de aspecto desaliñado que levantaba el pulgar con la esperanza de conseguir un aventón hacia la ciudad. Vestía una camisa blanca desgastada que se pegaba a su espalda debido al sudor, unos pantalones amarronados con tirantes y unos zapatos viejos del mismo color. Sobre su cabeza, reposaba un sombrero de paja deteriorado, el cual ofrecía poca protección a su rostro contra el calor. Su piel estaba ligeramente bronceada debido a su exposición a los rayos solares. Con la nariz y los pómulos enrojecidos a causa de los rayos ultravioletas, observaba la manera en que una fila de vehículos pasaba frente a él y ninguno se detenía para ofrecer su ayuda. Finalmente, tras varios intentos fallidos, un camión que transportaba árboles talados redujo la velocidad y se detuvo delante de él. Un hombre mayor, con barba canosa y semblante cansado, asomó la cabeza por la ventanilla.
Jordan frunció el ceño, mostrándose claramente perplejo. Antes de que el hombre se fuera, lo agarró del brazo.—¿A qué te refieres? ¿Por qué me estás diciendo eso? —preguntó, sintiendo la desesperación brotar en su voz.—No tengo nada más que decirte, niña. Ya vete, no hay lugar para ti aquí. Además, ¿cuántos años se supone que tienes? Este no es sitio para alguien como tú. Vete ya.—Pero… ¿por qué me dices eso? ¿Por qué me tratas como si fuera mujer? No soy mujer —insistió Jordan, sin soltar el brazo del hombre.Éste levantó una ceja, mirándolo como si acabara de decir algo completamente absurdo.—¿De qué estás hablando, niña? Puedo reconocer a una mujer desde kilómetros. Trabajo en esto, veo mujeres todos los días. ¿Quieres verme la cara de tonto?Jordan se quedó mudo, sin poder creer lo que oía.—No entiendo lo que dices. Te repito que no soy una mujer —declaró con seguridad. El hombre entornó los ojos, observándolo más de cerca.—¿Acaso estás tratando de hacerte pasar po
Decidido a ayudar, Jordan se arrojó al mar y llegó hasta el hombre. Comenzó a jalar las cadenas para sacarlas de la roca, pero fue inútil. También pensó en romper la piedra, pero eso era aún más complicado.Jordan subió a la superficie, tomó aire y volvió a sumergirse. Recordó la llave que uno de los hombres había arrojado al agua y empezó a buscarlo esperanzado. Quizás, podría ocurrir un milagro y encontrarlo.Buscó frenéticamente entre las piedras del fondo, sintiendo la desesperación crecer con cada segundo que pasaba. Finalmente, sus dedos rozaron algo metálico. Era la llave, la cual había sido arrojada cerca de Reinhardt para que éste se desesperara por querer tomarla y se ahogara más rápido. Jordan la tomó y se aproximó al hombre encadenado. Aun con sus manos moviéndose a causa de la agresividad del agua, logró abrir las cerraduras. Reinhardt, libre de las cadenas, nadó rápidamente hacia la superficie e inhaló una gran bocanada de aire, recuperándose en cuestión de segundos.
Reinhardt se mantuvo impasible. Sus ojos, oscuros y vacíos, no mostraban ni un rastro de emoción. La mano que sostenía el arma estaba firme, sin el más mínimo temblor, como si apuntar a la cabeza de Jordan fuera una acción cotidiana.—¿Crees que me importa? —dijo él, con una voz baja y helada, carente de cualquier rastro de humanidad. No había titubeo en su tono, ni rastro de compasión.En ese momento, Charlie intervino rápidamente. —Reinhardt, esto no es necesario. Este… muchacho vino ayer a pedir empleo y le dije que no. Ha vuelto para insistir, pero no hay nada para él aquí. Solo déjalo ir —farfulló. Sabía que Jordan no era hombre, pero seguía pensando en que solo era una jovencita que quizás tenía sus propios problemas y que esa era su forma de enfrentarse al mundo. Reinhardt no bajó el arma, pero Jordan creyó ingenuamente que Charlie podría ser capaz de controlarlo. —S-Sí, así es —se puso de pie lentamente—. P-Pero ya que me han rechazado por segunda vez, me voy p-para no