Inicio / Romántica / BAJO EL DOMINIO DEL MAFIOSO / C5: No me eres de utilidad.
C5: No me eres de utilidad.

Jordan, por su parte, no reconoció a Reinhardt, pues no había visto su rostro claramente aquella noche.

Reinhardt se quedó en silencio por un momento y decidió no revelar la razón por la que lo conocía. Se puso de pie y guardó su arma.

—Veamos qué puedes hacer —articuló, a lo que Jordan fijó sus ojos llorosos en su rostro y lo miró con extrañeza.

—¿Q-Qué… dijiste? —su nariz enrojecida brillaba debido a la luz del sótano.

Reinhardt lo tomó del brazo y lo levantó del suelo con una fuerza bruta, llevándolo fuera de la habitación. Cada paso resonaba en el vacío del cabaret hasta que finalmente llegaron al gran salón donde se llevaban a cabo los espectáculos nocturnos.

De pronto, el hombre empujó a Jordan hacia una silla frente al piano.

—Siéntate —impuso, en lo que su voz resonó en la vastedad del sitio—. Quiero escuchar cómo tocas. Viniste para solicitar trabajo como pianista, ¿no? Ahora demuéstrame que tienes talento.

Jordan se quedó confundido por la repentina orden del hombre que amenazaba con asesinarlo hacia tan solo unos minutos. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?

—¿Qué estás esperando? —cuestionó Reinhardt con impaciencia—. Hazlo de una vez.

Jordan se dejó caer en la silla y extendió las manos sobre el piano, las cuales temblaban sin control. Sus ojos se cristalizaron a causa del terror que estaba experimentando, su visión se tornó borrosa debido a que las lágrimas se habían amontonado en su mirada y no podía ver bien la partitura que tenía enfrente. Además, se puso tieso, incapaz de mover los dedos por el nerviosismo.

—¿Acaso mentiste? ¿No tienes ningún talento? —agregó Reinhardt, tras observar que el chico solo se quedó con las manos en el aire, por encima de las teclas.

—Estoy muy nervioso ahora mismo —habló finalmente, abrumado por la atmósfera tensa—. Por favor, solo dame unos minutos para calmarme.

—No tengo unos minutos —replicó Reinhardt con frialdad—. Solo me estás haciendo perder tiempo valioso. Tengo muchas cosas que hacer, pero aquí estoy, desperdiciando el tiempo mirando a un campesino que ni siquiera tiene integridad de palabra.

Reinhardt siempre fue un hombre muy directo y frívolo. La única razón por la que dejó vivir a Jordan fue porque sentía que le debía la vida y odiaba sentirse en deuda con alguien. Entonces, su manera de pagarle que le salvó la vida, fue perdonándole la vida. Sin embargo, no podía dejarlo libre después de lo que oyó, y tampoco significaba que iba a ser suave con él.

Jordan respiró profundamente, intentando calmarse.

—Por favor, puedo hacerlo. Solo necesito un momento.

Reinhardt resopló con impaciencia.

—Hazlo ahora mismo o no me servirás para nada. Si esta misma noche no puedes tocar, no me eres de utilidad.

—E-Espera —soltó Jordan—. Puedo hacerlo, lo juro.

Sin embargo, cuando empezó a tocar, sus dedos fallaron. Las notas se mezclaron desastrosamente, a lo que Reinhardt exhaló con pesadez, pasándose la mano por la cabeza.

—¿Te estás burlando de mí? ¿Crees que estoy aquí para reírme contigo? —refunfuñó.

—P-Por favor, déjame intentarlo de nuevo —suplicó Jordan—. A-Además, si me sigues presionando de esta manera, no podré hacerlo. Necesito estar relajado para poder tocar bien.

—No me interesa cómo te sientas —alegó Reinhardt con dureza—. Si no puedes hacerlo, entonces no me queda otra opción que enterrarte bajo el cemento de este cabaret.

—¡Deja de decirme eso! —exclamó de repente, harto de las amenazas—. ¡Si sigues insinuando que me matarás, nunca podré relajarme! ¡Necesito tranquilidad para tocar el piano, así que cállate!

—¿Quién te crees que eres para hablarme así, mal-dito campesino? —se acercó a él con un aura completamente amenazadora, a lo que Charlie intervino colocándose frente a él.

—Reinhardt, por favor, ¿por qué no dejas que me haga cargo de este niño? —preguntó.

—No —dijo él, tajante—. Tengo que verlo con mis propios ojos y escucharlo con mis propios oídos. Yo decidiré si vale la pena mantenerlo o no aquí.

—Quiero tocar y demostrarte que soy bueno en esto —indicó Jordan—. Pero no puedo estar tranquilo si se la pasa amenazándome. Me pone muy nervioso.

—Qué infantil eres —siseó Reinhardt y se volteó hacia otra dirección, dándole la espalda al chico—. No te miraré, así que toca de una vez.

Jordan, con las manos aún temblorosas, respiró profundamente, tratando de calmarse. Estiró los dedos, inhaló y exhaló varias veces, hasta que finalmente comenzó a tocar. Al principio las notas salían inseguras, pero poco a poco una melodía armoniosa empezó a surgir. La música llenó el salón y Jordan se fue relajando, encontrando su ritmo.

Reinhardt, al escuchar la melodía, se dio cuenta de que Jordan sí tenía talento. A decir verdad, era demasiado bueno en ello.

Cuando la pieza terminó, Jordan estaba menos tenso, aunque aún nervioso. Reinhardt se giró y lo miró fijamente.

—A partir de ahora, formas parte de nosotros —declaró—. Veremos hasta donde eres capaz de llegar por mantenerte con vida.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo