Jordan respiró con dificultad, aún sintiendo los estragos de los golpes recibidos, pero sus palabras salieron de manera fluida.—Por otro lado, tú también me protegiste, Reinhardt. Me metiste en el maletero para que ellos no me vieran, para que no me trajeran aquí y me mataran. Sabías que no les importaría deshacerse de alguien como yo. Mírame —gesticuló hacia sí mismo—. Simplemente soy un campesino flacucho, sin habilidades para pelear. Habría sido el primero en morir, pues me hubieran matado porque solo sería un estorbo para ellos. Mi vida no tiene ningún valor para nadie, y aún así, tú... tú me protegiste.Hizo una pausa, mirándolo a los ojos, como si tratara de descifrar algo. Luego, su voz bajó un poco cuando continuó.—Debería ser yo el que te preguntara por qué lo hiciste. Pero ¿sabes qué, Reinhardt? No importa. Me da igual cuáles fueron tus razones. El punto es que me salvaste y por eso yo te salvé a ti.Reinhardt se quedó en silencio. Las palabras del chico parecían retumbar
Al principio, fue un simple choque de labios, un gesto impulsivo que parecía más un instinto descontrolado que una decisión consciente. Sin embargo, Reinhardt no tardó en profundizar el beso. Comenzó a mover sus labios lentamente, explorando, hasta que con cierta fuerza y suavidad introdujo su lengua, trazando movimientos sensuales que parecían buscar someter a Jordan en un ritmo que este no podía seguir.Jordan sintió el sabor metálico e inconfundible de la sangre. Se estremeció, sabiendo que venía del rostro ensangrentado de Reinhardt, pero, en lugar de apartarse, su cuerpo pareció traicionarlo. Se dejó llevar por el beso, un roce ardiente que lo consumía poco a poco, como una llama que se encendía dentro de su pecho. El tiempo pareció detenerse mientras sus labios se fundían en una danza frenética e incontrolable. Los segundos pasaron como si fueran eternidades, hasta que Jordan, de repente, fue consciente de lo que estaba ocurriendo.Un golpe de realidad lo paralizó. Su mente fina
Reinhardt y Jordan regresaron al cabaret después del ataque que habían sufrido hacía un rato. Al entrar al primer salón, varios empleados notaron inmediatamente el estado en que ambos llegaban. Estaban visiblemente golpeados, pero Reinhardt lucía mucho peor. Aunque no era la primera vez que lo veían entrar en semejante condición, siempre provocaba que los demás se sintieran intrigados. Los empleados, acostumbrados a la dureza de la vida en el cabaret, no pudieron evitar acercarse para preguntar qué había sucedido.Con una calma que contrastaba con sus heridas, Reinhardt le restó importancia a su estado y no se mostró abierto a dar explicaciones.—No hay nada que ver aquí. Sigan trabajando —impuso.A pesar de sus palabras, los empleados titubearon un momento, dudando si debían insistir o dejarlo en paz. Sin embargo, la autoridad de Reinhardt era indiscutible. Finalmente, se apartaron, mirándose de reojo entre ellos, pero regresaron a sus tareas, dejando a Reinhardt y a Jordan continuar
Reinhardt comenzó a desabotonarse la camisa con una serenidad que no pasó desapercibida. No lo hacía de forma apresurada ni con la urgencia de quien necesita curarse rápidamente, sino con la misma deliberación con la que se haría algo personal, algo que solo él podría dominar. A cada botón que se soltaba, su vista se mantenía incrustada en Jordan, como si su simple presencia allí, con sus manos sujetando el botiquín, fuera parte de un juego mucho más grande.Su mirada no era la de alguien que simplemente espera a que lo atiendan, sino una mirada que parecía atravesar a Jordan, como si intentara leer cada pensamiento que pasaba por su mente. Era una mirada tan intensa que Jordan no pudo sostenerla por mucho tiempo.Los ojos del chico, como si se viera arrastrado por la fuerza de esa mirada, se desviaron hacia el torso de Reinhardt. Un sudor frío recorrió su espalda mientras sus pupilas caían involuntariamente hacia el cuerpo de aquel hombre.Los músculos de su torso eran imposibles de
Tras escuchar aquello, Jordan le respondió con la misma firmeza con la que Reinhardt le habló.—Pues entonces, hazme un favor y deja que te cure las heridas sin contratiempos.—No tengo por qué hacerte ningún favor. Tú solo tienes que hacer lo que yo te digo —indicó.Jordan, irritado por la actitud de Reinhardt, chasqueó la lengua, algo que claramente detestaba el hombre. En un movimiento rápido, Reinhardt estiró el brazo de Jordan y lo acercó a su cuerpo, apretándolo contra él. La cercanía repentina sorprendió a Jordan, dejándolo mudo.—Ya te he dicho muchas veces que odio que chasquees la lengua —recordó—. ¿Qué es lo que pretendes? ¿Acaso estás buscando que te la muerda?El chico se quedó quieto y tragó saliva de golpe. Sintió su corazón acelerarse y su piel se erizó, reacción que no pudo controlar. Reinhardt se dio cuenta de esto, por lo que no pudo evitar esbozar una sonrisa.—Eres demasiado tímido, pero al mismo tiempo eres rebelde. No entiendo cómo puede alguien ser las dos cosa
Reinhardt mantuvo la mirada clavada en Jordan en todo momento, no la desviaba ni por un segundo ni sintió la necesidad de hacerlo. Quería contemplarlo con detenimiento y observar cada gesto, cada mueca y cada expresión que realizaba el chico cuando hablaba.—Estoy seguro de que di en el blanco con respecto a tu edad —agregó el Jefe—. Así que dime específicamente, ¿cuántos años tienes?—Ya basta, deja de hacerme tantas preguntas —replicó, cansado de sus cuestionamientos.—Yo soy el que decide cuándo termina, y sabes que odio que me mientan. Te estoy dando la oportunidad de que me digas la verdad. Si me vuelves a mentir, habrá consecuencias —advirtió.—¿No sabes hacer otra cosa más que amenazarme?—¿Cuántos años tienes? —repitió, exigiendo una respuesta honesta.Jordan no dijo nada por un breve instante, tornándose pensativo. Reinhardt lo intuía, pero en todo caso, el chico no podía disimular demasiado. En efecto, no tenía 25 años, y se le notaba en el rostro, así como en su forma de se
Las palabras fueron como un golpe para Jordan, quien se quedó inmóvil, sintiendo cómo la tristeza lo invadió poco a poco.Jasper, por su parte, señaló con un leve movimiento la cara de Jordan, todavía marcada por los puñetazos que había recibido, aunque el moretón ya no era tan notorio.—Tú también estás golpeado, ¿cierto? —comentó—. ¿En algún momento me contaste qué te pasó? No, no lo hiciste. Además, Reinhardt estaba igual de golpeado. Sin embargo, no te he obligado a que me lo digas. Así que respeta mi privacidad, por favor.Jordan sintió cómo las palabras de Jasper lo atravesaron como una daga. No respondió de inmediato, pero su rostro, siempre tan expresivo, reflejaba claramente la tristeza que lo embargó. Sus labios temblaron un poco, como si intentara contener algo que quería salir, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas que no llegaron a caer.Cuando finalmente levantó la vista, su voz salió apenas en un susurro quebrado.—Está bien…Sin añadir más, se dio media vuelta,
Jasper quedó completamente atónito tras escuchar aquello. Luego miró a Jordan, buscando alguna señal de que lo que acababa de oír era tan solo una broma de su parte.—¿Cómo que te besó? —preguntó, completamente escéptico.—Así como lo oyes —aseguró el chico.—¿Dónde? —insistió Jasper, con los ojos entrecerrados, como si tratara de descifrar un acertijo imposible.—¿Tú qué crees? —dijo Jordan, sin dar una respuesta específica.—No sé… ¿en la mano? ¿En la mejilla? ¿Dónde?Jordan dejó escapar un suspiro exasperado.—¡En la boca!—¿Qué? —Jasper retrocedió ligeramente, llevándose una mano a la cabeza como si tratara de asimilar la información—. ¿Estás diciendo que Reinhardt te besó en la boca?—Exactamente.—No puede ser... ¿No estabas delirando o algo? ¿Quizás bebiste algo del cabaret?—No bebo alcohol, y mucho menos cuando estoy trabajando —replicó Jordan.—Pero… ¿no te estaría él haciendo alguna especie de respiración boca a boca? —aventuró Jasper, tratando de racionalizarlo.Jordan solt