Mientras en la celebración que había terminado de serlo tan pronto como la pareja protagonista de esta se fue, Tábata no podía dejar de pensar en lo que habían visto sus ojos. Acababa de hablar con Brandon solo para decirle que había problemas con los inversionistas que perfectamente sabían esperar y que no era un problema como ella le había hecho creer a Brandon solo para poder tenerlo cerca. Nunca había sido el tipo de mujer que cuidaba a un hombre como si se tratara de un objeto pero por primera vez, aquella mirada que él le había dado a la mujer que estaba en los brazos de aquel hombre, la mirada de preocupación, la manera en la que la sacó de ahí no podía ser más como solía ser el verdadero Brandon Lambert. A su mente las imágenes de hacía unos momentos se repitieron.
—Cristal —llamó Tábata.
Sentados con una copa de vino en la mano, sin poder dejar de mover la cabeza de un lado al otro por cada vez que recordaban el incidente, el abuelo de Cristal y el abuelo de Brandon.—No puedes negar que mi hijo se portó como todo un caballero, Adolfo —dijo el abuelo de Brandon bebiendo de su copa de vino.—No, la verdad es que no puedo negar que tienes razón y sobre todo, Brandon parecía realmente preocupado. Es solo que llegué a pensar que trataría a mi nieta como a todas las mujeres que ha tratado. No lo sé, mi nieta es diferente y me gustaría que él la tratara de esa manera. —Contestó el abuelo de Cristal.—Si hablábamos de eso, vamos a terminar discutiendo así que lo mejor es callar.— ¿Por qué lo dices?—Quizá porque tu nieta fue la primera en presentar aquel documento.
Pero no exactamente al hospital, tenía prohibido ir y no era que alguien más se lo hubiera prohibido, era que él no iba a ir hasta que le encontrara pies y cabeza a todo lo que estaba sintiendo con tan solo recordar cómo esa mujer había caído en sus brazos. No estaba listo para verla, esa era su única verdad.— ¿Cómo llegaste tú aquí? —preguntó Cristal sintiendo sus párpados pesados. La debilidad en su cuerpo no se iba.Wyatt se sentó en la cama a su lado. —Larga historia —dijo sin dejar de sonreír de la manera en la que lo hacía.—Vete, vete, por favor.— ¿Por qué me voy a ir si tú misma me llamaste? La atención de Cristal fue llamada en ese instante en que Wyatt anunciaba esas palabras como si su propósito fuera aquel que acababa de l
Yendo a toda prisa, corriendo por los pasillos de aquel hospital en el que trabajaba, Sebastián seguía su camino a toda prisa. No podía creer que la situación de Cristal fuera de mal en peor, él mismo se lo había dicho, él le dijo que esa relación no iba a durar, que él iba a tratarla como quería. Sebastián siempre lo supo, un hombre como Brandon Lambert no podía cambiar de la noche a la mañana solo porque así se lo pidiera un contrato. Había escuchado tantas cosas malas de ese hombre. Y como si el destino lo hubiera llevado a esas personas que tenía la verdad de quien era él, Sebastián había atendido a un par de mujeres que habían trabajado en la compañía de Brandon. Mismas que resultaron destruidas. Brandon no era el tipo de hombre que lo daría todo por alguien.Nunca iba a olvidar la cara de decepción, las l
No, simplemente no podía estar sucediendo lo que él estaba pensando. Tábata no podía haber sido capaz de actuar de esa manera solo porque él estaba ocupado con otra mujer y que encima, era su esposa sin que Tábata lo supiera. ¿A quién intentaba engañar? Más pronto que tarde Tábata sabía que él ya era un hombre casado y que no sería posible casarse con ella como algún día se lo prometió solo porque Tábata parecía ser la mejor mujer entre tantas.—No, eso no puede pasar, Tábata no puede estar enamorada de mí —dijo Brandon.Y como si un llamado a su corazón lo hubiera hecho voltear a Cristal, quien dormía plácidamente en la cama de hospital, Brandon la miró como nunca antes había mirado a una mujer. Incluso enferma, no podía ocultar su verdadera belleza, pod&iacu
Con la mirada perdida en aquel punto en donde no había nada, Brandon no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado una noche anterior, una fiesta en la noche había terminado casi en una tragedia de la que él era el único responsable. Incluso si intentaba pensar en el momento en que ella pudo haber pasado por eso sin que él se diera cuenta, la verdad era que nunca iba a dar con el punto. Ella era responsabilidad incluso si no lo quería así, había sido uno de los puntos en el contrato, en ese contrato y en cualquier otro contrato de matrimonio.Cuando por fin el vaso térmico estuvo lleno de café, supo dar la media vuelta y seguir su camino hasta la habitación que ella estaba ocupando. Era increíble que ella no había sido visitada por nadie más que él, por no decir que hay también había estado Wyatt, el mismo hombre que p
La verdad era que en sus adentros, algo más estaba pasando, algo que él no reconocía más, algo que lo hacía actuar de una forma pero tan pronto como reflexionaba en él, se daba cuenta que estaba mal, que no estaba bien actuar así. Debía de fingir, en el mundo en que se desarrollaban debía de fingir pero al final, él sentía no hacerlo. Ni siquiera fue consciente de sus propias palabras hasta ese momento en donde Cristal le había dicho que verdaderamente no lo necesitaba más. Ella era fuerte y eso, eso le estaba haciendo temblar a él.¿Qué había sido de aquella calidez que en su corazón se había alojado al saber que Brandon había cuidado de ella toda la noche? Esa calidez simplemente se había ido, se había esfumado de su pequeño e inocente corazón. Al parecer, debía de darse por vencida. Brandon ya n
Para ese momento ya era difícil de ocultarlo, las palabras ya no salieron de su garganta. Sebastián seguía ah, en el marco de la puerta esperando por la respuesta que ella parecía no quererle dar totalmente. Tantas ideas estaban pasando por su mente que le era difícil adivinar ello que ella estaba pensando y sintiendo. Él mejor que nadie sabía que la gente puede sentirse vulnerable cuando la situación ya es complicada, él mejor que nadie había tratado con tanta gente así en su consultorio que podía interpretar que Cristal no estaba enamorada sino, agradecida y a la vez, buscaba a qué anclarse en esa tormenta que la estaba haciendo frágil. Ella no podía estar enamorada de un hombre como él,—Contesta, Cristal, ¿en verdad te has enamorado de él? —prosiguió Sebastián sin importarle que su celular seguía sonando entre
Un amor del pasado. Sebastián estaba escuchando la historia más hermosa de amor que un ser humano puede guardar en el corazón. La del primer amor, ese primer sentimiento que pega fuerte en el corazón, ese amor que nos hace soñar despiertos, nos hace creer que vivimos día a día volando. Y es que no hay amor más hermosos que el primero, ese mismo que no sueña con un beso, ni siquiera con el roce de la piel, simplemente es ese amor que sabe rezar por el bienestar del otro, que no pide más de una mirada, que no pide más que conocer la melodía de la voz del otro justo como ella lo acababa de describir. —Así fue hasta que una mañana encontré el deseo que había estado pidiendo por tantos días, tantas noches. Aquel joven entrenaba como casi todos los fines de semana, y de la manera más inesperada, de la manera menos natural pero