Con la mirada perdida en aquel punto en donde no había nada, Brandon no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado una noche anterior, una fiesta en la noche había terminado casi en una tragedia de la que él era el único responsable. Incluso si intentaba pensar en el momento en que ella pudo haber pasado por eso sin que él se diera cuenta, la verdad era que nunca iba a dar con el punto. Ella era responsabilidad incluso si no lo quería así, había sido uno de los puntos en el contrato, en ese contrato y en cualquier otro contrato de matrimonio.
Cuando por fin el vaso térmico estuvo lleno de café, supo dar la media vuelta y seguir su camino hasta la habitación que ella estaba ocupando. Era increíble que ella no había sido visitada por nadie más que él, por no decir que hay también había estado Wyatt, el mismo hombre que p
La verdad era que en sus adentros, algo más estaba pasando, algo que él no reconocía más, algo que lo hacía actuar de una forma pero tan pronto como reflexionaba en él, se daba cuenta que estaba mal, que no estaba bien actuar así. Debía de fingir, en el mundo en que se desarrollaban debía de fingir pero al final, él sentía no hacerlo. Ni siquiera fue consciente de sus propias palabras hasta ese momento en donde Cristal le había dicho que verdaderamente no lo necesitaba más. Ella era fuerte y eso, eso le estaba haciendo temblar a él.¿Qué había sido de aquella calidez que en su corazón se había alojado al saber que Brandon había cuidado de ella toda la noche? Esa calidez simplemente se había ido, se había esfumado de su pequeño e inocente corazón. Al parecer, debía de darse por vencida. Brandon ya n
Para ese momento ya era difícil de ocultarlo, las palabras ya no salieron de su garganta. Sebastián seguía ah, en el marco de la puerta esperando por la respuesta que ella parecía no quererle dar totalmente. Tantas ideas estaban pasando por su mente que le era difícil adivinar ello que ella estaba pensando y sintiendo. Él mejor que nadie sabía que la gente puede sentirse vulnerable cuando la situación ya es complicada, él mejor que nadie había tratado con tanta gente así en su consultorio que podía interpretar que Cristal no estaba enamorada sino, agradecida y a la vez, buscaba a qué anclarse en esa tormenta que la estaba haciendo frágil. Ella no podía estar enamorada de un hombre como él,—Contesta, Cristal, ¿en verdad te has enamorado de él? —prosiguió Sebastián sin importarle que su celular seguía sonando entre
Un amor del pasado. Sebastián estaba escuchando la historia más hermosa de amor que un ser humano puede guardar en el corazón. La del primer amor, ese primer sentimiento que pega fuerte en el corazón, ese amor que nos hace soñar despiertos, nos hace creer que vivimos día a día volando. Y es que no hay amor más hermosos que el primero, ese mismo que no sueña con un beso, ni siquiera con el roce de la piel, simplemente es ese amor que sabe rezar por el bienestar del otro, que no pide más de una mirada, que no pide más que conocer la melodía de la voz del otro justo como ella lo acababa de describir. —Así fue hasta que una mañana encontré el deseo que había estado pidiendo por tantos días, tantas noches. Aquel joven entrenaba como casi todos los fines de semana, y de la manera más inesperada, de la manera menos natural pero
Siete días se habían ido de la misma manera, siete días en que nada había cambiado.. Al final, las esperanzas que había elevado a Cristal al pensar que iba a salir del hospital, solo fueron esperanzas falsas al final ya que según los doctores, había habido un par de complicaciones con Cristal cuando realmente ella solo sentían que le sacaban estudios de hasta lo que no debían.No había pasado día en que Sebastián no hubiera ido a verla, no había pasado momento en que él no estuviera con ella para preguntarle cómo vivía día a día.Estando sola en ese lugar, Cristal no tuvo más que pensar en lo que había pasado en su vida. Había tenido tanto tiempo para ella sola que no había nada que pudiera hacer aparte de ello. Por su mente solo podía pasar aquella pregunta que nunca iba a tener respuesta, al menos no en esta vida. ¿Qué hubiera sido de ella si sus padres nunca hubieran muerto? ¿Seguiría siendo tratada como solo un objeto por el que su abuelo se mantenía en el lugar que estaba? Había
Sentada en los sillones de la sala, Cristal admiró la casa que no había podido admirar como lo hacía en ese momento. Todo parecía haber pasado en un abrir y cerrar de ojos que ahora que tenía el tiempo para centrarse en todo eso, no hacía más lograr ver los lujos de los que estaba rodeada.Inmediatamente el sentimiento de soledad y tristeza llegaron a su corazón al ver aquel letrero que su amigo había puesto para ella. Él era el único que verdaderamente la esperaba, nadie más que él. Ella podría irse mucho al infierno por Brandon, al final nada le iba a hacer más feliz que eso.A su mente llegó aquel recuerdo.— ¿Has encontrado algo sobre el contrato que firmé? —preguntó Cristal con esperanza. —No, la verdad es que no he encontrado nada, he intentado ir más allá pero no parece haber información al respecto. Ella tenía que saber cuánto antes de qué se trataba aquel contrato que había firmado sin tener el tiempo de leer y saber a lo que se enfrentaba. Un recuerod más llegó a su mente.
Con las lágrimas invadiendo su mirar, todo de lo que ella pudo ser consciente en ese momento era en la manera en que él la estaba mirando. Si su mirada tuviera el poder de asesinar, ella seguramente habría sido masacrada en ese momento. Jamás iba a entender ese odio que él sentía por ella, jamás iba a lograr hacerlo entender que ella verdaderamente no había leído el contrato.Había soportado mucho, estaba soportado mucho porque él, bastaba que fuera el gran hombre lleno de poder para pensar que podía mandar en su vida, podía hacer lo que quisiera con ella.Era cierto que había sido un sueño que después se convirtió en una pesadilla el haberse encontrado con su amor del pasado pero al parecer, jamás iba a volver en él al hombre que algún día ella lo vio siendo débil.Prontamente las palabras ya no fueron pronunciadas por sus labios, prontamente fueron sus labios los que se quedaban cerrados, sin tener nada que decir, sin tener cómo defenderse porque todo lo que podía hacer era llorar,
Con cuidado, agradeciendo que Brandon se hubiera retirado sin presionarla, ella se dio el tiempo que necesitaba para bajar las escaleras a su ritmo. Recargado en la puerta de su auto último modelo, Brandon esperaba por Cristal con las manos en los bolsillos.La puerta de cristal se deslizó tan pronto como el sensor sintió la presencia de aquella mujer.Una vez más, Brandon sintió perderse en ella con la diferencia que esta vez no pretendía ser más obvio de lo que ya había sido.—Sube al auto —dijo Brandon abriendo la puerta para después, caminar hasta su lugar.Con cuidado, Cristal continuó su camino hasta poder cerrar la puerta.— ¿A dónde vamos? — Preguntó Cristal con la mirada baja.—Ya lo verás —dijo Brandon siguiendo el camino adelante.No había nada que ella pudiera hacer así que soportando la humillación de que él hiciera lo que quisiera con ella, sintiendo como ella se volvía más frágil que la misma nieve, supo cerrar sus manos en puños donde la energía que buscaba ser sacada
Una máquina de alumbramiento, eso era todo lo que ella era para él. Una hembra que iba a asegura la existencia de la familia de los Lambert, la única capaz de entregar a un hijo a cambio de la seguridad del poder de su abuelo. ¿En qué momento el mundo había cambiado de esa manera? ¿En qué momento fueron sus sueños propiedad de alguien más?Un hijo, de ella iba a nacer un bebé que nunca fue querido, un hijo que significaba la destrucción de sus sueños, un hijo que no era más que una herramienta de poder para la persona que era su padre.Aquel cuento de hadas con el que ella soñó, aquel príncipe azul que pensó, estaba destinado a llegar a su vida después de la realización de sus sueños, aquel castillo de cristal, los sueños de oro, el amor genuino, todo eso podía ir a la basura en ese momento en que ya no le quedaba nada para seguir adelante.Un hijo, de ella iba a nacer un hijo que ella jamás podría querer por ser de la persona que más la estaba destruyendo. —Cristal, vamos, acuéstate