Uno, dos, tres, cuatro… diez minutos, los dedos siguiendo una melodía inexistente sobre su rodilla, la misma que se movía con impaciencia, como si esperara algo, como si algo estuviera por pasar. De la mente no se podía quitar lo que la doctora había dicho. Conforme los minutos fueron pasando, él fue capaz de darse cuenta que nada estaba en ella, ella no era la culpable de las cosas que pasaban, por mucho que la ciencia avanzara, había algo que ella no podía tocar, en lo que no podía mandar y eso era lo que estaba escrito en el libro de la vida, el libro del destino. Ese bebé no estaba destinado a nacer.A su lado, Cristal se mantenía con la mirada baja mientras sus manos se aferraban a la bolsa de mano que llevaba. Ella tampoco tenía palabras, la sorpresa apenas parecía caer sobre ella. Habían sido tantas cosas en tan solo un segundo. Seguramente, si alguien estuviera con ella, viendo de cerca lo que estaba viviendo, viéndola actuar día con día, solo podría decir que ella estaba dese
Siete de la noche más media hora. El momento que Brandon le había dicho a Cristal que esperara, había llegado. Frente al tocador de la habitación que compartía con su esposo, fue capaz de darse cuenta lo bella que lucía esa noche al mismo tiempo, de lo vacío que lucían sus ojos. Era una mentira creer que aquella noticia que le habían dado precisamente en ese día que debía de ser especial, esa noche donde ella debía mostrarse ante el mundo como una esposa felizmente casada, era la noche en la que más sola se sentía. Era cierto que la manera en la que Brandon la había entregado a los doctores para forzarla a embarazarse no había sido la correcta pero también era cierto que tan pronto como ella se fue haciendo la idea de ser madre, en el corazón ya sentía agradecer que Brandon la hubiera forzado a hacer eso.Brandon podía ser la peor persona del mundo pero eso tampoco significaba que fuera también quien se aprovechara de las mujeres y en este caso, de su esposa.¿Qué había sido de su v
Siendo ese momento por el que más ella esperaba, sintiendo ser él su perdición al mismo tiempo que su salvación, con pasos lentos, queriendo ver todo eso como una pesadilla, queriendo pensar que Brandon seguían siendo un hombre libre, el mismo hombre libre que le había dicho que llegaría el día en que ellos se casarían. Seguramente ni Brandon tenía la más mínima idea de lo que Tábata sufría noche tras noche. — ¿Brandon? —Llamó Tábata detrás de él.Inmediatamente este volteó. Una sonrisa se hizo en su rostro al darse cuenta de quien se trataba.— ¡Tábata!Y sin más, sin un segundo más que perder, la abrazó con fuerza, si tan solo él supiera que el abrazo que él le estaba dando en ese momento no significaba lo mismo para ella que para él.Mientras para Brandon ese abrazo representaba la alegría que sentía al verla, para ella representaba una esperanza que ella podía tener de que él pudiera sentir algo más que solo cariño por Tábata. Si tan solo ella tuviera esa seguridad, segurame
Inmediatamente el gesto y la leve sonrisa que Brandon tenía en el rostro fue remplazado por todo el coraje que sentía por su madre al verla frente a él. En mala hora ella se presentaba como si nada hubiera pasado, como si apenas hubiera sido ayer en el momento en que se vieron. Sin duda esa mujer era una descarada, alguien que no merecía haber tenido un hijo como Brandon, que en el fondo de aquel gesto duro, aquella forma de imponerse ante todos, había un hombre que realmente necesitaba amor, que soñaba con vivir y morir por el mismo. Entonces, ¿cuál era la realidad de lo que pensaba Brandon acerca del matrimonio? La verdad era que era una mentira decir que Brandon no quería casarse por querer vivir una vida sin preocupaciones, no, la verdad era que él no quería casarse, nunca lo quiso, por miedo a crear la familia que su madre y su padre había creado cuando al final, eso estaba haciendo él a obligar a Cristal a tener un hijo.Ahora más que nunca agradecía que ella no estuviera emba
Bebiendo de un solo trago el licor que estaba en su copa, Brandon se llevó las manos al cabello de manera desesperada. No podía creer lo que acababa de confesarle a Cristal, no podía creer que había dejado hablar a su interior antes que a el mismo. Acaso, ¿ella comenzaba a atraerle? O quizá, más que eso, ¿comenzaba a querer una parte de ella?En ese momento su celular sonó en el bolsillo de su pantalón. Inmediatamente él contestó queriendo deshacerse de las palabras que retumbaban en su mente.—Habla Brandon Lambert, ¿en qué puedo servirle?—Brandon —expresaron del otro lado de la línea.El sentimiento de coraje bajó en el interior de Brandon al escuchar aquella voz.—Enrique, ¿sucede algo?—Hay algunos asuntos en la empresa, tienes que venir a dar la autorización para algunas transacciones que están a punto de hacerse. — ¿Tiene que ser ahora? Estoy en una reunión familiar.—Mañana los inversionistas estarán aquí a primera hora, no creo que tengas el tiempo de recibirlos al mismo t
Uno, dos, tres, tres veces que el celular de Brandon había sonado sin parar y él no contestaba. Ni siquiera sabía en dónde lo podía encontrar o con quien, él simplemente se fue y ya, sin decir a donde. Cristal mejor que nadie sabía que no podía dejar las cosas así, tenía que hacerle recordar a Brandon que ese era el cumpleaños de Tábata y que el tiempo se estaba acabando.Sin querer hacerlo, espero a que los sonidos de la llamada pasaran para poder dejar un mensaje de voz.— ¡Brandon, ¿dónde estás?! ¿No crees que olvidas algo importante? ¡Contesta! Hoy es el cumpleaños de Tábata, ¿acaso lo has olvidado?Molesta, bajó el celular de su oreja. Es que por más que intentaba entenderlo, no podía. Si tan decía quererla, si tanto decía ser ella la mujer perfecta con la que él soñaba casarse, ¿cómo es que pudo olvidar el día más importante de la vida de ella? El día de su nacimiento.Sin duda muchas cosas que la misma Cristal no entendía comenzaban a pasar. Solo esperaba que Wyatt se hubiera e
El recuerdo había terminado. Brandon había llegado al lugar prometido, y como ella misma lo había dicho, como ella misma se lo había advertido hacer, ahí se encontraba Tábata, en lo alto de un edificio, quizá esperando por que una estrella fugaz le hiciera el milagro más hermoso de traer de vuelta a la persona que la había olvidado.La culpa se instaló en el corazón de Brandon en el momento en que vio a Tábata ahí, sentada a la orilla del edificio.—Tábata —llamó Brandon avanzando paso a paso hasta ella, quien se negaba a darle la mirada. —Tábata, aquí estoy.— ¿Cómo pudo mi deseo cumplirse si la estrella fugaz no ha pasado? Llevo horas esperando por ella pero ella… creo que se niega a pasar.Esas palabras mataron el alma de Brandon. Una vez más, le había fallado. Todo, todo lo que había hecho desde el momento en que mostró como un hombre casado ante los demás había fallado a la única persona que había estado para él en los momentos buenos y malos. Era a Cristal a quien debía de hacer
Como si nada hubiera pasado una noche anterior, Brandon ahí se encontraba, completamente repuesto, esperando por la gran sorpresa de Enrique, la que le venía prometiendo de días atrás. Ante el mundo él podía seguir pareciendo un hombre fuerte pero eso no quietaba que en su interior la culpa siguiera reinando al solo hecho de pensar en la mujer que había ido a trabajar como si nada hubiera pasado una noche anterior. Como si él no hubiera sentido perderse en su tristeza de no saber a su hermano más con él.No había llegado a casa, por un segundo dudó en hablarle a Cristal. Era su esposa bajo un contrato pero eso no significaba que ella mereciera vivir con la preocupación de dónde había pasado la noche o si le había sucedido algo malo.Tomando su celular, pensó dos veces si marcarle. Si ella en verdad estuviera un poco preocupada por él, ella hubiera marcado.Podría ser posible que, ¿fue Wyatt quien estuvo con ella toda la noche para consolarla? ¡No, Brandon no podía pensar así de ningun