10 de Abril del 2010.
AXEL COXMi vida desde entonces, no ha sido nada fácil, tener que lidiar con los altos, bajos y el peso en tus hombros de lo que un imperio puede significar y hacerte ver ante el mundo es avasallante. Me siento encadenado a cumplir, a vivir una m*****a condena, a llevar a cabo una venganza que, hasta que no vea caer el último peón, el último alfil y la última torre no tendré descanso. Es la única manera de sentir que la muerte de mi familia no fue en vano. Tener empresas textiles, de comunicaciones y clínicas en varios países claves donde el negocio es bastante favorable, no es tarea fácil de llevar, no cuando llevas el peso de más de setecientas mil familias inocentes sobre tus hombros. Quise abrir estas empresas con el fin de proporcionar trabajo a los más necesitados, donde sean muy bien remunerados y obtengan todos los beneficios de ley. Aunque me dejan excelentes ganancias es la manera de rendir tributo a mi madre. Sé que a ella esto le habría encantado, lo hago por eso y para equilibrar un poco la m****a en la que estoy metido, tal vez de esta manera no me siento tan miserable y muerto en vida. En ocho meses se cumplen catorce años de ese trágico suceso en el que no pude hacer absolutamente nada, daría todo lo que poseo en este momento por devolver el tiempo y enfrentarme a esos enemigos con la experiencia que tengo ahora, pero el tiempo no pasa en vano y está vez las cartas juegan a mi favor. Estoy preparado para cobrar venganza de la manera que sea, no me va a importar a quien me tenga que llevar por delante, todo el que esté vinculado o posea ese asqueroso apellido que lo exterminen, eso sí, de los peces gordos me encargo yo. Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos. —Adelante. —Señor, un hombre llamado Dominic Blaze dice que tiene una reunión con usted. —Sí, hazlo pasar y traenos un café, por favor. Las reuniones que tengo para esta tarde aplázalas y las reprogramas para otro día. —Sí, Sr. Cox. —Una última cosa Damian, que nadie nos moleste. Gracias. —Como usted diga señor, con permiso. Damián para lo joven que es se ha sabido ganar mi confianza absoluta, pensaran que al tenerlo de secretario es un completo debilucho, pero lo cierto es que a mi alrededor no hay personas endebles y los que piensan de ese modo terminan más de tres metros bajo tierra. Damian con veintidós años es el mejor francotirador que he podido ver en acción, en él se cumple ese dicho tan famoso «donde pongo el ojo, pongo la bala». He estado dos veces en peligro, mis enemigos no aguantan la presión de verme surgir siempre de las cenizas y Damian ha estado allí para impedirlo. Es muy eficiente e inteligente, ademas, no puedo quejarme cuando es un excelente hacker, el chico es multiusos y eso es lo que más me gusta de él, pasa totalmente desapercibido y no llama para nada la atencion, es muy útil cuando quiero llevar a cabo trabajos minuciosos. Esta vez la puerta no se escuchó, solo pude ver al sujeto con cara de pocos amigos verme fijamente, su mirada intimidatoria lo único que provocaba en mí era dársela de vuelta, aun no llega la primera persona que me haga retroceder. —Axel Cox, espero que me hayas hecho venir para algo muy importante. No estoy de humor—dijo mientras camina en dirección al mueble que está en una esquina de la oficina. —Dominic Blaze—me levanto del asiento y voy a su encuentro—. ¿Cuándo has estado de humor?, sería extraño encontrarte sonriente—sonrío ladeado—. Cierto, cuando estás con tu mujercita es la única manera de verte completamente debilitado. Estrechamos la manos y le hago señas para que tome asiento. —No te creas Cox, las mujeres son un puto dolor de cabeza y mas cuando estan embarazadas—nos reimos. —No quiero ni imaginarlo—ruedo los ojos—, es por ello que tengo un secretario, menos dolor de cabeza, calidad y efectividad inmediata. A todas estas, felicidades por el embarazo de tu mujer. —Gracias. Por un momento pensé que te habías cambiado de bando al ver que en lugar de una despampanante secretaria se encuentra un chiquillo como secretario. —No te confies o pueda que en menos de que parpadees ya tengas un cañón en la frente. Está preparado Dominic—enarcó una ceja—, sabes que no puedo darme el lujo de tener algún punto débil y más si se trata de las personas que trabajan para mi. —Lo sé, tu rostro está en todas partes, eres peor que los anuncios de bebés, a cada rato te repiten. A veces me pregunto si no hay más hombres a los cuales hacerle publicidad. —Muy chistoso. Damián entra en la oficina deja los cafés con unas galletas y se retira rápidamente. —De verdad que es muy eficiente tu secretaria—dice mientras se ríe. Solo ruedo los ojos, Dominic Blaze es un tipo astuto, desconfiado y calculador, que para no tener ningún sentido del humor puedo ver cuán cambiado está. —Bien, Dominic. Te he citado para hablar de negocios. ¿Qué dices? —Tú dirás Cox, tienes toda mi atención. —Necesito transportar dos toneladas de «cristal» a Italia, sé que tienes conocidos, gente de confianza, pero para ello necesito que el cargamento vaya con sorpresa incluída. —¿Qué tipo de sorpresa? —Explosivos. Quiero desatar la guerra, el tablero ya lo he colocado y no caeré hasta no ver al último peón bajo mis pies. —Lo tienes Cox, tan solo di fecha y hora, todo estará listo para entonces. Eso sí, este favor te saldrá muy costoso, mira que hacerme salir de la cama de mi furiosa mujer tiene un valor alto que pagar. —El dinero es lo de menos Blaze, nado en él. —Ya veo, pero sé cuidadoso, no cantes victoria hasta que tengas la bandera en tus manos. Te dare un consejo, las mejores venganzas son las que son llevadas a cabo con una hermosa mujer de por medio, son el anzuelo perfecto para llamar la atención de tu enemigos, pero a su vez un arma de doble filo que, en mi caso fue lo que me jodió, me enamore de sofía hasta el punto de no querer arriesgarla. —Me estás jodiendo, ¿no es así? —No lo hago Cox. Eso sí, te aconsejo que seas estricto y minucioso en su búsqueda. Que reúna las tres características más importantes—lo escucho con evidente atención—,belleza, malicia e inteligencia. Y lo más importante, no involucres sentimientos hombre porque de lo contrario estarás jodido. Su teléfono empezó a sonar con insistencia, se levantó y se alejó un poco para contestar. Lo que me acaba de decir no suena tan descabellado, suena patéticamente cruel. ¿De dónde voy a sacar una mujer que reúna todas esas características y sobre todo que le importe poco su vida como para ser el señuelo perfecto? —Mi mujer requiere de mis servicios, debo retirarme. Piensalo Cox, espero ver pronto esa generosa suma de dinero en mi cuenta bancaria—estrechamos las manos. —Estudiaré esa idea, no puedo darme el lujo de tener focos débiles y sé que una mujer estorbaría mis planes y… —Y podría colocar a tus enemigos en bandeja de plata, recuerda que las mujeres por naturaleza son astutas y poseen muchos encantos que, si los sabe utilizar atraería a sus pies al pez más gordo y difícil de pescar. Piénsalo. Sin más salió de la oficina dejándome la cabeza hecha un lio. Jamás se me había cruzado por la mente ejecutar un plan con una mujer de por medio. Ahora la tarea difícil es, dar con esa mujer que esté dispuesta a venderle su alma al diablo.Saco mi teléfono del bolsillo del pantalón y veo la hora 10:00 pm, luego alzo la vista y veo el letrero en rojo neón del local para el que trabajo «The Moment», un suspiro largo y pesado sale de mis labios. Entro rápidamente en el local y me cambio de ropa, aunque odio con todo mi ser este tipo de sitios, ya que la mayoría de los hombres que vienen aquí son unos completos depravados, me toca aguantar para no mandarlos a la mierda. La necesidad es más grande que el asco que siento noche tras noche en este lugar. Me maquillo con agilidad y cuando logro estar lista me veo en el espejo. Odio y repulsión es lo que siento al verme exhibiendo las piernas, el abdomen y parte del pecho. Lo único positivo de este lugar es que si no quieres, no te obligan, es una de las principales reglas. «¡Vamos Erin!, ¡tú puedes! Eres fuerte. ¡Tú puedes! ¡Tú puedes!».—¡Erin es hora!—me grita Amanda desde la puerta—. ¡Estás hermosa!, esas propinas son nuestras, tan solo aguantemos la ronda de tragos. Sal
La mañana llegó rápidamente a mí, ni siquiera me di cuenta cuando me quedé dormida en el mueble de la sala. Me levanto con pesadez y me adentro en el baño para hacer mis necesidades y poder asearme. Al estar lista me hago un desayuno rápido y lo acompaño con café, necesito la cafeína para mantenerme despierta. Justo cuando termino de desayunar se escucha la bocina del auto de Amanda, tomo mi bolso y unas cosas que preparé para llevarle a mi niña y salgo a toda prisa de la casa. Desde el auto le doy una última mirada a mi hogar, ese que estuvo cargado de risas y sueños alguna vez, para luego sumirse en la tristeza, desolación y dolor.—Buen día, Amanda. Gracias por venir a recogerme.—Buen día, Erin. Dije que te ayudaría y es lo que voy a hacer.—Lo sé, Amanda. Solo que no he tenido ninguna clase de ayuda los últimos meses y me parece sorprendente que tú lo hagas sin esperar nada a cambio. Es decir, nos conocemos desde hace poco, no hemos hablado mucho y…—Y se te hace difícil confia
Una semana después de haberme reunido con Dominic, me llama y me dice que todo está listo para el gran espectáculo. Esa noticia me agrada, aunque una vez que esté desatada la guerra no habrá marcha atrás. Igual no tengo nada que perder; quizás este sea mi pase directo al infierno, pero luego de acabar con todos y cada uno de mis enemigos. No tengo intenciones de quedar con vida, al fin y al cabo solo vivo para cobrar venganza. La idea que me dio Dominic cada vez se hace más clara en mi mente, puedo visualizarla y me gusta, pero me falta la pieza fundamental y no la tengo, esa mujer… ¿De dónde saldrá?, o... ¿De dónde la sacaré?El sonido de mi teléfono me saca de mis cavilaciones, veo en la pantalla un nombre, sonrío y enseguida pienso en ella para el trabajo. —¡Amanda!, ¡qué milagro!—me acomodo en la silla—. Cuéntame. ¿Qué necesitas de mí?—Me gusta que siempre vayas al grano Axel. Sabes que tengo poca paciencia.—Entonces, tú dirás para qué necesitas a este humilde servidor—me rio
Después de que salí del consultorio del doctor le conté mi mala suerte a Amanda, enseguida me abrazó y lloró conmigo.Amanda se ha convertido en un ángel para mí. Saber que no estoy sola, que alguien me incita a continuar, que cuento con un consejo, una mano amiga e incluso un abrazo me reconforta y me llena el alma. —¿Qué piensas hacer?—me pregunta.—Venderé mi casa y, si tengo que prostituirme, vender mis órganos o lo que sea, voy hacerlo—digo desesperada y convencida al mismo tiempo—, si mi hija se muere por no poder pagar esa maldita operación, siento que no podré seguir sin ella—mis ojos se llenan de lágrimas—. Es la única razón por la que vivo. —Tranquila, nada de eso va a suceder porque no lo permitiremos, recuerda que estamos juntas en esto. Tan solo pensemos en positivo, ¿sí?—me tranquiliza—. Ahora vuelvo. Amanda salió de la habitación con el teléfono en la mano, supongo que fue hacer una llamada. Yo no tengo cabeza en estos momentos para pensar en nada más, toda mi atenci
—Me he pasado dos minutos—digo y no me deja continuar. —En realidad fueron tres, pero te los perdono porque has quedado muy bien. —Gracias. Ahora mi pregunta es, ¿de qué trata el trabajo que tengo que hacer? Porque no creo que solo tenga que acompañarlo y disfrutar de la fiesta como una invitada más. —Me gusta que seas directa—sonríe con malicia—. Tienes carácter y eso me encanta, supongo que por lo que haz tenido que pasar te has vuelto así. —¿Qué sabe de mí?—De ti, lo sé todo Erin. Sé que tienes un precioso lunar en tu seno derecho y unos más hermosos en otras partes de tu cuerpo—me sorprendo—, como también sé, que tienes un expediente bien largo por carreras ilegales de autos. Lo positivo de todo esto es que en todas has sido bastante escurridiza y no han podido atraparte, eso me gusta. Todo lo que te queda es tu hija, una casa que no vas a poder vender porque no es tuya y…—¿Cómo que no es mía? La compré con el que era mi esposo y acordamos que es para nuestra hija. —Lament
18 de diciembre de 1996.°AXEL COX°—Mamá, papá ya llegué. A medida que caminaba lo único que me acompañaba era un total silencio, podía escuchar mi propia respiración y palpar con mis manos el miedo latente que había en mí. Podía sentir que la muerte me respiraba en el cuello y algo no terminaba de convencerme.Mi hermanita de cinco años siempre está pendiente de mi llegada pegada en la ventana y sale a recibirme cuando llego de la universidad, pero esta vez no lo hizo y me hace estar alerta. Mi padre desde una temprana edad me enseñó todo lo que sé, desde el manejo de armas blancas y de fuego hasta caminar sin hacer el mínimo ruido, mi padre dice que soy como un gato astuto, sigiloso y desconfiado. No es secreto que mi familia pertenece a uno de los grandes carteles de la mafia Neoyorquina y que estamos en el ojo del huracán como dice mi padre. El poder y la ambición por estar en la cima de este bajo mundo tiene un alto precio que pagar, es simple; vives o mueres y yo no estoy di