Domingo 12 de octubre
Son más de las tres de la madrugada cuando despierto y veo a John entrar a la habitación. Se acuesta junto a mí, luego de gastar diez largos y desesperantes minutos en el baño, quedando ambos espalda con espalda.
Esto se siente tan mal.
Decido hacer un último intento para recuperar lo que una vez tuvimos, si no debo darme por vencida, porque no quiero ser el chiste de nadie.
Hemos estado juntos por los últimos diecisiete años. Quedé embarazada a los dieciséis años y aún no terminábamos la escuela, lo que lo hizo más difícil gracias a los señalamientos y murmuraciones, pero el tenerlo a mi lado apoyándome, fue lo que me dio fuerzas para seguir adelante. Recuerdo lo mucho que disfrutábamos el estar juntos a pesar de nuestra falta de intimidad, que no se debió a otra cosa que a la vergüenza que sentí en ese entonces. Luego de esos años nos fue muy bien como pareja. Me hacía sentir hermosa en todo momento sin importa
Lunes, 13 de octubre Despierto a la misma hora de todos los días de la semana laboral, con mis energías ridículamente renovadas, y me dispongo a iniciar con mis rutinarios quehaceres matutinos. Mis hijos me necesitan y quedarme en cama lamentándome de mi deplorable situación, no los va a sacar adelante. Esta mañana les preparo panqueques con crema batida y jugo de naranja, no son muy fans de las bebidas calientes, a pesar del frío invernal que ya nos empieza a envolver y cada día se siente aún más. Ambos comen con muchos ánimos. —¿Te sientes mejor, mamá? —pregunta mi niño, mientras esperamos a que Amy baje con su mochila. Esa pregunta tendría que hacérsela yo, no al revés. —Claro, mi cielo. —contesto y, una vez más no me cree—. No te preocupes por tonterías… ¡Amy! —grito y ella grita de vuelta que ya baja. Cuando al fin baja, los llevo a la escuela como siempre, y ni siquiera me pregunto, ¿por qué John no ha llegado? Debo tene
Martes, 14 de octubreEste día me siento absurdamente feliz, mi noche fue todo un éxito y empiezo a amar a mi amante oficial. Ya me escucho como Paula, pero no quiero dañar más mi mente con el absurdo pensamiento de que quisiera que fuera mi esposo quien me regalara esos deliciosos orgasmos. Necesito dejar de perder el tiempo con estupideces que no me llevarán por buen camino. No sé si sea una cobarde por rendirme con mi matrimonio, pero esto es demasiado para mí. Quiero a John, pero siempre me he considerado una persona fuerte, capaz de recuperarme, y los años no me dejan más que pensar que las personas que están a nuestro lado lo están porque lo desean. Atar a otros a ti por compromiso, presagia más sufrimiento. Un sufrimiento que no deseo sobrellevar, todo por el bien de mis hijos.Si tan sólo me permitiera hablarle.Preparo el desayuno de mis niñ
Miércoles, 15 de octubreMe levanto con un gran e insoportable dolor de cabeza, como si un tren me hubiera arrollado y yo, libremente, hubiera vuelto a poner mi cabeza para que lo volviera a hacer una y otra vez. No logré dormir en lo absoluto. Pasé toda la noche dando vueltas y pensando en ese hombre, en mi jefe, en mi amiga y en mi esposo. Debo reconocer que me duele lo que pasa, nunca hubiera imaginado que mi jefe pudiera a sentir algo por mí. Eso es algo que nunca vi venir.Y yo que pensaba que Paula estaba loca con esas suposiciones fuera de lugar.Fue inevitable llorar. Mi jefe no parece de los hombres que haría este tipo de cosas más que para un estúpido juego. Por algo tiene la edad que tiene y aún es soltero, porque jamás ha tenido una novia. No digo que sea viejo y feo, todo lo contrario, a pesar de sus más de treinta y cinco años, se ve muy bien.&ique
Jueves, 16 de octubreConozco a John desde nuestro primer año de preparatoria. Llegó trasladado desde aquí hacia Ohio, de donde soy y donde viven mis padres y mi hermano mayor, para vivir con su padre que se acababa de separar de su madre. Nos volvimos muy unidos luego de que me golpeara con un balón de baloncesto en una práctica obligatoria que tuvimos y el muy idiota se echó a reír provocando que toda la clase también riera. Me llevó a la enfermería y, luego de eso, no se me despegó de mí porque, según él, me podría desmayar en cualquier momento. Fue un lindo idiota que me gustó con sus tonterías. Con el paso del tiempo, nos hicimos los mejores amigos que se pudieran ver y, en una noche que no recuerdo, quedé embarazada. Cuando me gradué, estudiando desde casa para no atrasarme, mi Jake tenía un año de edad, y es
Viernes, 17 de octubreMe obligo a estar alegre y positiva en este día. Ha llegado el día que tanto había esperado en esta semana tan extraña y deseo aún más que llegue la noche rápido para conseguir tener mi mente en su lugar de una vez por toda. No he visto a John esta mañana igual que todos los días, imaginando que con lo del permiso, ha de tener que dejar todo bien organizado. Me siento ansiosa por poder hablar con él y, al fin, conocer las razones del porqué de su rechazo todo este tiempo. Deseo que podamos dejar atrás esta horrible etapa de nuestras vidas. Y, con ella, a ese sujeto con sus mensajes.Es lo mejor.Mi día transcurre con total normalidad y me alivia el haber visto a mis niños tan felices por pasar el fin de semana con su abuela. Patricia King, mi suegra, vive en un pueblo llamado Albertville a poco más de media hora de aqu&
Sábado, 18 de octubreEl repetitivo timbre de la puerta me despierta y bostezo, estiro mi cuerpo tratando de relajar cada uno de mis músculos, pero me veo obligada a sostener mi cabeza con fuerza al sentir el golpe de dolor que me azota de repente, el insistente timbre no ayuda en nada. Aparto las sábanas y me quedo de piedra al notar cómo estoy vestida... o desvestida, debería aclarar.¡¿Qué he hecho ahora?!Sé que le escribí anoche, pero no recuerdo nada más allá de su nombre o, por lo menos, es la manera en que quiere que lo llame. Gavin, sólo eso recuerdo. Ya debería tener muy claro que el licor y yo no somos muy buenos amigos. Aunque ahora puedo asumir que es hombre, eso me alivia.Vuelven a tocar la puerta con más insistencia y me levanto para ponerme un pantalón de sudadera y una camiseta ancha cubriendo esa insinuante y c
Domingo, 19 de octubreEl sonido de mi teléfono me despierta, pero me niego a abrir los ojos, e inconscientemente llevo mi mano a la mesita de noche donde lo dejo cada noche. Entrecierro los ojos esforzándome por «abrirlos» para enfocar la vista en la pantalla del móvil, y abro el mensaje de Gavin. He dormido demasiado, casi doce horas, como si no hubiera dormido en años y el cansancio me derribó.Gavin: Buen día, cariño.Tuerzo la boca al recordar cómo me dejó en visto anoche, y empiezo a teclear la sencilla respuesta que le doy. Ya no me siento tan nerviosa con este intercambio, pero sí ansiosa por saber quién es él y por qué la reacción de anoche. Hay fracciones de segundos donde creo estar cometiendo un inmenso error y me voy a arrepentir por ceder a estos mensajes.Desde que quedé embarazada por primera vez, h
Lunes, 20 de octubreAbro mis ojos luchando por despegarme de mi cama «succiona almas». No he dormido nada en lo absoluto y, justo diez minutos atrás, al fin mis ojos y mi cerebro se rendían. Pero, como mi calvario apenas empieza, me siento como un zombi mal trecho. Tal parece que hoy será un extraño día de maquillaje para disimular esas horrorosas ojeras que se han formado. Tomo mi teléfono, el que cariñosamente ha interrumpido mi intento de sueño, e intento sonreír. A veces no sé si sentirme animada o estar precavida con todo lo que respecta a este hombre —todavía sigo asumiendo que es un hombre—, y aún más con la reacción de mis hijos anoche.Creo que mi «yo» alcohólica no piensa igual que la sobria. Que me trague la tierra.Gavin: Buenos días, cariño.Este hombre mani