Giovanni subió una mano al rostro de su cobriza y lo atrajo despacio, le mordió el labio inferior y apenas se separó para verla a los ojos. —¿Tienes miedo? — cuestionó en un ronco susurro. Un estremecimiento extraño se reunió en el centro del pecho de Regina ante ese cuestionamiento. —Sí— aceptó al acariciarle el rostro. Giovanni sonrió débilmente. —… pero ya no quiero tenerlo— aseguró al momento de besarle los labios despacio. El ojiazul en automático llevó sus grandes manos a la cintura de la chica y ésta, se arqueó de placer cuando las mismas viajaron distraídamente a sus senos, por debajo de su pijama. El beso que inició siendo una suave caricia, producto del amor que se profesaban y que no habían vuelto a exteriorizar con palabras, incrementó su necesidad conforme sus cuerpos lo suplicaban, Regina meció sus caderas sobre la hinchada hombría del rubio y éste, apretó uno de sus redondos senos, mientras la otra mano se perdía en la suavidad de la piel de su espalda. —Te amo—
Regina revisó una vez más sus libros.—Llegamos— informó el ojiazul al estacionarse en terrenos universitarios.Regina asintió de prisa y se alzó a besar sus labios, esta vez siendo un poco más efusiva, aunque no tanto como para permitirle al rubio profundizar el beso.—Debo correr, ya voy tarde— informó mientras abría la puerta del coche — ¿Verás a tu asesor en tesis? – le pregunto.Giovanni asintió desanimado al apretarse el puente de su nariz, había olvidado su móvil en casa de Regina—Sí, lo buscaré, debe estar dando clase – respondió con fastidio.Ella sonrió, al menos entre la inmensa charla que los había mantenido despiertos hasta casi las tres de la mañana, había convencido a su novio de apresurarse a terminar su tesis.—Entonces nos vemos más tarde – respondió Regina con una sonrisa.—Vengo por ti a las dos— le recordó mientras veía a Regina, envuelta en el elegante abrigo rojo, salir apresurada del auto.—Sí, nos vemos después, te amo — se despidió de prisa y se fue de ahí s
La mirada fría y ambarina de Connor se posó en las luces prendidas de algunos postes de estilo antiguo que se intercalaban con pequeños árboles de escasas hojas, todavía era temprano, pero el cielo nublado hacía parecer como si estuviera por anochecer, cuando aún no pasaba de las seis de la tarde, él se dirigía al departamento de su propiedad en esa ciudad luego de visitar la mansión de su padre.El sonar de su móvil lo hizo bajar la mirada al móvil empotrado en el elegante tablero del coche.—Si— respondió al reconocer el número de Stefano en la pantalla antes de presionar el botón que activaría el manos libres.—Bien, siento sonar insistente con esto, pero necesito insistir por una nueva reunión — el pelinegro se percató del tono cansado del otro hombre, él mismo no se encontraba en mejores condiciones respecto al asunto.Un semáforo le marcó el alto y detuvo su coche.—¡Debes estar bromeando!, ¿en serio? — esa voz alta y alegre, tan conocida para él, le hizo desviar el rostro.Sus
Giovanni sintió un nudo en la garganta y un vacío en el estómago aun cuando Regina lo estaba abrazando y hablando sobre lo mucho que le agradecía haber hecho eso por ella, y reiteró que jamás lo había pensado; él la vio para abajo por la diferencia de estaturas y ella alzó su vista para asegurar que, aunque no sabía cómo, iba a pagarle cada centavo que gastaba en ella.—No tienes nada qué pagar — aseguró y su voz sonó ronca por la tensión.Regina sonrió —Por supuesto que sí, las mensualidades no son nada baratas— le recordó al retroceder un paso y verlo a los ojos, pero sin soltarlo.Giovanni, todavía con los papeles en la mano, ladeó el rostro.—Que no importa, Regina, ya deja de decirlo — alzó la voz al soltarse y apartarse para comenzar a caminar a las escaleras.Ella frunció el ceño y no pudo evitar sentir una pequeña opresión en el pecho ante la brusquedad con la que sonaron sus palabras, ¿Se había molestado?, frunció aún más el ceño al intentar comprender por qué lo hizo, al que
Ya con la nublada luna en lo más alto del cielo, Regina estaba acostada en la cama, sola, se quedó dormida con el celular en la mano, durante las horas en la universidad y de trabajo, lo había revisado en innumerables ocasiones… Giovanni no había siquiera enviado un mensaje.La mala sensación con la que se quedó una vez que se despidieron esa mañana, se extendió y acentuó en su pecho, y, sintiendo eso, durmió.Tampoco lo llamó, quiso darle su espacio, aunque se quedara con un sinsabor enorme.Había sido decepcionante llegar a la casa y saber que Giovanni no estaba, lo había esperado unos minutos para cenar, pero él no llegó; se había duchado y terminado las tareas que no alcanzó a hacer durante sus horas libres en la universidad y finalmente se había acostado resignada.La noche, como venía siendo costumbre, fue realmente fría, Regina estaba acostada bajo un grueso y calientito cobertor, con la calefacción encendida, sólo Oreo acurrucado en sus pies le brindaba un poco de calor ajeno,
Los días luego de esa mañana pasarían largos y solos para cierta cobriza, que se esforzaba por pensar que era un lapso anormal y pasajero en la vida de Giovanni, se recordaba, en especial cuando la inseguridad quería vencerla, que él también era una persona con ocupaciones y obligaciones, no iban a estar todo el tiempo uno junto al otro, aun así, no pudo evitar que su sonrisa se apagara y que la soledad comenzara a deprimirla cada vez que se desocupaba.Giovanni iba a dormir a la casa, generalmente ya estaba en ella cuando Regina regresaba de trabajar, un par de noches cenaron algo ligero juntos, pero él estaba distante; ya se le estaba haciendo costumbre a la cobriza verlo trabajando en su portátil o pendiente del móvil… Giovanni parecía ignorarla de tan ensimismado que estaba…no lo culpaba, los problemas en su empresa parecían ir demasiado mal.Le era imposible no sentirse apartada, ella había intentado iniciar una conversación, pero sólo obtenía de él monosílabos, o largas pausas e
—¿Y qué tal todo? — preguntó Regina con una sonrisa tonta mientas se tocaba con un dedo su labio, lugar donde Giovanni acababa de morderla.—Todo perfecto — mintió el joven mientras comenzaba a salir del estacionamiento de la universidad.El rubio se dio cuenta entonces de lo difícil que era mantener a Regina alejada de toda la mierda que había alrededor de él, tragó difícilmente y evitó la mirada entre azul y verdosa de la joven al asegurarse que valía la pena…toda ella valía la pena.—¿Volverás a la empresa? — preguntó ella al verlo de reojo.Él negó — No por hoy…o el fin de semana — dijo y agregó para placer de la chica — Vayamos a comer, al cine o a pasear donde quieras — sugirió el ojiazul siendo consciente de lo distantes que habían estado — Esta noche intentaremos dormir en mi departamento— dijo y sonrió al guiñarle un ojo, la vio avergonzarse un segundo después — Espero que hayas dejado suficiente comida para el estúpido gato, porque no volveremos por estos dos días – añadió.
Regina alzó sus entre azulinos y verdosos ojos al frente donde su profesora de Desarrollo Industrial daba su clase.—Esta visión comprende que la revolución industrial inició un proceso de acumulación de capital y…— explicaba mientras ella la veía hablar, pero no lograba siquiera recordar cuál era el tema que estaban llevando.La cobriza soltó un suspiro que incluso fue audible para su profesor que volteó a verla, pero prefirió ignorarla para no entorpecer la asimilación de quienes sí prestaban atención.«Casémonos, Regina. Sé mi esposa… por favor»Recordar la voz ronca y profunda de Giovanni en aquel momento le erizó la piel, la necesidad en esas palabras le había llegado al corazón y la mantenían pensando únicamente en ello, se mordió el labio sintiendo una emoción en forma de calidez rodeándola mirando aquel hermoso anillo que posaba en su dedo mientras seguía ignorando su clase, ¿Casarse? ¿De verdad?Bajó la vista a su libreta y mientras veía los pocos apuntes que tenía, sobó su b