Giovanni sintió un nudo en la garganta y un vacío en el estómago aun cuando Regina lo estaba abrazando y hablando sobre lo mucho que le agradecía haber hecho eso por ella, y reiteró que jamás lo había pensado; él la vio para abajo por la diferencia de estaturas y ella alzó su vista para asegurar que, aunque no sabía cómo, iba a pagarle cada centavo que gastaba en ella.—No tienes nada qué pagar — aseguró y su voz sonó ronca por la tensión.Regina sonrió —Por supuesto que sí, las mensualidades no son nada baratas— le recordó al retroceder un paso y verlo a los ojos, pero sin soltarlo.Giovanni, todavía con los papeles en la mano, ladeó el rostro.—Que no importa, Regina, ya deja de decirlo — alzó la voz al soltarse y apartarse para comenzar a caminar a las escaleras.Ella frunció el ceño y no pudo evitar sentir una pequeña opresión en el pecho ante la brusquedad con la que sonaron sus palabras, ¿Se había molestado?, frunció aún más el ceño al intentar comprender por qué lo hizo, al que
Ya con la nublada luna en lo más alto del cielo, Regina estaba acostada en la cama, sola, se quedó dormida con el celular en la mano, durante las horas en la universidad y de trabajo, lo había revisado en innumerables ocasiones… Giovanni no había siquiera enviado un mensaje.La mala sensación con la que se quedó una vez que se despidieron esa mañana, se extendió y acentuó en su pecho, y, sintiendo eso, durmió.Tampoco lo llamó, quiso darle su espacio, aunque se quedara con un sinsabor enorme.Había sido decepcionante llegar a la casa y saber que Giovanni no estaba, lo había esperado unos minutos para cenar, pero él no llegó; se había duchado y terminado las tareas que no alcanzó a hacer durante sus horas libres en la universidad y finalmente se había acostado resignada.La noche, como venía siendo costumbre, fue realmente fría, Regina estaba acostada bajo un grueso y calientito cobertor, con la calefacción encendida, sólo Oreo acurrucado en sus pies le brindaba un poco de calor ajeno,
Los días luego de esa mañana pasarían largos y solos para cierta cobriza, que se esforzaba por pensar que era un lapso anormal y pasajero en la vida de Giovanni, se recordaba, en especial cuando la inseguridad quería vencerla, que él también era una persona con ocupaciones y obligaciones, no iban a estar todo el tiempo uno junto al otro, aun así, no pudo evitar que su sonrisa se apagara y que la soledad comenzara a deprimirla cada vez que se desocupaba.Giovanni iba a dormir a la casa, generalmente ya estaba en ella cuando Regina regresaba de trabajar, un par de noches cenaron algo ligero juntos, pero él estaba distante; ya se le estaba haciendo costumbre a la cobriza verlo trabajando en su portátil o pendiente del móvil… Giovanni parecía ignorarla de tan ensimismado que estaba…no lo culpaba, los problemas en su empresa parecían ir demasiado mal.Le era imposible no sentirse apartada, ella había intentado iniciar una conversación, pero sólo obtenía de él monosílabos, o largas pausas e
—¿Y qué tal todo? — preguntó Regina con una sonrisa tonta mientas se tocaba con un dedo su labio, lugar donde Giovanni acababa de morderla.—Todo perfecto — mintió el joven mientras comenzaba a salir del estacionamiento de la universidad.El rubio se dio cuenta entonces de lo difícil que era mantener a Regina alejada de toda la mierda que había alrededor de él, tragó difícilmente y evitó la mirada entre azul y verdosa de la joven al asegurarse que valía la pena…toda ella valía la pena.—¿Volverás a la empresa? — preguntó ella al verlo de reojo.Él negó — No por hoy…o el fin de semana — dijo y agregó para placer de la chica — Vayamos a comer, al cine o a pasear donde quieras — sugirió el ojiazul siendo consciente de lo distantes que habían estado — Esta noche intentaremos dormir en mi departamento— dijo y sonrió al guiñarle un ojo, la vio avergonzarse un segundo después — Espero que hayas dejado suficiente comida para el estúpido gato, porque no volveremos por estos dos días – añadió.
Regina alzó sus entre azulinos y verdosos ojos al frente donde su profesora de Desarrollo Industrial daba su clase.—Esta visión comprende que la revolución industrial inició un proceso de acumulación de capital y…— explicaba mientras ella la veía hablar, pero no lograba siquiera recordar cuál era el tema que estaban llevando.La cobriza soltó un suspiro que incluso fue audible para su profesor que volteó a verla, pero prefirió ignorarla para no entorpecer la asimilación de quienes sí prestaban atención.«Casémonos, Regina. Sé mi esposa… por favor»Recordar la voz ronca y profunda de Giovanni en aquel momento le erizó la piel, la necesidad en esas palabras le había llegado al corazón y la mantenían pensando únicamente en ello, se mordió el labio sintiendo una emoción en forma de calidez rodeándola mirando aquel hermoso anillo que posaba en su dedo mientras seguía ignorando su clase, ¿Casarse? ¿De verdad?Bajó la vista a su libreta y mientras veía los pocos apuntes que tenía, sobó su b
Regina suspiró agotada — No recuerdo que las escaleras fueran tantas — se quejó con cierta gracia y siguió subiendo.Apenas pasaba del mediodía cuando recibió un mensaje de Alma, la pelicorta la invitaba a reunirse en su antigua habitación, esa que por varios meses compartió con Sara, y aunque si bien tenía trabajos que realizar y temas que repasar, también era cierto que no tenía cabeza para mucho, así que tras encogerse de hombros y sonreír, iba justo en ese momento a reunirse con ellas.Antes de tocar la puerta escuchó risas y un insulto soltado por la castaña dirigido a la pelicorta que no tardó en reprochar, esto sólo le provocó que su sonrisa se enanchara, tocó la puerta y Sara respondió con un ‘está abierto’ entonado en medio tono irónico, pues sabía bien que era Regina.—Hola — saludó la sonriente cobriza al entrar.—¿Desde cuándo pides permiso para entrar a mi cuarto? — saludó irónicamente la castaña.Regina se avergonzó — Supongo que es costumbre — respondió con simpleza al
Minutos antes de las cinco de la tarde Giovanni se levantó de la enorme silla tras el escritorio de su oficina, había estado esperando por Stefano mientras se ocupaba de otros asuntos relacionados con la empresa, en ese instante el intercomunicador sonó.—Si— habló al presionar el botón que lo enlazaba con su secretaria.—Acaba de llegar el señor Stefano — informó como anteriormente le había pedido.—Dile que venga, por favor – ordeno el rubio.La joven afirmó y el rubio dejó de presionar el botón para dirigirse al ventanal que le exhibía una ciudad fría y gris, pues en el transcurso del día el clima había empeorado considerablemente, suponía que durante la noche iba a nevar.—¿Querías verme? — cuestionó Stefano al ingresar a la oficina sin necesidad de tocar.Giovanni volteó de medio lado a verlo y guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón, la seriedad de su rostro alertó al recién llegado.—Supongo que no te fue muy bien – se apresuró a adivinar.El frío ojiazul negó con la c
Los días luego de esa noche pasaron lentos con la misma rutina. Regina apenas estaba logrando salir avante de sus exámenes y rendir también en el trabajo, estudiar y trabajar no era nada fácil, había comentado sobre el próximo viaje que pensaba hacer con su compañero de turno y su supervisor y como era de esperarse, no podía tener vacaciones tan pronto, así que se vio en la disyuntiva sobre viajar o conservar su empleo; si la situación fuese otra, sabía que decidiría quedarse, pero como sus padres volverían en pocas semanas, fue que optó por estar con Giovanni.Seguiría trabajando el tiempo que le restara antes de partir mientras se buscaba su reemplazo, eso pudo importarle más, pero con las cosas por cambiar tal vez hasta terminaría renunciando a su empleo de cualquier forma, su padre seguro se rehusaría a ello, aunque de ese tema no hablaron.Giovanni por su parte, también se sumergió en los asuntos concernientes de su empresa, ahora todo lo que le atañía era no dejar ningún pendien