Javier no recordaba cómo llegó al ático después de resistirse a tomar a Andrea en la cocina de su casa. Pero supo que hizo lo correcto cuando recibió un mensaje suyo más tarde. “Le robé tu número a Efraín. No veo la hora de verte de nuevo y terminar lo que empezamos.”Javier sonrió como un adolescente reviviendo su primera cita al notar la cantidad de emojis que Andrea usó, aunque él sintió vergüenza de hacer lo mismo y solo respondió: “Yo igual, Princesa.” Nada más añadió un corazón. Era un idiota.La noche pasó lenta, y no ayudó la ducha fría que tomó, ni los libros que intentó leer, porque el domingo lo recibió desvelado. Se vistió con ropa casual, despacio, esperando en secreto que Andrea le cancelara.Sin embargo, cuando llegó, ella estaba en la entrada de la casa. Llevaba un hermoso vestido blanco de encaje que contrastaba con su piel bronceada, dejando ver a medias sus delicados hombros. Sus ojos color miel brillaban bajo la luz del sol matutino y una tímida sonrisa adornab
Andrea se abrumó al escucharlo. ¿Acaso debía contarle que Alberto se negó alegando que no era un sabor agradable? Aunque se lo hiciera a la zorra de anoche. El recuerdo escoció.No podía y menos cuando Javier acababa de olfatear sus bragas con cara de vicio y saboreó sus dedos con deleite.¿Qué tenía este hombre que la enloquecía? ¡Cielo Santo! Apenas la había tocado y ya se sentía empapada.—Podría empezar aquí mismo… —susurró Javier cerca de su oreja, retándola con su voz ronca—. Voy a arrodillarme y hundirme entre tus pliegues.Se lamió los labios como si nada, mientras Andrea contenía la respiración y más calor se extendió por todo su cuerpo. Estaba a punto de desmayarse cuando agregó:—Pero me temo que tendrás que esperar un poco más para eso.Javier casi se carcajeó en su cara cuando su cabeza giró tan rápido y entrelazó los dedos con los suyos al guiarla al ascensor.Qué vergüenza.Era un hombre infernal por hacerla sufrir así.Él le indicó que saliera primero y ella dudó porq
Javier apenas podía concentrarse en lo que decía su padre, porque su mente estaba distraída, pensando en Andrea desnuda esperando por él en la habitación.—Javier, ¿estás escuchándome? —la voz severa de su padre lo arrancó de su ensoñación.—Sí, claro —mintió, observando a la mujer que había poseído con tanta pasión, desapareciendo en el ascensor.Javier corrió para detenerla, porque no era así como debía terminar ese día, pero se detuvo al darse cuenta de su desnudez. Sabía que no tenía ninguna posibilidad de detenerla o de aclarar las cosas en ese momento.—Es verdad lo que Cassandra te dijo —continuó su padre, ajeno a la lucha interna de su hijo adoptivo.»Minerva se apresuró a enviar las invitaciones, porque, de alguna manera, convenció a tu madre de que estás tratando de evitar el compromiso.Javier se pasó una mano por el rostro, sintiendo el peso abrumador de las expectativas familiares.—Papá, necesito más tiempo —suplicó—. Hay asuntos importantes que debo resolver aquí.—No h
Andrea estaba sobre su cama, abrumada y con lágrimas, fluyendo sin control mientras trataba de procesar la repentina partida de Javier. Sabía que era absurdo sentirse así, pero no podía negar la opresión en su pecho.Se suponía que se quedaría hasta su examen, y ahora ya habían pasado casi dos horas desde que le deseó ser feliz y él dejó de responder. Lo que la confundió y la hizo llorar como tonta.Un suave golpeteo en la puerta interrumpió sus pensamientos.—¿Andrea? Despierta. Hoy no puedo llegar tarde a clase —llamó Sara desde el otro lado.Ella corrió a bañarse y disimular que nada pasaba. Al salir, la encontró sentada en su cama.—¿Estás bien?—Solo estoy un poco cansada —mintió Andrea, tratando de sonreír.Sara la miró, como si estuviera a punto de decir algo, pero asintió y agregó antes de salir:—Bueno, date prisa que Efraín no espera.Andrea se miró en el espejo de la cómoda mientras se vestía. Obligándose a recuperar la compostura para enfrentar a su familia y bajó a la coc
Javier evitó las provocaciones de Minerva tanto como pudo durante la fiesta, pero su fuerza de voluntad tenía un límite, en especial cuando ella desplegaba todo su arsenal de seducción.La música retumbaba con un ritmo adictivo en el exclusivo H Club, donde Javier se refugiaba para relajarse lejos de las cámaras.Esta noche, su padre lo había librado al llevarse a los invitados mayores, dejándolo a merced de la celebración que Minerva y sus amigos organizaron para darle la bienvenida tras su viaje, pero no sin advertirle sobre la reunión de emergencia que convocó el día siguiente.Javier observó a Minerva cruzar la pista con un caminar felino, su vestido blanco abriéndose en una abertura trasera que revelaba con descaro la piel desnuda de su espalda.La tensión en su entrepierna creció cuando ella se inclinó sobre la barra, vaciando su trago de un solo golpe. En otra época, la habría convencido de irse juntos, pero hoy prefería evitar las conversaciones y lo que vendría después, porqu
Andrea se ajustó el cinturón de seguridad, con un nudo formándose en su estómago a medida que se alejaban de la ciudad. El fin de semana en la casa de playa de los Villanegra había llegado, con un ligero cambio de planes: ellos viajarían solos, gracias a la persuasión de su novio, quien convenció a sus padres con su buen comportamiento desde la cena.Sin embargo, los recuerdos de todo lo que había salido mal entre ellos no permitían que disfrutara del viaje y ni la música o los intentos de Alberto por mantener una conversación fluida lograban disipar su inquietud.La camioneta se detuvo ante una imponente casa de playa. La brisa marina traía consigo el aroma salado del océano, mezclándose con el perfume de las buganvillas.Ella bajó del vehículo, sintiendo la grava crujiendo con cada paso mientras se dirigía a la entrada.—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó, tratando de disimular su preocupación.—Es temporada baja. Así que prescindimos de algunos empleados y además, quería estar a
Javier se sorprendió al abrir la puerta de la sala de reuniones y encontrarse con Alexander ya sentado, con lentes oscuros y tomando un líquido efervescente en un vaso.No tenía idea de a qué hora terminó su fiesta, pero cuando bajó, encontró a las gemelas y a Minerva dormidas en su sala y se preguntó cómo podía estar tan fresco y relajado.La atmósfera en la habitación era tensa, y Pablo Herrera parecía molesto por algo, a pesar de los intentos de Angélica por calmarlo con susurros.Su madre lo miró y le señaló una silla. Javier vio a Cassandra conectada desde quién sabe dónde, llevando un sencillo vestido veraniego y sin una gota de maquillaje. No le hacía falta, pero estaba seguro de que su madre tendría una fuerte reprimenda para ella al finalizar.Pablo se puso de pie, con su imponente presencia llenando la habitación.—Ahora que Javier está aquí y sin más preámbulos, llegó el momento de anunciar la decisión que solicitó el consejo.Él miró a su madre con confusión, buscando resp
Andrea se detuvo en seco frente a la puerta del baño de la universidad al escuchar un sollozo. Su mano quedó congelada sobre el picaporte al reconocer la voz de su amiga Lucía, y se inclinó cerca de la puerta, presionando su oído contra la fría superficie.—Qué voy a hacer, Lu. Ya se nota. —La voz entrecortada de Susan Rangel era inconfundible—. Mamá me interrogó en el desayuno y los nervios me traicionaron.—Shhh, cálmate. No es posible que…—¡Me amenazó con llevarme al médico esta tarde! —exclamó Susan—. Me matará.—Tu madre es un amor, no temas —el tono maternal de Lucía crispó los nervios de Andrea—. Necesitas el apoyo de tu familia. Habla con Brandon.—Lo sabe y dijo que no quiere tener nada que ver con el bebé —la voz de Susan se quebró.El corazón de Andrea se aceleró. Un bebé. Sabía que no debería seguir escuchando, pero no podía moverse. La conversación continuó, aunque Andrea ya estaba formando una idea brillante y peligrosa en su mente, pensando en el poder que esta informa