Aquiles Estaba nervioso de los cojones cuando llegué a la puerta de casa y sentí que mis dedos temblaban al colocar el código para desbloquear la entrada. —Si no te das prisa, te juro que vas a tener que limpiar el pasillo—sonreí negando con la cabeza y juguetee con el anillo en el bolsillo del pantalón con mi mano libre. La sentía sudada y pegajosa. —Te pregunté si querías ir al tocador cuando pasé a recogerte por el centro comercial y me dijiste que estabas bien —. Le miré sobre el hombro antes de volver a colocar la clave. —¡No me reproches, me estoy acostumbrando a esto! —Se quejó —. En el centro comercial, no tenía ganas de ir, no tengo idea de porque necesito ir al baño a cada rato y pasa de un segundo a otro. Un momento estoy bien y al siguiente tengo que correr al cubículo más cercano o es un desastre—. Apretó las piernas y comenzó a dar pequeños saltitos. Finalmente, la puerta se abrió y entró dándome un empujón desesperada —.¡Lo siento, cariño, pero esto califica c
Arianna —¿Qué estás haciendo? —Aquiles se quejó, incorporándose perezosamente y tomó el móvil para comprobar la hora —. Ni siquiera son las cinco de la mañana, cariño… —Dio un salto en la cama y se volvió hacia mí —. ¿Te sientes mal? ¿Le pasa algo al bebé? ¿Código amarillo, naranja o rojo?—No pude evitar reír y froté mi nariz contra su mandíbula, antes de darle un beso. Se veía tan adorable, preocupado y confundido. Lo empujé suavemente para que volviese a acostarse. —No pasa nada. Estoy en perfecto estado de salud y el bebé también lo está. Eres muy exagerado, aunque adorable. Digamos: exageradamente adorasable. —Esa palabra no existe —. Pellizcó mi trasero y lancé un chillido al que respondió sonriendo. —Claro que existe, la acabo de inventar. Ahora dame tu mano izquierda —. Tomé su muñeca y coloqué un cordel rojo de seda —. Perfecto, perfecto, perfecto —. Estiré mi brazo para alcanzar las tijeras y lo corté. —¿Puedo saber qué rayos estás haciendo y por qué has despert
Arianna Aquiles sonrió y me rodeó la cintura con el brazo. Me estrechó contra su pecho. Olía de maravilla. Aquiles sudado, con mi aroma en su piel, era mi perfume favorito. Me peinó con los dedos y enroscó un mechón entre ellos. Mis ojos comenzaron a cerrarse nuevamente, hasta que el móvil comenzó a sonar en la mesa de noche que se encontraba a mi lado de la cama. —Apágalo por favor… —Le pedí, apoyando mi rostro en su piel sudada —. Creo que le pediré un día más a mi jefe. Todavía, no estoy recuperada y las horas extra no ayudan demasiado. —Ni de broma, quiero tenerte cerca cuando la cosa se ponga fea. Así que voy a bañarte y llevarte a la rastra si es necesario —. Aquiles se estremeció por la risa y estiró el brazo para alcanzar el aparato —. No es una alarma, es una llamada. Fruncí el ceño, todavía con los ojos cerrados. No estaba esperando ninguna llamada y se me cruzó por la cabeza que tal vez tenía que ver con mi abuela. —¿Tan temprano? —Abrí los ojos de golpe y vi u
Aquiles —Hoy va a ser un gran día —. Le dije a Walter, al ingresar al aparcamiento del grupo Carissino —. ¿No lo crees? —Él me devolvió una sonrisa amable. Lo era a pesar de la sorpresa que me llevé al saber que mi ex mano derecha, había realizado la noche anterior una transferencia no aprobada. Quería creer que se trataba de un error que resolveríamos en el transcurso del día. No iba a dejar que eso empañase mi felicidad. —Eso parece, señor —. Rellenó la ficha de ingreso —. Por lo que veo para usted es un gran día. Me alegro de que se haya decidido a dar el paso con la señorita Arianna —. Lo miré con el ceño fruncido hasta que recordé el video que circulaba. Ya no podíamos ocultarnos, no después de ser tendencia por algunas horas —. No me mire de ese modo, ya es un secreto a voces. El video ya tiene miles de visitas y muchos comentarios. Hasta mi hija lo vio —. Se estremeció al contener una risita —. Nunca lo imaginé como alguien romántico o demostrativo. Las aparien
Tres meses antes. Arianna «Te amo, Ari. Te amo más de lo que puedo llegar a contener y te querré por siempre. Por favor, cásate conmigo y tengamos una docena de niños tan hermosos como tú». Eso fue lo que me dijo Marcos, el día que me propuso matrimonio con el pulso acelerado y los ojos llenos de lágrimas. Eso fue antes de que comenzara a resquebrajarme por dentro. Antes de sentir que me ahogaba en el miedo y dolor, cada vez que una gota de sangre se deslizaba por el interior de mi muslo y caía lentamente sobre los azulejos blancos del baño, diluyéndose en el agua, antes de perderse en la rejilla. No sé por qué. En el pasado cruzaba los dedos cuando se acercaba el día donde debía presentarse la regla, incluso suspiraba, aliviada y en ocasiones llamaba a Julia; mi mejor amiga, para destapar una botella de vino a modo de festejo. Sin embargo, ahora, que la regla se presentase, solo me provocaba una profunda sensación de soledad. La sangre, era un recordatorio de que estab
AriannaTuve un mal presentimiento, cuando escuché como desde el otro lado de la línea una mujer, cogía aire. —¿Hablo con Arianna Rossi? —Hice un gran esfuerzo para mantener los ojos abiertos y busqué a tientas la lámpara para encenderla, mientras me incorporaba. —Sí, ¿con quién hablo? —Apreté los parpados un segundo, antes de entornarlos, viendo con esfuerzo que eran las tres de la madrugada. Finalmente, logré encender la luz de la lámpara y al sentarme en la cama, me di cuenta de que estaba sola, aun Marcos, no había regresado. Contuve el aliento un instante, esperando que la llamada no fuese la razón por la que mi esposo, no estaba a mi lado. —Hablo del hospital San Bernardo, usted es el contacto de emergencia de Marcos Rossi, fue ingresado hace un momento, tras sufrir un accidente automovilístico. Tardé varios segundos en comprender lo que acababa de oír y muchos más en asimilarlo: “Marcos…Ingresado…Accidente…” Sentí la boca seca y mi corazón, reaccionó de inmediato,
Arianna ¿Por qué el maldito cacharro había elegido justo ese día; en el que mi futuro financiero pendía de un delgado hilo, para tardar quince minutos en arrancar? Ojalá mi abuela, me hubiese heredado un bonito Honda Civic Si, vintage y femenino. En lugar de ese monstruoso modelo Sedan XL, que se llevó puesto todos los ahorros que me quedaban, con un cambio de neumáticos y una bomba de agua nueva. Aun así, era mejor que ir a las entrevistas de trabajo en transporte público con el pelo pegado a la nuca y sudando la gota gorda. No es que fuese desagradecida, no obstante, estaba llegando quince minutos tarde a la última entrevista laboral de la semana en el grupo Carissino. Había dudado bastante sobre la idea de postularme a una vacante de ejecutivo junior en el departamento de marketing del sector de bienes raíces. Por varios motivos: Uno: allí trabajaba mi exesposo, el que se acostó y embarazó a mi mejor amiga. Fin de la lista. Ese era más que un motivo más que válido, no n
Arianna —No es lo que parece —. Se apresuró a decir Marcos, soltándome de pronto y alejándose de mí, como si acabase de recibir una descarga. Me encogí contra la esquina, cuando el hombre dio un paso al frente, entrando en el elevador. —Eso espero, porque parecía que habías apretado el botón de emergencia con fines personales—. Dijo con voz resonante y dura. Levanté la vista brevemente, sonrojándome y lo primero que logré ver, fue su muñeca fuerte, los gemelos de diamante, un reloj de oro y unos dedos largos que apretaban más de la cuenta, un sobre de manila. ¿Creía que estábamos a punto de echarnos un polvo en el ascensor del trabajo de mi ex? Me pregunté si me atrevería a mirarle a la cara después de la embarazosa posición en la que me acaba de encontrar para explicaciones. Probablemente, no. Esperaría a que bajase para volver a la primera planta y salir del edificio. De todas formas, ya estaba llegando casi cuarenta minutos tarde. No serviría de nada que me present