Capítulo 96
Poco después, Mario entró a la oficina.

Miguel levantó la vista buscando detrás de él. —¿Dónde está Laura?

Mario vaciló por un momento antes de responder: —¡Mandé a buscarla al baño de mujeres, pero no hay nadie!

Apenas terminó de hablar, el rostro de Miguel se ensombreció. —¡Llámala! ¡Que se venga de inmediato! Si no, ¡que se atenga a las consecuencias!

Mario lo miró, preocupándose en silencio por Laura.

¿Qué habrá hecho la señora Soto para que el señor Soto esté tan furioso?

—¡Llámala ya! —ordenó Miguel con voz aterradora.

Mientras tanto, Laura estaba sentada en un jardín frente al edificio, atendiendo una llamada.

El médico de su abuela le informaba que alguien había enviado medicamentos especiales para una semana, y que ya se los habían administrado a su abuela, quien ahora mostraba mejor semblante.

Al oír esto, las lágrimas que Laura acababa de contener volvieron a brotar de nuevo.

—Iré a ver a mi abuela en un momento, gracias doctor.

—No me agradezcas a mí, ¡agradécele a quien e
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