Capítulo 4: Opciones

Despierto en una habitación completamente extraña. Pero, afortunadamente, tengo mi ropa que usaría para las grabaciones, por lo que, nadie ha intentado abusar de mí. No obstante, no me dice que estoy fuera de peligro.

Porque la brisa con olor a mar, me dice que no estoy cerca de donde me encontraba y eso lo confirmo al verme rodeada de mar. De inmediato, camino hacia la puerta que para mí fortuna, esta sin seguro.

Al salir, nada me resulta conocido y aunque abro todas las puertas cerca, no encuentro un solo rastro de quien puede estar detrás de esto, ni mucho menos, donde me encuentro, causando que me sienta presa del pánico.

— ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? — pregunto llena de temor.

— Deberías ser cuidadosa cuando llamas por ayuda en un lugar desconocido, Marcela. Porque cuando pides ayuda no sabes si quien viene es para ayudarte o para causarte más dolor. — dice una figura que por la luz en su contra, solo puedo ver su silueta oscura.

— ¿Quién eres? — pregunto preocupada.

— ¿No me conoces, cariño? Soy el único hombre que ha entrado en tu interior. — dice él sonriéndome.

Retrocedo de inmediato, viendo como en cada parte de su cintura hay una pistola. Se nota que es alguien peligroso y no precisamente por jugar conmigo con su hermano gemelo, si no, algo mucho más peligroso.

— ¿Quiénes son ustedes, Nick?

— No sabes cuanto disfruto que puedas reconocerme, querida. — dice Nick.

— ¿A dónde me has traído? — pregunto seria.

— Pensé que me dirías porque ya no me veo como el lujurioso actor que juega con varias chicas a la vez y ahora estoy armado. Pero, si quieres saber primero donde estás, te lo diré: estas en el faro Klessfleir.

— Hablo en serio.

— Yo también, Marcela. Estas en mi guarida, así que, te recomiendo que seas una buena chica, porque la guerra se ha desatado y ahora los Thompson debemos atacar sin mostrar debilidad.

Intento procesar lo que me está diciendo, pero, lo que dice lo entiendo porque es en el mismo idioma que hablo, pero, no logro comprender lo que significa.

— ¿Qué hago aquí?

— Lo he dicho, no puedo mostrar mi debilidad cuando el enemigo quiere destruirme.

— ¿Yo soy tu debilidad? — pregunto incrédula.

— La de ambos.

— ¿Ambos?

— La de Noah y la mía, Marcela. — dice Nick y yo me comienzo a reír, porque es ilógico que me diga algo así.

No puedo evitar reírme por los euros, uno de los locos Thompson acaba de decir. Porque es ilógico que una de las mujeres con las que ha jugado, sea su debilidad. 

— ¿Por qué te ríes? Estoy hablando en serio.

— Sí, como no. 

— Te hablo en serio. Eres nuestra debilidad.

— Se nota, porque sé la han pasado jugando conmigo por más de un año.

— Es por eso que eres nuestra debilidad, porque nosotros jugamos con las chicas por un mes como máximo, como tampoco anunciamos que tenemos pareja, como si lo hizo Noah. 

— Entonces, ¿Debería agradecerles por jugar conmigo por más tiempo? — pregunto y Nick suspira profundo.

Con cada paso que da, es más evidente que es el peligro del que debo huir, porque aunque el lugar sea totalmente desconocido, solo lo que conozco es lo que más emana peligro y ese es Nick.

Por eso, corro sin saber hacia dónde huir, porque por mucho que tome las escaleras y huya, no hay manera de que pueda saber exactamente hacia donde me dirijo.

— Marcela, por mucho que corras, no podrás marcharte a menos que tengas un barco. Ha estado lloviendo mucho, por lo que, el mar es un peligro y por eso, no es posible que puedas marcharte sin morir en el proceso.

— ¿Qué te hace pensar que quedarme me salvará la vida?

— Porque solo estamos tú y yo aquí, y yo no estoy interesado en causarte daño.

— ¡Lo hiciste, Nick! ¡Me follaste haciéndome pensar que eras Noah!

— Deberías ser honesta contigo misma, Marcela, porque sé perfectamente que solo le hiciste una mamada a mi hermano porque insistías que no estabas lista, pero, conmigo fue diferente.

Eso es verdad, no lo pensé por un segundo y permití que hiciera conmigo lo que quisiera, cuando antes no había sido así y lo peor, es que no puedo culpar al alcohol porque no estaba bebiendo.

— Me deseas, porque aunque tu mente no sepa diferenciarnos, tu cuerpo solo cede ante mí, ante Nick Thompson.

— ¿Qué quieren de mí? Ya jugaron conmigo, así que, es momento que se detengan. — digo llorando mientras subo las escaleras, pero, apenas giro, él me abraza y cargándome como si nada, regresa conmigo.

— Te lo diré pronto.

— ¡Bájame! — grito golpeando su espalda, pero, él solo me baja cuando entramos a una especie de estudio donde en vez de libros, hay muchas fotografías y dinero.

— Ahora te diré lo que quiero, Marcela. Pero, antes te diré quién soy: mi nombre es Nick Thompson y con mi hermano Noah, tenemos el título de príncipes de la mafia. Hace pocas horas, han secuestrado a mi padre para que cedamos el control de nuestro negocio, pero, no vamos a ceder y por eso, te he traído aquí.

— ¿Qué clase de broma me estás diciendo?

— No es broma, Marcela. Mi familia es la líder de la mafia y por eso, nos están buscando para matarnos por no querer ceder el control. Ahora que sabes quién soy, te diré que quiero de ti: cásate conmigo o muere ahora mismo. — dice Nick, sacando una de sus armas que carga encima, para colocarla a un lado de un documento.

Aturdida, me acerco a su escritorio y noto que el documento sobre este, es un acta de matrimonio que tiene ya la firma de Nick, a su lado, está el arma y del otro, hay un bolígrafo.

— Dicen que un lápiz es más poderosa que un arma, así que, tómalo y dime que serás poderosa sin importar la decisión que tomes.

— Entonces, me estás diciendo que si no firmó el acta que me convierte en tu esposa, debo morir, ¿verdad?

— Sí. Es justamente eso lo que quiero decirte.

Sin dudarlo un poco, tomo el arma y me disparo en la frente.

‘Ni estando muerta me casaría con él.’ Digo decidida.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo