Capítulo 150: Pedir disculpas

Aunque no los dejo agacharse por sus heridas, si les doy cosas para que lleven e incluso los perros llevan algo en sus hocicos, para distraerlos de cuantas veces han coincidido cuando quieren ayudarme y como ninguno de los dos quiere dejarme sola. 

Así llevamos todo hacia la casa, donde nos despedimos bajo la promesa de que nos reuniremos a una fogata, mientras yo imploro que no sospechen más de lo que ya es evidente.

Solo cuando estoy en el baño, respiro profundo por todo lo que sucedió en tan poco tiempo, pero, agradezco que todo esté bien hasta ahora. Así que, rápidamente me preparo para la fogata y salgo implorando que no pase algo más.

Cuando llego a la sala, ellos ya están arreglando la sala, mostrando que una herida de bala no es algo relevante para los gemelos Thompson, que cuando me ven, me sonríen y yo siento como algo se derrite en mí y no es precisamente mi corazón.
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