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Cierto día José Luis le preguntó a su amigo que cómo va su relación con aquella chica, este le comentó que por el momento están peleados porque en una ocasión, ella le revisó su celular y le encontró mensajes de texto recientes de varias chicas que le han estado escribiendo para solicitar verlo y salir a divertirse.

—Joder hermano, pues si a ti ya te descubrieron significa que mi novia no tarda en sospechar de que yo también la estoy engañando. —José Luis ahora está preocupado de que su chica también le descubra sus múltiples infidelidades.

— Pero mi chica me ha dicho que su amiga no sabe que ella y yo estamos saliendo como pareja.

— Qué raro, porque Clara Isabel tampoco me ha comentado nada acerca de su amiga y tú. —ellos están extrañados porque las chicas al parecer no son tan íntimas como lo son ellos.

— Bueno hermano, entonces no tienes por qué preocuparte, ellas aún no se han contado entre sí de que están saliendo con nosotros. Por lo tanto, ella no le contará a tu chica que hemos terminado porque yo soy mujeriego.

— Bueno, en eso sí tienes razón, por lo menos ella no se dará cuenta de que le estoy poniendo los cuernos y no solo con una chica.

— José Luis, yo veo que tú eres indiferente con esa chica, ¿acaso no la quieres?

— Te voy a ser sincero hermano, no la quiero, no siento amor por ella, solo una bonita atracción sexual.

¡Ash! Pero no me lo vas a creer que ya le he insinuado que tengamos sexo, y ella aún no quiere, según que lo hace porque su exnovio la engañó y teme que yo también le haga lo mismo.

— Tu chica se ve que es bastante humilde José Luis, si no la quieres por lo menos deberías de hacérselo saber y que ella decida si quiere estar en una relación en dónde solo importa el buen sexo.

— Sí, en cualquier momento se lo haré saber, porque además no me sirve como mujer, porque no me quiere dar lo que yo necesito como hombre activo, tú me entiendes.

— Bueno, tú sabrás qué hacer.

— Ajá, pero y tú por qué me aconsejas que no le haga daño a mi novia, ¿o me vas a decir que tú si sientes algo por la tuya? —Preguntó José Luis de forma sarcástica.

— Yo sí la quiero hermano, y voy a tratar de cambiar y ser un buen hombre para que ella me acepte de nuevo.

— Ja, ja, ja no te digo, ¿Y los mensajes de texto que dices que ella te encontró?, esas son evidencias de que no vas a cambiar, Alberto.

— Un mensaje de texto no define si yo he cambiado o no, yo no tengo la culpa de que otras chicas me escriban para invitarme a salir cómo lo hacían antes. Ahora ya les estoy dejando en claro a cada una de ellas que ya no puedo salir si no es con mi novia. Y eso se lo expliqué a Yeni, pero ella no me creyó y me pidió que nos diéramos un tiempo.

— Pues sí, es cierto que la quieres, ya te fregaste, hermano.

Los amigos siguieron platicando por otro rato más y después cada uno se puso a hacer su trabajo dentro de la empresa.

Este día, José Luis decidió salir temprano de la empresa, y como él es el jefe, no necesita permiso o autorización de nadie para hacerlo.

Tiene un plan en mente para esta noche, pasó por una tienda en dónde venden arreglos florales y compró uno muy grande.

Luego fue a una joyería para comprar un anillo de compromiso, eligió uno de los más baratos de la tienda, total es para que luego la chica lo tiré a la basura.

Por fortuna él ya sabe en cuál joyería es que trabaja Clara Isabel, porque de lo contrario hubiese sido vergonzoso que él llegara y ella lo atendiera y le ayudara a buscar su propio anillo y lo peor que de los más baratos y sencillos.

Cuando iba en el auto para su casa, le llamó a la joven y le comunicó que por la noche llegará, pero que no le prepare cena porque él la llevará para los dos.

La chica se puso muy contenta porque está segura de que ese hombre es el amor de su vida, está muy enamorada de él y ha decidido dejar a un lado las dudas y el miedo para darse la oportunidad de entregarse en cuerpo y alma a él.

— Él es muy cariñoso conmigo, y ha respetado mi decisión de que no tengamos nada referente al sexo, ¿qué más pruebas necesito para darme cuenta de que él también está enamorado de mí? —comentó en voz alta estando a solas.

A las siete en punto de la noche tocaron el timbre de la puerta, Clara Isabel fue a abrir y se encontró con su apuesto novio de pie en la entrada.

— Pasa mi amor, no te quedes ahí parado.

— Gracias mi corazón, toma estas flores son para ti.

— Gracias cariño, están muy hermosas.

— No más bellas que tú, mi amor.

De inmediato se dispusieron a cenar y entre charla y charla las horas pasaban y se hizo muy tarde sin darse cuenta. José Luis, como ya sabe la respuesta que su novia le dará si esta noche le pide que hagan el amor, entonces prefirió no decirle a ella que le permitiera quedarse, y por lógica que él no es hombre que va a dormir al lado de una mujer sin tocarla.

— Clara Isabel, ¿me haces el honor de ser mi esposa? —Dijo José Luis, colocándose de rodillas en medio de la sala de descanso, él extendió su mano en dirección a la chica que lo veía sin poder creérselo. Abrió la cajita que contiene la argolla de compromiso y la puso delante de ella.

— ¿Es de verdad lo que me pides mi amor? —Preguntó la joven, colocando ambas manos en su boca que ya forma un ademán de admiración.

— Claro que es cierto que te pido que seas mi esposa.

— ¡Guao!, sinceramente esto no me lo esperaba de ti.

— ¿Y entonces que dices, aceptas?

— Claro que sí acepto, mi amor, quiero ser tu esposa para toda la vida.

José Luis se puso de pie y colocó el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de la chica, ya que según lo que le dijeron en la joyería, así es la tradición.

— Sé que a tu lado seré feliz mi amor, y desde ya te digo, que aunque tus padres se opongan a nuestro matrimonio, te puedo asegurar de que yo voy a luchar para que nuestro amor nunca se termine.

— Juntos venceremos cualquier dificultad que a lo largo del camino se nos presente, mi amor.

— Eres el mejor hombre y futuro esposo del mundo.

— Por cierto, quiero proponerte que mañana mismo nos casemos.

— ¡Qué! ¿Tan rápido quieres que nos casemos?

— Sí, estoy ansioso porque seas mi esposa, mi bella esposa, que a pesar de que apenas nos vamos conociendo, ya aceptó casarse conmigo para hacerme el hombre más feliz del universo.

— Bueno, está bien, mañana nos casaremos. ¿Pero cómo vamos a invitar gente en tan poco tiempo? Bueno, aunque de mis invitados solo sería mi amiga Yeni, porque no tengo familia ni más amistades-. —Dijo en tono triste la chica.

— Yo tenía pensado que no invitáramos a nadie, me gustaría que sea una ceremonia privada entre tú y yo, mi amor.

— Está bien José Luis, me gusta la idea. Pero mi amiga Yeni me matará cuando se entere de que me he casado y no tuve la dicha de invitarla.

— No te preocupes por eso, yo tampoco invitaré a mi amigo, y seguramente se pondrá furioso, pero eso no importa mi amor. Con tal de que tú y yo nos convirtamos en esposos, el resto del mundo sale sobrando.

Al día siguiente los chicos se casaron, la joven Clara Isabel, le preguntó a su esposo que por qué no habían llegado sus padres. Pero este le mintió diciéndole que como el día anterior ya habían quedado que a nadie invitarían, entonces él no podía faltar a esa regla.

En esta ocasión no hubo luna de miel porque él le dijo que su jefe no le quiso dar permiso para salir, pero le prometió que en cuanto pudiera la llevaría a algún lugar del mundo.

También le dijo que por mientras le decía a sus padres que se ha casado, se quedará con ella en su apartamento y que dentro de dos semanas la llevará a presentarla con ellos.

— Está bien mi esposo, puedes quedarte en mi apartamento las veces que tú quieras.

Esa noche hubo derroche de sexo en la habitación, Clara Isabel, aunque muy tímida, pero tenía muchas ganas de hacer el amor con su esposo, mientras que José Luis lo hacía solo por complacerla, porque siente hasta repugnancia por ella.

Al día siguiente...

— Mi amor, ¿cuándo te vas a traer tus cosas personales para este lugar?

— ¡Nunca! Jamás cometería semejante locura.

— ¿Por qué te expresas así, mi amor?

— Ja, ja, ja, ¿qué no te has dado cuenta de que yo solamente te utilicé? ¡Este matrimonio no es válido, tú y yo no estamos casados! —Exclamó el hombre con una sonrisa burlona, mientras Clara Isabel siente que su corazón se le hace pedazos.

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