Capítulo 38

Hiz dejó salir un suspiro de cansancio.

—No creo que Dober me muestre en sociedad tan pronto —comentó con desinterés, se sentía demasiado cansada mentalmente.

—Oye, ¿qué le pasó a tu parche? —inquirió Dane.

Hiz llevó una mano a su cuello y cubrió su marca.

—Lo tenía puesto, ¿cómo se pudo caer? —comenzó a mirar el piso de la habitación.

—Ellos se caen cuando la marca ya no lo necesita —explicó Dane—. Qué bueno que ya te encuentres mejor.

La primera buena noticia que Hiz recibía en todo el día.

—Hiz, ahora que lo recuerdo, por eso quise venir a hablar contigo —se apresuró a decir Dane—. ¿Por qué tuve que dormir anoche en el hotel? Quise preguntarte anoche, pero me dijeron que estabas con Dober y él llegó muy molesto.

—Ah… es que —¿qué podría decirle para que no se asustara? —. Tu mamá me pidió que te dejara quedar en el hotel, se iba a quedar en casa de tu tía.

—¿Qué?, ¿por qué? —Dane tornó su rostro serio y algo asustado—. ¿Qué pasó en la aldea?

—Es que… —Hiz llenó sus pulmones de aire
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