Como Jew había dormido casi todo el día, no tenía nada de sueño ahora en la noche. Se acomodó a medio lado y observó a Betsy dormitar en el sillón. Aunque el lugar donde descansaba la chica era un sillón que se reclinaba para que estuviera algo cómoda, seguramente pasar varias noches allí, ya se volvía incómodo y debía cansar la columna vertebral.Notó que ella había abierto los ojos y ahora se estaban mirando fijamente.Después de su pequeña discusión en la mañana, Betsy se mantuvo seria y prácticamente no habían hablado en todo el día. Aunque Jew intentara fingir que no lo vio, la verdad era que notó las veces en que los ojos de Betsy estaban húmedos y en la tarde logró ver cómo se limpiaba una lágrima de la mejilla derecha.Él quería ser de corazón frio
Dober Momson, veintidós años de edad:—El colapso del terreno se dio en la mina principal —informó el secretario a Dober—. Se necesita que se monitoree la zona para hacer la excavación.Dober observó con detalle el mapa frente a él y la zona resaltada con tinta roja.—¿Cuántos hombres son? —inquirió.—Cien hombres, señor —respondió el secretario.—Son muchos —soltó—. Hay que sacarlos cuanto antes.—Señor, me temo que el Mando Mayor ha pedido que retomen la excavación, no se puede detener la central de abasto de energía oscura —comentó el secretario.Dober tenía en el puesto de Mando Segundo dos años, aún no lo consideraban totalmente competente al ser muy joven. Sin embargo, ya lo enviaban a misiones de monitoreo regional al ser muy
Bajó de la nave y notó a la multitud agolpada a lo lejos. Había muchos agentes del Gran Grupo rodeando y monitoreando el lugar, así como varias carpas en la que estaba localizada la central que monitoreaba la excavación. También máquinas voladoras iluminando la mina y grabando toda la misión.—¿Los agentes están de decoración? —preguntó Dober al ver que el agente principal del Gran Grupo que monitoreaba la misión se acercó, totalmente vestido de blanco.—Mando Segundo —hizo una reverencia—. La multitud agolpada son las uniones de los mineros, están pidiendo que les den alguna razón sobre el estado de ellos. Solo piden que les informen si los van a salvar.Dober dejó salir un suspiro y entendió la situación. Puso las manos en su cintura.—Dígales que están bien, que estamos en
Las cosas no salieron bien para Dober esa madrugada. Era su mayor desgracia.El Mando Mayor (su padre) por lo bajo, había dado la orden que explotaran el lugar donde se encontraban los mineros para que murieran en la explosión y así terminar con la misión de rescate y atribuir la muerte de los mineros a una falla en la mina y lavarse las manos del caso.De esa forma, se podría volver a poner en marcha la mina después de pasadas unas horas.Cuando Dober vio que había una falla en el sistema, pidió que detuvieran la misión.En un intento desesperado por salvar las vidas de los mineros, se teletransportó a la zona afectada y con su poder mental intentó retirar la arena que obstaculizaba la salida de la mina.Varios de sus trabajadores le gritaban que se retirara, que la bomba iba a explotar, pero Dober siguió acercándose a la entrada.Grandes toneladas de
Las mañanas al lado de Dober Momson cambiaron.Hiz se despertaba mucho más temprano que antes, bueno, de hecho, era Dober quien la despertaba.Para esas horas, aún no salía el sol, pero ellos ya se cambiaban con ropa deportiva y se iban a los patios traseros de la Casa Principal, cerca del lago, para ejercitarse y Dober la entrenaba.Le enseñaba a controlar su habilidad mental, así como desarrollar las de la marca Pluma.Como Hiz terminó casi volviendo loco a su antiguo entrenador, Dober pensó que, si la entrenaba él mismo, Hiz no tendría excusa para atacarlo.Por más que era su compañera sentimental, Dober la trataba con mucha seriedad y le exigía resistencia. Practicaban lucha y en varios casos le sacó uno que otro moretón en la piel de la joven.De hecho, una vez, Hiz se enojó tanto que intentó atacarlo mentalmente, pero
—Debo partir al día siguiente de la unión oficial de los Mandos Segundos —afirmó Gost—. Lo siento, amor, no puedo sacar más tiempo, ya llevo varias semanas aquí y mi padre está furioso porque no he acatado sus órdenes.El silencio inundó la habitación. Llovía y por el balcón se podía ver las gotas del sereno que hacían una especie de capa blanca en el aire.Se escuchó un trueno.—No quería contarte esto —sus dedos índice y medio tamborileaban la mesa de madera, donde estaban tomando café—, pero mi padre me ha estado pidiendo que me quede por más tiempo si le llevo información confidencial de lo que pasa en la Casa Principal.La barbilla de Dane se alzó un poco y sintió una corriente de adrenalina recorrer su cuerpo.—¿Cómo…? —Intent&oac
Jew volvió al trabajo el mismo día que el doctor Ramson le dijo que su vida ya no corría peligro y que se estaba recuperando satisfactoriamente. Si bien no le habían dado de alta, Jew lo entendió como luz verde para volver a sus responsabilidades.Decidió acercarse para hacer un monitoreo a su equipo del Escuadrón de Resistencia, seguramente, cuando vieron que Jew estaba faltando, decidieron hacer fiesta y dejar sus trabajos a un lado.Para poder marcharse de la clínica, tuvo que escaparse por una ventana. Para ese momento, tanto el doctor Ramson como Betsy, deberían estar buscándolo. Por lo mismo, debía darse prisa y tomar por sorpresa a su equipo para darles una gran reprimenda. Además, tenía que adelantar todo el trabajo y dejar listo lo que necesitaría para la misión que Dober Momson le encomendó.El único problema de Jew era su adicci&oacut
Los guardias y agentes así lo hicieron. Volteó a ver hacia atrás y el grupo que había salido de la sala corrió hacia el interior.Cuando pudieron estar totalmente solos, Jew se relajó un poco.A Betsy le impresionaba la seriedad que ponía Jew en su trabajo, era como estar con otra persona. No se parecía en nada al chico dulce e ingenuo que se mostraba en la privacidad. Ahora tenía totalmente claro cómo es que pudo escalar a un rango tan alto como ser la mano derecha de Dober Momson.—¿Jew, es cierto que el Mando Segundo vino a verte? —preguntó Betsy con voz desesperada.—Es cierto.—¿Qué te dijo para que vinieras corriendo al trabajo? —la joven tragó saliva.—Es información clasificada, Betsy.Ella lo tomó de la camisa en un arrebato de rabia y desesperación.—&i