Capítulo 59 —Porque eres miaNarrador:Franco desvió la mirada por un instante, sus dedos tamborileando sobre su muslo como si estuviera eligiendo con cuidado sus palabras. Lorena lo observó con el ceño fruncido, esperando.—¿Por qué te casaste conmigo, Franco? —preguntó en voz baja, pero con firmeza.Él exhaló lentamente, sin responder de inmediato.—Tú sabes por qué —murmuró sin mirarla.—No, yo sé por qué me casé contigo. Mi padre me lo impuso, no tuve opción. Pero tú… —lo miró fijamente, con una mezcla de determinación y confusión—, tú sí la tenías.Franco se giró hacia ella, sus ojos claros brillando con algo indescifrable.—No, no la tenía.Lorena negó con la cabeza, cruzando los brazos sobre su pecho.—Sí, sí la tenías. Si te hubieras negado, Enzo igual te habría dejado todo. Lo sabes tan bien como yo.Franco apretó la mandíbula.—No era tan simple, Lorena.—Claro que lo era. —El silencio que se instaló fue denso, cargado de tensión. Franco la miró fijamente, con esa intensidad
Capítulo 60 —Jodida mujerNarrador:Franco había terminado los asuntos más urgentes y, ante el ruego de Lorena, volvían a la casa donde ella se había criado.Desde el momento en que abordaron el jet privado, Lorena sintió la tensión en el aire. Franco estaba demasiado tranquilo, demasiado compuesto, demasiado controlador después de días de contención. Pero ella lo conocía. Sabía que bajo esa fachada impecable había una tormenta acumulándose, un deseo contenido que en cualquier momento podía estallar.Se acomodaron en los asientos de lujo, con Luigi y dos escoltas ubicados en la parte trasera de la cabina, aparentemente inmersos en sus asuntos. Pero Lorena sabía que bastaba un solo roce, una sola provocación para encender la mecha.Y decidió ser ella quien lo hiciera.Cruzó las piernas con lentitud exagerada, asegurándose de que Franco viera cómo el vestido se deslizaba apenas sobre su muslo. Se inclinó un poco hacia adelante, como si estuviera acomodándose en el asiento, pero en reali
Capítulo 61 —Vuelva pronto, Señora ManciniNarrador:Lorena se estiró con pereza en la cama, sintiendo el calor del cuerpo de Franco aún pegado al suyo. Su piel desnuda contra la de él, su respiración profunda enredada en su cabello.Sonrió antes de girarse con lentitud, sin despegarse de su pecho. Se sentía poderosa cada vez que lo veía así, vulnerable, relajado, sin la coraza del Don implacable.Pasó la yema de los dedos sobre su clavícula, luego sobre los músculos de su abdomen y subió hasta su cuello, acariciándolo con ternura.Franco gruñó bajo y la atrajo más contra su cuerpo.—No me provoques, mujer… —murmuró con voz ronca.Lorena sonrió.—Solo te acaricio.—Es lo mismo. Tu piel sobre la mía siempre es una provocación.Lorena rió contra su pecho y subió una pierna sobre la suya.—¿Sabes? Hoy quiero salir.Franco entreabrió un ojo.—¿Salir?—Sí, ir al pueblo.Franco cerró los ojos nuevamente y negó con la cabeza.—No.Ella chasqueó la lengua, subió su mano a su mandíbula y delin
Capítulo 62 —La video llamadaNarrador:Lorena se acomodó en el asiento trasero del coche con una sonrisa de emoción pintada en el rostro. Luigi estaba a su lado, con la expresión seria de siempre, hablando por el intercomunicador mientras los escoltas en los otros vehículos confirmaban la ruta.—Dime, Luigi —dijo ella, divertida —¿Siempre eres tan paranoico o solo lo haces porque me adoras?Luigi la miró de reojo y soltó un suspiro.—Si estuvieras en mi posición, también serías paranoica.Lorena rodó los ojos, pero no dijo nada más. No iba a discutir con él, estaba demasiado emocionada por su primera salida sola.Cuando llegaron al pueblo, el recorrido comenzó sin complicaciones. Entró a varias tiendas, probándose vestidos y zapatos, aunque al final terminó comprando cosas más simples: un par de jeans, camisetas cómodas, un par de tacones nuevos.Pero entonces… vio el escaparate de la joyería.Y ahí estaba. El reloj perfecto para Franco. Ne*gro, elegante, con detalles dorados que le
Capítulo 63 —CaosNarrador:El primer golpe en la puerta fue firme, seco, haciendo que Lorena diera un pequeño respingo.—Lorena, abre la puerta. —La voz de Luigi sonó seria, con ese tono de autoridad que usaba cuando no había espacio para discusiones.Lorena soltó un suspiro exagerado y rodó los ojos.—¡Estoy ocupada, Luigi!Segundo golpe. Más fuerte.—No me hagas entrar ahí.Lorena bufó y revisó su reflejo una última vez en el espejo.—No te atreverías.Tercer golpe.—Tengo órdenes directas de Franco de llevarte a la casa en este preciso instante. Sal de inmediato o te saco yo.Lorena cerró los ojos con frustración, sintiendo que su diversión acababa de terminar de golpe. Mal*dito Franco y su manía de controlarlo todo. Suspiró pesadamente, recogió sus cosas y, con toda la calma del mundo, se acomodó el cabello antes de abrir la puerta. Luigi estaba de pie justo frente a ella, con los brazos cruzados y una expresión de absoluto fastidio. —Ya salí, ¿Contento?—Nos vamos.Lorena se ap
Capítulo 64 —Infierno en la oscuridadNarrador:El chirrido de los frenos hizo que el corazón de Lorena diera un vuelco. La camioneta se detuvo bruscamente, levantando polvo a su alrededor.—Voy a mear —gruñó uno de los hombres desde el asiento del copiloto.—Yo también —dijo otro, con voz despreocupada.Los dos bajaron, cerrando las puertas de golpe. El tercero, el que había hablado con un tono burlón desde que la metieron en la camioneta, se quedó con ella.Lorena respiró con dificultad, su cuerpo aún temblaba con el rastro del pánico. Franco vendría. Tenía que venir. Pero entonces sintió la presión de unas manos ásperas aferrarse a su cabello y su mundo se fragmentó.Un tirón brutal la arrancó del asiento y la arrojó contra el suelo pedregoso. Su piel desnuda debajo del vestido ligero se raspó al contacto con la tierra áspera, pero ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar.—Voy a divertirme un rato contigo mientras esos dos terminan —susurró el hombre, su aliento apestando a tabaco y
Capítulo 65 —¿Dónde está Lorena?Narrador:El sonido insistente del teléfono retumbó en el despacho de Franco, pero él ya lo estaba esperando. Desde que sintió que algo estaba mal, desde que su pecho se tensó con un presentimiento que no podía explicar, supo que esa llamada llegaría.Tomó el móvil con rapidez, viendo el nombre de Luigi parpadear en la pantalla.—Dime que todo está bien —soltó de inmediato, su tono grave, exigente, pero en el fondo suplicante.El silencio al otro lado de la línea fue la primera señal de que nada estaba bien.—Jefe… —la voz de Luigi estaba tensa, entrecortada, con un tono que Franco nunca le había escuchado antes.El corazón de Franco se detuvo por un segundo antes de volver a latir con furia.—¿Dónde está Lorena?—Nos atacaron —soltó Luigi, su voz ahora con un filo de rabia contenida —Nos emboscaron cuando salíamos de la tienda. Uno de los nuestros está muerto.Franco sintió cómo el mundo a su alrededor se volvía rojo.—¿Dónde está Lorena? —repitió en
Capítulo 66 —No puedo perderlaNarrador:La bodega olía a óxido, sudor y muerte inminente. La única luz provenía de una bombilla desnuda colgando del techo, proyectando sombras alargadas en las paredes de ladrillo húmedo. El silencio era denso, pesado, como si el aire mismo se hubiera detenido en anticipación a lo que estaba por suceder. Franco entró con paso firme, su rostro era una máscara de pura oscuridad. Luigi lo siguió de cerca, manteniendo la distancia justa, porque sabía que en ese estado, Franco Mancini no era un hombre, sino un depredador. El prisionero estaba atado a una silla en el centro de la bodega. Tenía el rostro cubierto de sangre seca y nuevos cortes frescos en los labios partidos. Su cuerpo temblaba, no solo por el dolor, sino por el pánico absoluto que lo invadía al ver a Franco Mancini detenerse frente a él.—¿Cómo te llamas? —preguntó Franco con una voz que parecía tallada en hielo.El hombre tragó saliva y alzó la vista con dificultad.—No… no tengo que decirt