Capítulo 67 —Sabía que vendríasNarrador:Franco cruzó la puerta como una tormenta, con el rostro endurecido y los músculos tensos. El dolor, la culpa y la desesperación se transformaron en pura furia. Furia fría, metódica, letal.Luigi apenas podía seguirle el paso mientras él avanzaba por la bodega con la determinación de un hombre que ya había decidido cómo acabaría la noche.Sus hombres estaban reunidos, esperando. El aire estaba cargado de expectación, de una tensión silenciosa que solo podía preceder a la guerra.Franco se detuvo en seco frente a ellos, sus ojos claros ardiendo con una ira contenida que hacía que incluso los más curtidos en batalla evitaran sostenerle la mirada por mucho tiempo.—Escúchenme bien —su voz era baja, pero cada palabra retumbó en el silencio como una sentencia de muerte —. Quiero encontrar a D’Alessandro antes del amanecer. Quiero saber quién lo ayudó, quién le dio información sobre nuestros movimientos, quién fue el hijo de pu*ta que le facilitó el
Capítulo 68 —No puedo hacerlo sin tí...Narrador:Franco sostenía a Lorena en su regazo con desesperación, su agarre firme pero tembloroso. Su piel estaba helada. Su vestido destrozado. Su respiración entrecortada. Cada sacudida de la camioneta hacía que su cuerpo se estremeciera con espasmos involuntarios, incluso en la inconsciencia.Luigi conducía con una mano en el volante y la otra en el teléfono, gritando órdenes a los hombres para limpiar el desastre que habían dejado atrás. Pero Franco no podía escuchar nada de eso. Solo podía mirarla a ella. Tan frágil, tan jodidamente rota.—La llevamos a casa —gruñó, sin apartar la vista de ella.Luigi lo miró por el espejo retrovisor y apretó los dientes.—Jefe… ella necesita un hospital.Franco cerró los ojos un segundo, su mandíbula se tensó con tanta fuerza que sintió que le dolían los dientes.—Dije que la llevamos a casa.—Si la llevamos a casa y algo le pasa, jamás te lo perdonarás.Franco sintió una punzada en el pecho. Como una lan
Capítulo 69 —Y entonces la vio...Narrador:Franco no supo cuántas horas habían pasado. El tiempo dejó de existir para él en esa habitación, donde Lorena yacía inmóvil, conectada a los monitores que emitían un pitido constante, el único sonido que rompía el silencio sepulcral.No la soltó, no dejó de sostener su mano ni un solo instante, aferrándose a ella como si eso bastara para retenerla en este mundo, para impedir que se le escapara. Su pulgar acariciaba la piel fría de sus nudillos, y de vez en cuando, inclinaba la cabeza para besarle los dedos con una devoción rota, desesperada.—Te amo, Lorena… —susurró, su voz ronca, desgarrada por el dolor —Mie*rda… te amo tanto. —Se inclinó hacia ella, apoyando la frente sobre su mano. Su cuerpo temblaba de pura impotencia. No podía verla así. No podía aceptar que la mujer más fuerte que conocía estuviera reducida a esto, atrapada en una quietud que no le pertenecía. —Perdóname… —Su voz se quebró. Cerró los ojos con fuerza, como si eso pudie
Capítulo 70 —Estás a salvoNarrador:Lorena ha despertado, pero está débil, su voz apenas es un susurro. Franco se aferra a su mano, su corazón latiendo con tanta fuerza que le duele el pecho. Quiere hablar, quiere decirle tantas cosas, pero no quiere abrumarla.La mirada de Lorena es pesada, su parpadeo lento, pero cuando intenta moverse, una mueca de dolor cruza su rostro. Franco reacciona de inmediato.—No te muevas, amor —murmura, acariciando su mejilla con el dorso de los dedos—. Tienes que descansar.Lorena traga saliva con dificultad, sus ojos recorriendo su rostro con esfuerzo.—¿Dónde… estoy?—En el hospital —su voz es ronca, pero intenta mantenerse calmado por ella—. Estás a salvo, mi amor.Ella frunce ligeramente el ceño, como si intentara recordar. Su mano débil se aprieta un poco más contra la de Franco.—D’Alessandro…Franco siente que la ira lo recorre de inmediato, pero la reprime. No ahora, no con ella en este estado.—Ya no puede hacerte daño —susurra con un tono pel
Capítulo 71 —Aprender a esperarNarrador:El viento golpeaba suavemente contra las ventanas, llenando la habitación con un eco distante. Franco estaba sentado en la butaca junto a la cama, con los codos apoyados en sus rodillas y las manos entrelazadas. No había hablado en los últimos minutos, no porque no tuviera qué decir, sino porque no sabía cómo decirlo. Lorena estaba despierta, con la mirada perdida en un punto indefinido del techo, su expresión impenetrable.No era la primera vez que la veía así. Desde que había despertado en el hospital, había momentos en los que parecía estar allí con él y otros en los que se perdía en algún lugar oscuro dentro de sí misma. Y Franco lo odiaba. Odiaba verla así. Odiaba no poder simplemente arrancarle el dolor, la incertidumbre, la sensación de fragilidad que intentaba ocultar pero que él podía ver en cada uno de sus gestos.—¿Cómo te sientes? —preguntó al fin, rompiendo el silencio.Lorena parpadeó, pero no lo miró.—No lo sé —respondió con vo
Capítulo 72 —No sé cómo estar contigoNarrador:El dormitorio estaba en penumbra, solo iluminado por la lámpara tenue sobre la mesita de noche. Lorena estaba recostada sobre el colchón, con una manta ligera cubriéndole las piernas, mirando la ventana sin ver realmente nada.Cuando la puerta se abrió con suavidad, supo quién era antes de que hablara.—¿Estás despierta? —preguntó Luigi en voz baja, asomando apenas la cabeza por la puerta.Lorena giró lentamente la cabeza hacia él y asintió con un leve movimiento.—Pasa.Luigi cerró la puerta detrás de sí y caminó hasta la silla junto a la cama. Se sentó con las manos entrelazadas, los codos apoyados en las rodillas, y soltó un suspiro pesado antes de hablar.—Necesitaba verte a solas.Lorena arqueó una ceja, ladeando la cabeza con curiosidad.—¿Por qué?Luigi frunció el ceño y bajó la mirada a sus manos, como si le costara encontrar las palabras.—Porque tengo que decirte algo —respiró hondo—. Y es que lo siento.Lorena parpadeó con sor
Capítulo 73 —La había amado con el alma.Narrador:Los días pasaron, y aunque la tormenta no había desaparecido del todo, Franco y Lorena encontraron una forma de moverse dentro de ella. No era fácil. No después de todo lo que había pasado. Pero él estaba ahí, siempre presente, siempre atento, ofreciéndole su amor en silencios, en gestos pequeños pero constantes.Nunca la presionó, nunca cruzó un límite.Se sentaba con ella en el jardín cuando el aire fresco le ayudaba a respirar mejor. La acompañaba en sus caminatas dentro de la casa cuando los médicos le indicaron que debía empezar a moverse más. Se aseguraba de que comiera, de que descansara, de que se sintiera segura.Y, aunque no lo decía, ella sabía que dormía en el sillón de su habitación cada noche, velando su sueño en la penumbra.—No tienes que quedarte aquí todas las noches —le susurró una vez, en medio de la oscuridad, cuando escuchó el crujido leve del sillón bajo su peso.Franco tardó en responder.—Lo sé.Lorena mantuvo
Capítulo 74 —Me duele respirar cuando no estás conmigoNarrador:Franco se separó apenas lo suficiente para mirarla a los ojos, pero no la dejó ir. Con un movimiento lento y cargado de necesidad, la atrajo de nuevo contra su cuerpo, envolviéndola con sus brazos, asegurándose de que sintiera su calor, su protección, su amor.Lorena, lejos de sentirse incómoda, se dejó sostener. Se acurrucó contra su pecho, cerrando los ojos por un instante, dejándose envolver por la seguridad que él le brindaba. El latido fuerte y constante de Franco resonaba bajo su oído, y eso le trajo una paz que no había sentido en mucho tiempo.Él deslizó una mano por su espalda desnuda, acariciándola con una ternura que contrastaba con su fiereza habitual. Besó su cabello, dejando que su aliento cálido se mezclara con el aroma de ella.—¿Estás bien? —su voz era un susurro grave, ronco aún por la intensidad del momento.Lorena asintió contra su piel, disfrutando la sensación de su pecho subiendo y bajando con cada