Capítulo 69 —Y entonces la vio...Narrador:Franco no supo cuántas horas habían pasado. El tiempo dejó de existir para él en esa habitación, donde Lorena yacía inmóvil, conectada a los monitores que emitían un pitido constante, el único sonido que rompía el silencio sepulcral.No la soltó, no dejó de sostener su mano ni un solo instante, aferrándose a ella como si eso bastara para retenerla en este mundo, para impedir que se le escapara. Su pulgar acariciaba la piel fría de sus nudillos, y de vez en cuando, inclinaba la cabeza para besarle los dedos con una devoción rota, desesperada.—Te amo, Lorena… —susurró, su voz ronca, desgarrada por el dolor —Mie*rda… te amo tanto. —Se inclinó hacia ella, apoyando la frente sobre su mano. Su cuerpo temblaba de pura impotencia. No podía verla así. No podía aceptar que la mujer más fuerte que conocía estuviera reducida a esto, atrapada en una quietud que no le pertenecía. —Perdóname… —Su voz se quebró. Cerró los ojos con fuerza, como si eso pudie
Capítulo 70 —Estás a salvoNarrador:Lorena ha despertado, pero está débil, su voz apenas es un susurro. Franco se aferra a su mano, su corazón latiendo con tanta fuerza que le duele el pecho. Quiere hablar, quiere decirle tantas cosas, pero no quiere abrumarla.La mirada de Lorena es pesada, su parpadeo lento, pero cuando intenta moverse, una mueca de dolor cruza su rostro. Franco reacciona de inmediato.—No te muevas, amor —murmura, acariciando su mejilla con el dorso de los dedos—. Tienes que descansar.Lorena traga saliva con dificultad, sus ojos recorriendo su rostro con esfuerzo.—¿Dónde… estoy?—En el hospital —su voz es ronca, pero intenta mantenerse calmado por ella—. Estás a salvo, mi amor.Ella frunce ligeramente el ceño, como si intentara recordar. Su mano débil se aprieta un poco más contra la de Franco.—D’Alessandro…Franco siente que la ira lo recorre de inmediato, pero la reprime. No ahora, no con ella en este estado.—Ya no puede hacerte daño —susurra con un tono pel
Capítulo 71 —Aprender a esperarNarrador:El viento golpeaba suavemente contra las ventanas, llenando la habitación con un eco distante. Franco estaba sentado en la butaca junto a la cama, con los codos apoyados en sus rodillas y las manos entrelazadas. No había hablado en los últimos minutos, no porque no tuviera qué decir, sino porque no sabía cómo decirlo. Lorena estaba despierta, con la mirada perdida en un punto indefinido del techo, su expresión impenetrable.No era la primera vez que la veía así. Desde que había despertado en el hospital, había momentos en los que parecía estar allí con él y otros en los que se perdía en algún lugar oscuro dentro de sí misma. Y Franco lo odiaba. Odiaba verla así. Odiaba no poder simplemente arrancarle el dolor, la incertidumbre, la sensación de fragilidad que intentaba ocultar pero que él podía ver en cada uno de sus gestos.—¿Cómo te sientes? —preguntó al fin, rompiendo el silencio.Lorena parpadeó, pero no lo miró.—No lo sé —respondió con vo
Capítulo 72 —No sé cómo estar contigoNarrador:El dormitorio estaba en penumbra, solo iluminado por la lámpara tenue sobre la mesita de noche. Lorena estaba recostada sobre el colchón, con una manta ligera cubriéndole las piernas, mirando la ventana sin ver realmente nada.Cuando la puerta se abrió con suavidad, supo quién era antes de que hablara.—¿Estás despierta? —preguntó Luigi en voz baja, asomando apenas la cabeza por la puerta.Lorena giró lentamente la cabeza hacia él y asintió con un leve movimiento.—Pasa.Luigi cerró la puerta detrás de sí y caminó hasta la silla junto a la cama. Se sentó con las manos entrelazadas, los codos apoyados en las rodillas, y soltó un suspiro pesado antes de hablar.—Necesitaba verte a solas.Lorena arqueó una ceja, ladeando la cabeza con curiosidad.—¿Por qué?Luigi frunció el ceño y bajó la mirada a sus manos, como si le costara encontrar las palabras.—Porque tengo que decirte algo —respiró hondo—. Y es que lo siento.Lorena parpadeó con sor
Capítulo 1 (ADELANTO) —Mia, en cuerpo y almaNarrador:Lorena estaba de pie frente a él, sus manos temblaban ligeramente a los costados de su vestido. La habitación del hotel, lujosa y sofocante, parecía encerrar cada respiro entre sus paredes doradas. Franco, de pie junto a la cama, la observaba con una intensidad que hacía que su piel se erizara. Había algo en él, algo oscuro y dominante, que la hacía retroceder un paso sin darse cuenta.Franco avanzó, despacio, sin prisa, dejando que el sonido de sus zapatos sobre el suelo llenara el silencio. Cada paso hacia ella era como un golpe en su pecho. Lorena apretó los labios, intentando controlar su respiración, pero esta se volvía cada vez más entrecortada. Él lo notó.Cuando estuvo lo suficientemente cerca, levantó una mano y tomó su cuello. No fue un agarre violento, pero tampoco dejaba lugar a dudas sobre quién tenía el control. Su pulgar rozó la piel suave de su garganta, y Lorena cerró los ojos, como si al hacerlo pudiera desaparec
Capítulo 2 —Un pacto con el diabloNarrador:La sangre goteaba lenta desde el costado de Franco, mezclándose con el suelo sucio de la bodega. Su pecho subía y bajaba con dificultad, pero su mirada seguía fija, desafiante, en los ojos fríos de uno de sus torturadores. Los golpes habían dejado su rostro casi irreconocible, y sus manos atadas tras la silla eran una masa de carne herida. Aún así, no había emitido ni un solo grito. No les daría ese placer.—Admítelo, chico —gruñó uno de los hombres mientras limpiaba la hoja ensangrentada de su cuchillo. —Nadie resiste tanto. Dime, ¿por qué no te quiebras?Franco no respondió. Apenas podía sostenerse despierto, pero su silencio era su única arma. Los hombres intercambiaron miradas, frustrados. Habían intentado todo: golpes, cortes, incluso amenazar con mutilarlo. Pero Franco seguía siendo una roca. Su temple comenzaba a incomodarlos, como si el chico supiera algo que ellos ignoraban.—Podemos seguir toda la noche, ¿sabes? —dijo otro de los
Capítulo 3 —La encontramosNarrador:El estruendo de la puerta al derrumbarse llenó la casa, seguido de los gritos desesperados de su madre. Lorena, con solo ocho años, se escondió bajo la mesa del comedor, apretando contra su pecho una vieja muñeca de trapo. Sus pequeños dedos temblaban mientras trataba de silenciar su respiración. Los pasos resonaban como martillazos en el suelo, acercándose cada vez más.—¡Lorena, corre! —gritó su madre desde la entrada, pero Lorena no pudo moverse. Estaba paralizada por el miedo, aferrándose a la esperanza de que si permanecía quieta, todo desaparecería.Dos hombres armados la arrastraron desde del pasillo hasta el centro de la habitación principal. Uno de ellos tenía una sonrisa cruel, mientras el otro mantenía un rostro inexpresivo, casi aburrido. La madre de Lorena forcejeaba, gritándoles que se fueran, que no había nada que pudieran llevarse.—Esto no es un robo, señora —dijo uno de los hombres con frialdad, empujándola al suelo —Esto es un me
Capítulo 4 - La misión de FrancoNarrador:Los intentos de negociar habían fracasado. Durante días, Don Enzo Barone había tratado de convencer al capo rival para que liberara a su hija. Las reuniones se prolongaban en interminables intercambios de amenazas veladas y ofertas que parecían no satisfacer a nadie. Finalmente, Enzo decidió que era suficiente.—Si no entienden razones, entenderán la fuerza —murmuró, con el ceño fruncido y una mirada que podía helar el aire a su alrededor. —Llamó a Franco al despacho, donde el ambiente era pesado y cargado de tensión. Enzo estaba sentado tras su imponente escritorio de caoba, un cigarillo encendido en una mano y un vaso de licor en la otra. —Franco, esta será tu primera misión importante. Es hora de demostrarme de qué estás hecho —dijo, su voz grave resonando en la habitación —Quiero que entres a esa maldita mansión, encuentres a Lorena y la traigas de vuelta. Viva y sin un rasguño. Pero escucha bien: si fallas, ni te molestes en regresar.Fr