Capítulo 65 —¿Dónde está Lorena?Narrador:El sonido insistente del teléfono retumbó en el despacho de Franco, pero él ya lo estaba esperando. Desde que sintió que algo estaba mal, desde que su pecho se tensó con un presentimiento que no podía explicar, supo que esa llamada llegaría.Tomó el móvil con rapidez, viendo el nombre de Luigi parpadear en la pantalla.—Dime que todo está bien —soltó de inmediato, su tono grave, exigente, pero en el fondo suplicante.El silencio al otro lado de la línea fue la primera señal de que nada estaba bien.—Jefe… —la voz de Luigi estaba tensa, entrecortada, con un tono que Franco nunca le había escuchado antes.El corazón de Franco se detuvo por un segundo antes de volver a latir con furia.—¿Dónde está Lorena?—Nos atacaron —soltó Luigi, su voz ahora con un filo de rabia contenida —Nos emboscaron cuando salíamos de la tienda. Uno de los nuestros está muerto.Franco sintió cómo el mundo a su alrededor se volvía rojo.—¿Dónde está Lorena? —repitió en
Capítulo 66 —No puedo perderlaNarrador:La bodega olía a óxido, sudor y muerte inminente. La única luz provenía de una bombilla desnuda colgando del techo, proyectando sombras alargadas en las paredes de ladrillo húmedo. El silencio era denso, pesado, como si el aire mismo se hubiera detenido en anticipación a lo que estaba por suceder. Franco entró con paso firme, su rostro era una máscara de pura oscuridad. Luigi lo siguió de cerca, manteniendo la distancia justa, porque sabía que en ese estado, Franco Mancini no era un hombre, sino un depredador. El prisionero estaba atado a una silla en el centro de la bodega. Tenía el rostro cubierto de sangre seca y nuevos cortes frescos en los labios partidos. Su cuerpo temblaba, no solo por el dolor, sino por el pánico absoluto que lo invadía al ver a Franco Mancini detenerse frente a él.—¿Cómo te llamas? —preguntó Franco con una voz que parecía tallada en hielo.El hombre tragó saliva y alzó la vista con dificultad.—No… no tengo que decirt
Capítulo 67 —Sabía que vendríasNarrador:Franco cruzó la puerta como una tormenta, con el rostro endurecido y los músculos tensos. El dolor, la culpa y la desesperación se transformaron en pura furia. Furia fría, metódica, letal.Luigi apenas podía seguirle el paso mientras él avanzaba por la bodega con la determinación de un hombre que ya había decidido cómo acabaría la noche.Sus hombres estaban reunidos, esperando. El aire estaba cargado de expectación, de una tensión silenciosa que solo podía preceder a la guerra.Franco se detuvo en seco frente a ellos, sus ojos claros ardiendo con una ira contenida que hacía que incluso los más curtidos en batalla evitaran sostenerle la mirada por mucho tiempo.—Escúchenme bien —su voz era baja, pero cada palabra retumbó en el silencio como una sentencia de muerte —. Quiero encontrar a D’Alessandro antes del amanecer. Quiero saber quién lo ayudó, quién le dio información sobre nuestros movimientos, quién fue el hijo de pu*ta que le facilitó el
Capítulo 68 —No puedo hacerlo sin tí...Narrador:Franco sostenía a Lorena en su regazo con desesperación, su agarre firme pero tembloroso. Su piel estaba helada. Su vestido destrozado. Su respiración entrecortada. Cada sacudida de la camioneta hacía que su cuerpo se estremeciera con espasmos involuntarios, incluso en la inconsciencia.Luigi conducía con una mano en el volante y la otra en el teléfono, gritando órdenes a los hombres para limpiar el desastre que habían dejado atrás. Pero Franco no podía escuchar nada de eso. Solo podía mirarla a ella. Tan frágil, tan jodidamente rota.—La llevamos a casa —gruñó, sin apartar la vista de ella.Luigi lo miró por el espejo retrovisor y apretó los dientes.—Jefe… ella necesita un hospital.Franco cerró los ojos un segundo, su mandíbula se tensó con tanta fuerza que sintió que le dolían los dientes.—Dije que la llevamos a casa.—Si la llevamos a casa y algo le pasa, jamás te lo perdonarás.Franco sintió una punzada en el pecho. Como una lan
Capítulo 69 —Y entonces la vio...Narrador:Franco no supo cuántas horas habían pasado. El tiempo dejó de existir para él en esa habitación, donde Lorena yacía inmóvil, conectada a los monitores que emitían un pitido constante, el único sonido que rompía el silencio sepulcral.No la soltó, no dejó de sostener su mano ni un solo instante, aferrándose a ella como si eso bastara para retenerla en este mundo, para impedir que se le escapara. Su pulgar acariciaba la piel fría de sus nudillos, y de vez en cuando, inclinaba la cabeza para besarle los dedos con una devoción rota, desesperada.—Te amo, Lorena… —susurró, su voz ronca, desgarrada por el dolor —Mie*rda… te amo tanto. —Se inclinó hacia ella, apoyando la frente sobre su mano. Su cuerpo temblaba de pura impotencia. No podía verla así. No podía aceptar que la mujer más fuerte que conocía estuviera reducida a esto, atrapada en una quietud que no le pertenecía. —Perdóname… —Su voz se quebró. Cerró los ojos con fuerza, como si eso pudie
Capítulo 70 —Estás a salvoNarrador:Lorena ha despertado, pero está débil, su voz apenas es un susurro. Franco se aferra a su mano, su corazón latiendo con tanta fuerza que le duele el pecho. Quiere hablar, quiere decirle tantas cosas, pero no quiere abrumarla.La mirada de Lorena es pesada, su parpadeo lento, pero cuando intenta moverse, una mueca de dolor cruza su rostro. Franco reacciona de inmediato.—No te muevas, amor —murmura, acariciando su mejilla con el dorso de los dedos—. Tienes que descansar.Lorena traga saliva con dificultad, sus ojos recorriendo su rostro con esfuerzo.—¿Dónde… estoy?—En el hospital —su voz es ronca, pero intenta mantenerse calmado por ella—. Estás a salvo, mi amor.Ella frunce ligeramente el ceño, como si intentara recordar. Su mano débil se aprieta un poco más contra la de Franco.—D’Alessandro…Franco siente que la ira lo recorre de inmediato, pero la reprime. No ahora, no con ella en este estado.—Ya no puede hacerte daño —susurra con un tono pel
Capítulo 71 —Aprender a esperarNarrador:El viento golpeaba suavemente contra las ventanas, llenando la habitación con un eco distante. Franco estaba sentado en la butaca junto a la cama, con los codos apoyados en sus rodillas y las manos entrelazadas. No había hablado en los últimos minutos, no porque no tuviera qué decir, sino porque no sabía cómo decirlo. Lorena estaba despierta, con la mirada perdida en un punto indefinido del techo, su expresión impenetrable.No era la primera vez que la veía así. Desde que había despertado en el hospital, había momentos en los que parecía estar allí con él y otros en los que se perdía en algún lugar oscuro dentro de sí misma. Y Franco lo odiaba. Odiaba verla así. Odiaba no poder simplemente arrancarle el dolor, la incertidumbre, la sensación de fragilidad que intentaba ocultar pero que él podía ver en cada uno de sus gestos.—¿Cómo te sientes? —preguntó al fin, rompiendo el silencio.Lorena parpadeó, pero no lo miró.—No lo sé —respondió con vo
Capítulo 72 —No sé cómo estar contigoNarrador:El dormitorio estaba en penumbra, solo iluminado por la lámpara tenue sobre la mesita de noche. Lorena estaba recostada sobre el colchón, con una manta ligera cubriéndole las piernas, mirando la ventana sin ver realmente nada.Cuando la puerta se abrió con suavidad, supo quién era antes de que hablara.—¿Estás despierta? —preguntó Luigi en voz baja, asomando apenas la cabeza por la puerta.Lorena giró lentamente la cabeza hacia él y asintió con un leve movimiento.—Pasa.Luigi cerró la puerta detrás de sí y caminó hasta la silla junto a la cama. Se sentó con las manos entrelazadas, los codos apoyados en las rodillas, y soltó un suspiro pesado antes de hablar.—Necesitaba verte a solas.Lorena arqueó una ceja, ladeando la cabeza con curiosidad.—¿Por qué?Luigi frunció el ceño y bajó la mirada a sus manos, como si le costara encontrar las palabras.—Porque tengo que decirte algo —respiró hondo—. Y es que lo siento.Lorena parpadeó con sor