—Bianca, te ves radiante, querida. Parece que haberte librado de César te ha asentado muy bien —elogia Dante al encontrarla en uno de los pasillos de la mansión, un encuentro que ha estado deseando. —Supongo que no tener que preocuparte de no volverte una esclava puede hacer eso —responde la mujer esbozando una media sonrisa, aunque evitando mirarlo a los ojos, como si temiese que pudiese saber que ha estado con Julio en la biblioteca, —En todo caso es un alivio para todos, César ya no es un peligro, la guerra ha terminado, y tú estás con nosotros. Parece que ha sido un final feliz para todos, o para casi todos —murmura el hombre encogiéndose de hombros, fingiendo que su comentario no tiene intenciones secretas. —¿Qué quieres decir con que casi todos? —pregunta Bianca sin darse cuenta que ha mordido el anzuelo. —Eres una chica lista, apuesto a que ya te has dado cuenta de cómo Julio ha rechazado a Kayla, la pobre está destrozada —responde Dante con una mueca de pesar, como si fuese
—¡Hemos recibido la noticia de que los Cazadores nocturnos han arrasado una pequeña manada a las afueras de Ohio, debemos hacer algo antes de que sea demasiado tarde! —reclama Kayla entrando en el estudio de su marido que al verla levanta la mirada con molestia. —La puerta está para que sea golpeada, ¿estar muerta te ha hecho olvidar los modales? —cuestiona Julio sin importarle sonar demasiado severo. —¿Lo dices en serio? ¡Te estoy hablando de lobos asesinados, gente inocente! ¿Y te preocupa una estúpida puerta? —replica la mujer apoyando las manos en sus caderas con enfado. —¡Me preocupa que hayas olvidado con quién estás tratando, lo dejaré pasar por esta vez, pero para la próxima espero que te controles ante tu Alfa porque no volveré a ser tan comprensivo! —advierte el líder con una chispa de furia en la mirada, no le importa el lazo que haya entre ellos, no piensa permitir que vuelva a pasar por encima de él como cuando fingió su muerte. —Yo... lo siento... creo que me he deja
—¿No crees que te has excedido en amenazar a nuestro Alfa? Sé que siempre has sido una mujer osada, pero esto raya la estupidez —comenta Dante parándose al lado de Kayla en el balcón de la planta superior. —Siempre atento a los rumores para asegurarte de poder sacarle provecho a cada situación, ¿verdad? —murmura la mujer apoyada en el barandal con la vista en los jardines. —Tienes un mal concepto de mí, yo solo trato de mantenerme al tanto de lo que sucede dentro de estas paredes. Creo que sabes mejor que yo que suele haber secretos que no salen fuera de estas puertas —responde el hombre con una media sonrisa, divertido por lo intrepida de la que espera sea su nueva socia. —Esos secretos suelen mantenerse por el bien de la manada, no siempre la verdad es lo mejor para la gente, al menos si tu interés es cuidarla —replica Kayla mirándolo con curiosidad,, comenzando a preguntarse a qué se debe el interés que está demostrando por ella. —Cierto, aunque lo que no me parece un secreto e
Con la cabeza gacha y pensativo, Julio camina por el bosque que rodea a la mansión. Necesita aclarar su mente, y para hacerlo sintió que debía salir de allí, alejarse de todos los que intentan influir en sus decisiones, o incluso a obligarlo a tomar un camino en específico, Pero si hay algo que siempre lo ha caracterizado, es ser incapaz de acatar órdenes, nunca ha soportado que alguien le diga lo que tiene que hacer, y eso no ha cambiado ahora. —¿Por qué demonios tenías que volver ahora? Creí que nunca diría algo como esto, pero cuánto desearía que hubiera seguido bajo tierra —murmura el Alfa pensando en su esposa, la mujer que luego de desaparecer viene a exigirle que retome su matrimonio. Al llegar a la orilla del lago, se sienta entre las hojas secas, tratando de que el paisaje que contempla sea suficiente para darle aunque sea unos segundos de paz. Soltando un suspiro se permite cerrar los ojos, inhala el aroma del agua, el olor de la tierra humedecida, y a sus labios acude el e
—¿Paseando por la mansión? Si estás aburrida podemos ir al pueblo —propone Dante al encontrarse a Bianca en el salón de la mansión. —Estoy buscando a Julio, ¿No lo has visto? —pregunta Bianca tratando de no sonar demasiado preocupada, aunque ya ha mirada en cada rincón y no lo ha encontrado. —Probablemente se ande escondiendo de Kayla o los ancianos, aunque puede que incluso también de nosotros —responde el hombre con una sonrisa falsa, fingiendo que la indiferencia no le afecta. —Iré a ver en el bosque, tal vez salió a caminar —murmura la pelirroja dirigiéndose hacia la salida con un mal presentimiento. Dante la observa alejarse con una sonrisa juguetona en los labios, quizás esa mujer no lo sabe, ni siquiera lo sabe, pero tarde o temprano terminará siendo suya. Está tan convencido de eso como que será quien acabe con la vida de Julio, todo será para él, solo es cuestión de tiempo para que pueda tomar el lugar que le corresponde. Bianca se adentra en el bosque soltando un largo s
—Eso no puede ser posible, ¿por qué demonio un cazador nocturno va a hacer lo que ella le diga? —reclama Kayla mirando a Bianca con impaciencia, parada en un rincón de la habitación de Julio que está recostado recuperándose de las heridas. —Yo no tengo idea, jamás en mi vida vi a una de esas criaturas, ni siquiera sabía que existían —responde la pelirroja al ver que todos posan sus ojos sobre ella, esperando que desvele el misterio. —Eso es algo que tú deberías saber explicar, se supone que te fuiste de aquí para saber todo sobre esas criaturas —reclama Julio mirando a su esposa con reclamo, no gustándole el tono de voz que ha utilizado con Bianca. —Se supone que quien puede controlarlos es quien los despierta, quien utiliza su sangre para enlazarse con ellos, los cazadores nocturnos son armas que alguien utiliza para su beneficio. Según eso ella sería la responsable de que tengamos que lidiar con esas bestias —expone Kayla no creyendo que sea el caso, pero pareciéndole bien tener
—Fuiste bastante astuta allí adentro, parece que en verdad quieres deshacerte de Bianca —murmura Dante una vez que han salido de la habitación. —¿En algún momento creíste que no hablaba en serio? —pregunta Kayla con un tono de voz frío, sin el más mínimo remordimiento. —No, pero te recordaba un poco más mojigata. La adorable Kayla que recuerdo no habría puesto a conspirar en contra de otra mujer solo para asegurarse de conseguir lo que quería —plantea el hombre caminando al lado de ella, comenzando a creer que esa alianza podría serle mucho más útil de lo que creía. —El tiempo cambia a las personas, y después de todo solo estoy tratando de recuperar lo que me pertenece, lo cual no es nada malo —espeta la mujer encogiéndose de hombros, sin preocupación por el cambio que haya òddo haber en su moral. —Ya lo creo, pero la cuestión es: ¿Tienes idea de lo que sucedió en verdad entre Bianca y ese Cazador nocturno? —pregunta Dante para ver si ella ha escondido información que le pueda ser
Al cruzarse con uno de los ancianos, Bianca esboza una sonrisa e intenta preguntarle cómo van los preparativos para enfrentar a los Cazadores nocturnos, pero al ver que este apenas se limita a mirarla, desiste. Ya ha visto esa mirada de recelo en cada persona que ha cruzado en la mansión desde que Julio fue atacado, por alguna razón todos creen que ella ha tenido algo que ver, como si eso fuese posible. —Parece que todos están algo paranoicos, ¿No crees? —murmura Dante con una sonrisa divertida, comenzando a caminar a su lado hasta tomar asiento en uno de los sillones del salón. —Así parece, tal vez debas mantenerte alejado, no sea cosa que llame a una de esas bestias para atacarte —espeta la pelirroja sin molestarse en ocultar lo mal que esa actitud le ha caído. —Si pudieras hacer eso, estoy seguro que César habría estado muerto hace mucho más tiempo, ¿verdad? —señala el homre mostrandose su aliado en esa especie de persecución a la que la están sometiendo. —Al fin alguien que us