—No creo que esto sea una buena idea, al menos deberías hablarlo con Julio. No te vayas así sin más, y menos cuando aún se está recuperando —reclama Alana viendo como Bianca prepara un bolso para salir en busca de los Cazadores nocturnos. —Sabes que él jamás me dejaría irme, cree que soy una muñeca de porcelana a la que necesita proteger constantemente —replica la pelirroja dispuesta a no ceder en su decisión de buscar respuestas. —Él solo se preocupa por ti, aunque el hecho de que vayas detrás de esas bestias me preocupa a mí también. He visto lo que esas cosas son capaces de hacer, y nadie en su sano juicio iría detrás de ellas —insiste la mujer mirándola como si estuviese tratando con una adoleescente encaprichada. —¿Y qué propones que haga? ¿Que me quede aquí esperando a que esos viejos decidan que deben quemarse en la hoguera para evitar que ordene a los Cazadores nocturnos que vengan? —espeta Bianca mirándola con las manos apoyadas a los lados de sus caderas. —Sabes que no
—¡No debiste dejar que se fuera! ¿En qué estabas pensando? —reclama Julio tratando de levantarse de la cama, pero rindiéndose al sentir unas punzadas de dolor atravesándole el pecho. —No intentes levantarte, sabes que aún no te has recuperado. Y creo que conoces a Bianca lo suficiente como para saber que es casi tan testaruda como tú —le responde Alana mirándolo con severidad, cruzando los brazos sobre su pecho. —¿Por qué demonios tardan tanto en curar estas malditas heridas? —se queja el Alfa soltando un suspiro de exasperación. —Es porque las garras y dientes de los Cazadores nocturnos segregan un potente veneno que retrasa nuestra habilidad para curar las heridas —responde Kayla entrando en la habitación con un pequeño cuenco con agua y un par de paños limpios para limpiar las heridas. —¿Hay algo que esas cosas no tengan para matarnos? ¿De dónde demonios salieron? —pregunta Alana prefiriendo dejar de lado el viaje de Bianca. —No están muy seguros, pero creen que pudo haber sido
—¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Quién vive en esta cabaña? —pregunta Dante al estacionar el vehículo frente a la vivienda que no es capaz de reconocer. Bianca se limita a guardar silencio por un momento mientras mira por la ventanilla del auto, ya que no tiene certeza de la razón por la que decidió ir a ver a Margo. Tal vez porque es la única bruja que conoce, o quizás, quizás porque siente que algo la ha guiado hacia ella, algo que no puede explicar con palabras. Es una especie de sensación o presentimiento, aunque tampoco puede determinar si es algo bueno o malo, y probablemente es por eso que aún no se atreve a bajar del auto, porque no sabe lo que le espera. —Porque espero encontrar aquí alguna respuesta —murmura finalmente la pelirroja atreviéndose a abrir la puerta, pero tomándose un minuto antes de bajar, como si estuviese esperando que un Cazador Nocturno corra hacia ella. —Pues espero que sea el lugar indicado, porque tiempo es lo que menos tenemos —murmura Dante no muy conve
Kayla se para frente a la puerta de Julio con los labios apretados en una fina línea, este es un momento decisivo, al menos si quiere acercarse a su esposa, restaurar la relación que ella dejó pausada. Con Bianca lejos y él herido este podría ser el momento apropiado para recordarle las razones por la que se enamoraron. —Solo espero que no sea demasiado tarde, no puedes haberte olvidado de todo lo que vivimos juntos —murmura la mujer antes de girar el pomo de la puerta y pasar, es su oportunidad, y esperar aprovecharla bien. —¿No es demasiado pronto para cambiar las vendas de nuevo? —pregunta el Alfa aún recostado en la cama, no muy contento de la visita inesperada. —No estoy aquí por eso, solo... te traje un libro, sé que no estás muy contento por tener que estar aquí encerrado sin poder hacer nada —responde Kayla con una sutil sonrisa, sabiendo que debe irse con cuidado. —Bueno, gracias... supongo que hará esto un poco más pasable. Al menos hasta que por fin sanen estas heridas —
—¿Qué haces aquí, Bianca? No recuerdo haberte extendido una invitación para una nueva visita —reclama Margo mirándola con seriedad mientras toma del hombro a su hija la aparta de la puerta,. —Sé que no, pero tampoco es que hayamos quedado mal la última vez que nos vimos. De hecho, si mal no recuerdo te sacamos de un buen apuro —espeta la pelirroja que no piensa andarse por las ramas, sabe bien que el tiempo apremia. —Y yo los ayudé a ustedes, Julio se habría muerto si no hubiese intervenido. Así que a mi parecer hemos quedado a mano, ninguna deuda de favores, libres para seguir cada uno por su camino —replica la bruja comenzando a cerrar la puerta, dispuesta a olvidar que siquiera estuvieron allí. —¡Tenemos un gran problema, uno no solo de lobos, sino que podría llegar incluso hasta esta cabaña! —advierte Bianca deteniendo la puerta con la mano, esperando poder transmitir la suficiente urgencia como para recibir una oportunidad. —¿Un problema mayor que tener que involucrarme con la
—¿Era eso en lo que estabas pensando cuando te marchaste a esta... misión tuya? ¿Qué eras parte de un plan? ¿Qué nadie más que tú podía hacerlo? —pregunta Julio clavando su mirada en su esposa, sabe que lo ha preguntado más de una vez, pero aún intenta comprender sus razones. —Vi el peligro que se acercaba, y supe que debía actuar. Una pequeña chispa en medio de un bosque no parece peligrosa, pero si la dejas sobrevivir puede llegar a devorar el bosque entero —responde Kayla encogiéndose de hombros, mirándolo con cariño, segura de que hizo lo que debía. El Alfa esboza una pequeña sonrisa mientras apoya su cabeza en el respaldo de la cama, y ahora que siente que el enojo que tenía guardado comienza a diluirse, se pregunta por qué se lo reclama, incluso por qué le sorprende. Ella nunca fue una mujer a la que se pudiera controlar, una que siempre estaba convencida de tener sus razones para actuar, y casi nunca solía equivocarse. ¿Y no era eso una de las cosas que tanto le gustaban de el
Luego de escuchar la razón por la que ha recibido esa visita, Margo toma un largo sorbo de su té para ayudarse a digerir lo que ha escuchado. Pasea la mirada entre uno y otro visitante para cerciorarse de que le hablan en serio, que no es una especie de broma de mal gusto o embuste, pero puede ver en sus ojos la sinceridad mezclada con temor, lo cual sirve para disipar cualquier duda que pueda albergar sobre el asunto.—¿Estás segura de lo que me estás diciendo? —pregunta la bruja, necesitando que le confirmen que sus oídos han escuchado bien.—Cada palabra, tuve a una de esas criaturas en frente mío y puedo asegurar que eso sólo pudo haber salido del infierno —responde Bianca sintiendo un escalofrío de solo recordar a esa bestia.—¿Sabes algo sobre los Cazadores nocturnos? —pregunta Dante al ver la expresión de seriedad en la mujer.—Solo leyendas, algunos comentarios que otras brujas han hecho sobre lo que llamaron "La luna de sangre", la casi extinción de los lobos. Aunque hasta ah
El regreso de Bianca haló a Julio fuera de la cama, por fin las heridas estaban casi cerradas, aunque dejando uans feas cicatrices de color morado. Y si bien aún llegaba a dolerle hacer un movimiento brusco o levantar los brazos, comenzaba a ser algo soportable, mientras se abrochaba la camisa se dispuso a recibirla en el salón, pero antes de que siquiera pudiese terminar de vestirse la vio entrar.—Oye, cuanta prisa, espero que sea por tener buenas noticias —murmura el Alfa al verla entrar en la habitación con unas gotas de sudor sobre la frente.—Supongo que dependerá de la manera que definas buenas noticias. ¿Ya estás bien? —pregunta la pelirroja no pudiendo pasar por alto su alegría de verlo fuera de la cama.—Puede decirse que sí, aún me falta para estar al cien por ciento, pero puedo arreglármelas. Entonces... ¿de qué ha servido ese repentino viaje con Dante? —interroga Julio no pudiendo evitar un tono ácido en la voz por el compañero de viaje que eligió.—Bueno, ha servido para