Con la cabeza gacha y pensativo, Julio camina por el bosque que rodea a la mansión. Necesita aclarar su mente, y para hacerlo sintió que debía salir de allí, alejarse de todos los que intentan influir en sus decisiones, o incluso a obligarlo a tomar un camino en específico, Pero si hay algo que siempre lo ha caracterizado, es ser incapaz de acatar órdenes, nunca ha soportado que alguien le diga lo que tiene que hacer, y eso no ha cambiado ahora. —¿Por qué demonios tenías que volver ahora? Creí que nunca diría algo como esto, pero cuánto desearía que hubiera seguido bajo tierra —murmura el Alfa pensando en su esposa, la mujer que luego de desaparecer viene a exigirle que retome su matrimonio. Al llegar a la orilla del lago, se sienta entre las hojas secas, tratando de que el paisaje que contempla sea suficiente para darle aunque sea unos segundos de paz. Soltando un suspiro se permite cerrar los ojos, inhala el aroma del agua, el olor de la tierra humedecida, y a sus labios acude el e
—¿Paseando por la mansión? Si estás aburrida podemos ir al pueblo —propone Dante al encontrarse a Bianca en el salón de la mansión. —Estoy buscando a Julio, ¿No lo has visto? —pregunta Bianca tratando de no sonar demasiado preocupada, aunque ya ha mirada en cada rincón y no lo ha encontrado. —Probablemente se ande escondiendo de Kayla o los ancianos, aunque puede que incluso también de nosotros —responde el hombre con una sonrisa falsa, fingiendo que la indiferencia no le afecta. —Iré a ver en el bosque, tal vez salió a caminar —murmura la pelirroja dirigiéndose hacia la salida con un mal presentimiento. Dante la observa alejarse con una sonrisa juguetona en los labios, quizás esa mujer no lo sabe, ni siquiera lo sabe, pero tarde o temprano terminará siendo suya. Está tan convencido de eso como que será quien acabe con la vida de Julio, todo será para él, solo es cuestión de tiempo para que pueda tomar el lugar que le corresponde. Bianca se adentra en el bosque soltando un largo s
—Eso no puede ser posible, ¿por qué demonio un cazador nocturno va a hacer lo que ella le diga? —reclama Kayla mirando a Bianca con impaciencia, parada en un rincón de la habitación de Julio que está recostado recuperándose de las heridas. —Yo no tengo idea, jamás en mi vida vi a una de esas criaturas, ni siquiera sabía que existían —responde la pelirroja al ver que todos posan sus ojos sobre ella, esperando que desvele el misterio. —Eso es algo que tú deberías saber explicar, se supone que te fuiste de aquí para saber todo sobre esas criaturas —reclama Julio mirando a su esposa con reclamo, no gustándole el tono de voz que ha utilizado con Bianca. —Se supone que quien puede controlarlos es quien los despierta, quien utiliza su sangre para enlazarse con ellos, los cazadores nocturnos son armas que alguien utiliza para su beneficio. Según eso ella sería la responsable de que tengamos que lidiar con esas bestias —expone Kayla no creyendo que sea el caso, pero pareciéndole bien tener
—Fuiste bastante astuta allí adentro, parece que en verdad quieres deshacerte de Bianca —murmura Dante una vez que han salido de la habitación. —¿En algún momento creíste que no hablaba en serio? —pregunta Kayla con un tono de voz frío, sin el más mínimo remordimiento. —No, pero te recordaba un poco más mojigata. La adorable Kayla que recuerdo no habría puesto a conspirar en contra de otra mujer solo para asegurarse de conseguir lo que quería —plantea el hombre caminando al lado de ella, comenzando a creer que esa alianza podría serle mucho más útil de lo que creía. —El tiempo cambia a las personas, y después de todo solo estoy tratando de recuperar lo que me pertenece, lo cual no es nada malo —espeta la mujer encogiéndose de hombros, sin preocupación por el cambio que haya òddo haber en su moral. —Ya lo creo, pero la cuestión es: ¿Tienes idea de lo que sucedió en verdad entre Bianca y ese Cazador nocturno? —pregunta Dante para ver si ella ha escondido información que le pueda ser
Al cruzarse con uno de los ancianos, Bianca esboza una sonrisa e intenta preguntarle cómo van los preparativos para enfrentar a los Cazadores nocturnos, pero al ver que este apenas se limita a mirarla, desiste. Ya ha visto esa mirada de recelo en cada persona que ha cruzado en la mansión desde que Julio fue atacado, por alguna razón todos creen que ella ha tenido algo que ver, como si eso fuese posible. —Parece que todos están algo paranoicos, ¿No crees? —murmura Dante con una sonrisa divertida, comenzando a caminar a su lado hasta tomar asiento en uno de los sillones del salón. —Así parece, tal vez debas mantenerte alejado, no sea cosa que llame a una de esas bestias para atacarte —espeta la pelirroja sin molestarse en ocultar lo mal que esa actitud le ha caído. —Si pudieras hacer eso, estoy seguro que César habría estado muerto hace mucho más tiempo, ¿verdad? —señala el homre mostrandose su aliado en esa especie de persecución a la que la están sometiendo. —Al fin alguien que us
—No creo que esto sea una buena idea, al menos deberías hablarlo con Julio. No te vayas así sin más, y menos cuando aún se está recuperando —reclama Alana viendo como Bianca prepara un bolso para salir en busca de los Cazadores nocturnos. —Sabes que él jamás me dejaría irme, cree que soy una muñeca de porcelana a la que necesita proteger constantemente —replica la pelirroja dispuesta a no ceder en su decisión de buscar respuestas. —Él solo se preocupa por ti, aunque el hecho de que vayas detrás de esas bestias me preocupa a mí también. He visto lo que esas cosas son capaces de hacer, y nadie en su sano juicio iría detrás de ellas —insiste la mujer mirándola como si estuviese tratando con una adoleescente encaprichada. —¿Y qué propones que haga? ¿Que me quede aquí esperando a que esos viejos decidan que deben quemarse en la hoguera para evitar que ordene a los Cazadores nocturnos que vengan? —espeta Bianca mirándola con las manos apoyadas a los lados de sus caderas. —Sabes que no
—¡No debiste dejar que se fuera! ¿En qué estabas pensando? —reclama Julio tratando de levantarse de la cama, pero rindiéndose al sentir unas punzadas de dolor atravesándole el pecho. —No intentes levantarte, sabes que aún no te has recuperado. Y creo que conoces a Bianca lo suficiente como para saber que es casi tan testaruda como tú —le responde Alana mirándolo con severidad, cruzando los brazos sobre su pecho. —¿Por qué demonios tardan tanto en curar estas malditas heridas? —se queja el Alfa soltando un suspiro de exasperación. —Es porque las garras y dientes de los Cazadores nocturnos segregan un potente veneno que retrasa nuestra habilidad para curar las heridas —responde Kayla entrando en la habitación con un pequeño cuenco con agua y un par de paños limpios para limpiar las heridas. —¿Hay algo que esas cosas no tengan para matarnos? ¿De dónde demonios salieron? —pregunta Alana prefiriendo dejar de lado el viaje de Bianca. —No están muy seguros, pero creen que pudo haber sido
—¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Quién vive en esta cabaña? —pregunta Dante al estacionar el vehículo frente a la vivienda que no es capaz de reconocer. Bianca se limita a guardar silencio por un momento mientras mira por la ventanilla del auto, ya que no tiene certeza de la razón por la que decidió ir a ver a Margo. Tal vez porque es la única bruja que conoce, o quizás, quizás porque siente que algo la ha guiado hacia ella, algo que no puede explicar con palabras. Es una especie de sensación o presentimiento, aunque tampoco puede determinar si es algo bueno o malo, y probablemente es por eso que aún no se atreve a bajar del auto, porque no sabe lo que le espera. —Porque espero encontrar aquí alguna respuesta —murmura finalmente la pelirroja atreviéndose a abrir la puerta, pero tomándose un minuto antes de bajar, como si estuviese esperando que un Cazador Nocturno corra hacia ella. —Pues espero que sea el lugar indicado, porque tiempo es lo que menos tenemos —murmura Dante no muy conve