Las calles estaban desiertas a esa hora, con solo el sonido de sus pasos rápidos rompiendo el silencio. Samer y Agatha se movían con cuidado, buscando un lugar donde planear su siguiente movimiento. Habían llegado a un pequeño taller abandonado, cubierto de graffiti y con puertas oxidadas que crujían al abrirse.—Aquí estaremos seguros por ahora —dijo Samer mientras inspeccionaba el interior, asegurándose de que nadie los estuviera siguiendo.Agatha se apoyó contra una de las paredes, todavía empapada y con la respiración entrecortada. El agua helada la había dejado tiritando, pero su mente seguía trabajando, buscando sentido a todo lo que había sucedido.—Samer, necesitamos un plan claro. No podemos seguir improvisando.Él asintió, quitándose la chaqueta mojada y dejándola caer al suelo.—Lo sé. Pero primero, necesitamos información. Tenemos que descubrir quién está detrás de esto y cuál es su siguiente movimiento.Agatha lo miró fijamente. Había una determinación en sus ojos que no
El aire en el pequeño taller estaba denso, cargado de tensión. Los tres, Samer, Agatha y Dmitri, sabían que sus movimientos a partir de ese momento estarían siendo observados. Los documentos que Dmitri había recuperado eran la clave para desmantelar la red de traición que los había perseguido durante tanto tiempo, pero también los ponían en la mira de un enemigo implacable. La situación había escalado a un punto en el que no podían confiar en nadie más que en ellos mismos.Samer se acercó a la mesa donde estaba la laptop, su expresión imperturbable mientras analizaba los archivos que Dmitri había proporcionado. Agatha permaneció junto a él, con la mirada fija en la pantalla, absorbiendo cada detalle. Sabía que este momento podría ser crucial para su supervivencia.—Todo esto apunta a un solo nombre —dijo Samer finalmente, con voz grave. Era el nombre que temían oír, el que había estado en la sombra desde el principio: Emir Jaber, un antiguo aliado de la organización que ahora se había
El viento frío de la madrugada acariciaba sus rostros mientras se adentraban en la oscuridad de la noche. La instalación subterránea se alzaba ante ellos como una fortaleza, silenciosa, vigilante y letal. El peso de la misión recaía sobre sus hombros, pero la determinación de Samer y Agatha era más fuerte que cualquier miedo que pudieran sentir.Samer, con su mirada fija en el horizonte, se adelantó, señalando un camino que se adentraba en la oscuridad. Agatha lo siguió de cerca, con los sentidos alerta a cada sonido que surgía en el aire. Dmitri, detrás de ellos, era el último en la fila, sus pasos firmes pero cautelosos.—Mantengan el silencio. No podemos permitirnos ser detectados —dijo Samer en un susurro, sin apartar la vista de la entrada principal de la instalación.Agatha asintió, sintiendo cómo su pulso se aceleraba. Sabía que el momento que tanto habían temido estaba por llegar. La instalación parecía vacía desde afuera, pero no se dejaban engañar. Jaber había sido astuto du
El ruido de los pasos acercándose se volvía cada vez más fuerte, resonando en los pasillos de la instalación como una advertencia de lo que estaba por venir. Samer y Agatha intercambiaron miradas fugaces, sabiendo que cada segundo que pasaba aumentaba el peligro.—Rápido, por aquí —ordenó Samer, señalando una puerta a su izquierda. Agatha no dudó ni un instante. Corrió tras él, sabiendo que su única opción era escapar antes de que los alcanzaran. La presión de los documentos en sus manos era como una pesada carga, pero no podían permitirse perderlos.Dmitri, con la mirada fija en el pasillo por donde se acercaban los guardias, se adelantó para cubrir su salida. El sonido de las botas resonaba detrás de ellos, pero no tenían tiempo de mirar atrás. Todo lo que importaba en ese momento era llegar al punto de extracción.El grupo giró rápidamente en una esquina, adentrándose en un pasillo más estrecho, que parecía estar menos vigilado. Samer, con su habilidad para leer el terreno, sabía q
El vehículo avanzaba a gran velocidad por caminos desolados, con el sonido del motor rompiendo el silencio de la noche. Agatha sentía la presión de lo ocurrido, el miedo aún latente en su pecho, pero algo más profundo también comenzaba a emerger: la necesidad de hacer justicia, de detener a Jaber antes de que fuera demasiado tarde. El resplandor de las luces del coche iluminaba su rostro, destacando la determinación que, por fin, comenzaba a tomar el control de sus pensamientos.Samer, a su lado, parecía imperturbable, pero Agatha sabía que su mente no descansaba. La misión seguía siendo peligrosa, y aunque ahora estaban a salvo, el verdadero desafío no había hecho más que comenzar. La información que habían obtenido no era suficiente para destruir a Jaber. Necesitaban más, mucho más, si querían ganar esta guerra.—¿Qué sigue ahora? —preguntó Agatha, su voz ronca por el esfuerzo. Aunque la situación estaba lejos de ser ideal, no podía evitar sentir que el mundo parecía abrirse ante el
Agatha abrió los ojos con dificultad, sintiendo una presión punzante en su cabeza. El aire a su alrededor era denso, impregnado del perfume de flores exóticas, algo que nunca había olfateado antes. Al parpadear, la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de seda la cegó momentáneamente. Se incorporó lentamente, su corazón latiendo con fuerza mientras sus recuerdos comenzaban a fluir de manera desordenada.El último recuerdo claro era de la oscuridad, el sudor frío en su frente mientras la capturaban. La sensación de manos fuertes sujetándola, arrastrándola hacia una furgoneta. El pánico la envolvió como una niebla espesa y aterradora. Intentó recordar más, pero su mente estaba borrosa. Un destello de luz hizo que su mirada se centrara en la habitación que la rodeaba.Todo era de una elegancia abrumadora. La habitación tenía paredes de mármol, y el mobiliario era una mezcla de modernidad y antigüedad, con muebles tallados a mano que podrían haber sido sacados de un museo. Un
Agatha avanzó con cautela por el pasillo, sus pasos resonando en el silencio como un eco de su creciente ansiedad. Las paredes estaban adornadas con cuadros de paisajes impresionantes y retratos de personas que no reconocía. A pesar del lujo y la belleza que la rodeaba, su corazón seguía latiendo con una mezcla de miedo y determinación. La idea de estar atrapada en una mansión tan extravagante no podía calmar la inquietud que la invadía.Al final del pasillo, una gran puerta de madera oscura la esperaba, casi como un portal a lo desconocido. Se detuvo un momento, conteniendo la respiración, antes de empujarla lentamente. La puerta chirrió, y Agatha sintió que el sonido resonaba en su pecho.El espacio que se abría ante ella era un salón vasto y opulento. Un gran candelabro de cristal colgaba del techo, iluminando el lugar con una luz cálida y suave. Los muebles eran lujosos, con tapices que parecían haber sido traídos de algún palacio europeo. Pero Agatha no podía permitirse distraers
El silencio en la mansión era ensordecedor, interrumpido solo por el suave susurro del viento que se colaba por las rendijas de las ventanas. Agatha se quedó en el salón, luchando por controlar el torrente de emociones que la abrumaban. La conversación con Samer había sido intensa, y su presencia, aunque desconcertante, había despertado algo en ella: un deseo de lucha.Mientras la ira se calmaba en su interior, Agatha decidió que no podía permitir que su situación la dominara. No iba a ser una prisionera en el lujo. Necesitaba un plan, una forma de recuperar su libertad. Caminó de un lado a otro, cada paso resonando en el mármol frío, mientras su mente se llenaba de recuerdos de su vida anterior.Imágenes de su hogar en Italia comenzaron a desdibujarse. Recordó la calidez del sol en su piel mientras paseaba por las calles de Roma, la risa de sus amigos en las terrazas de los cafés. Había sido una vida llena de sueños y aspiraciones. Pero ahora, esos recuerdos se sentían lejanos, como