La atmósfera en la sala se volvió eléctrica cuando Al-Fayed bloqueó el camino de Agatha y Marta. La tensión era palpable, y Agatha sintió cómo el sudor comenzaba a resbalar por su frente. Su mente se disparaba, buscando una salida mientras la figura imponente de Al-Fayed se acercaba.—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —preguntó Al-Fayed, su mirada afilada como un cuchillo.Agatha intercambió una rápida mirada con Marta, que también estaba claramente nerviosa. Sin embargo, Agatha sabía que no podían dejarse intimidar. En ese momento, tenía que ser valiente.—Solo estábamos interesadas en conocer más sobre tus proyectos, Al-Fayed. Tu trabajo es... impresionante —respondió Agatha, tratando de mantener la voz firme y el tono casual.Al-Fayed sonrió, pero no había nada amistoso en su expresión.—¿Impresionadas, dices? Me parece que hay algo más aquí que simplemente admiración. —Sus ojos se estrecharon, y Agatha sintió que estaba siendo desnudada ante su mirada penetrante.Detrás de Al-Fayed, la
La atmósfera en la habitación era tensa y cargada de electricidad. La irrupción de Samer había cambiado el curso de la conversación de manera abrupta. Al-Fayed, al ver su rostro serio, frunció el ceño, pero no mostró signos de intimidación.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Al-Fayed, su voz fría como el acero.Samer no respondió de inmediato; su mirada se centró en Agatha y Marta, y en un instante, pudo ver el temor en sus ojos. La situación había escalado rápidamente, y su instinto protector se activó al instante.—Salgan de aquí, ahora. —La autoridad en su voz no dejaba lugar a dudas.Agatha sintió que el corazón le latía con fuerza. Aunque había tenido sus reservas sobre Samer, en ese momento, lo necesitaba más que nunca. Sin embargo, no podía dejar de preocuparse por lo que podría suceder si abandonaban la sala.—Samer, espera... —comenzó a decir, pero él la interrumpió.—No hay tiempo para discutir. Al-Fayed es peligroso, y no te dejará ir tan fácilmente.La tensión se palpaba
Agatha se detuvo un momento, su respiración todavía agitada por la adrenalina de la fuga. La calle era un torbellino de gente, ruidos y luces, un contraste abrumador con el pánico que acababan de dejar atrás. Samer y Marta la miraban con una mezcla de preocupación y alivio, pero la sensación de inseguridad aún pesaba sobre sus hombros.—¿Dónde vamos ahora? —preguntó Marta, su voz temblando ligeramente.Samer frunció el ceño, mirando a su alrededor como un depredador en busca de la próxima presa.—Necesitamos encontrar un lugar seguro donde podamos escondernos y planear nuestro próximo movimiento —respondió, su tono decidido.Agatha asintió, sintiendo que la urgencia de la situación la empujaba hacia adelante. No podían permanecer allí por mucho tiempo; Al-Fayed seguramente no tardaría en darse cuenta de su ausencia y enviar a sus hombres tras ellos.—Hay un hotel a unas pocas calles de aquí —dijo Agatha, recordando un lugar al que había ido anteriormente. —Podríamos refugiarnos allí p
El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte cuando Agatha se despertó, aún en la habitación del hotel. La luz tenue se filtraba a través de las cortinas, iluminando los elegantes muebles y el lujoso entorno en el que se encontraban. Sin embargo, el ambiente era todo menos tranquilizador.Mientras se estiraba, su mente se llenaba de pensamientos sobre la decisión que habían tomado la noche anterior. Sabía que arriesgaban mucho, pero no podían permitirse seguir viviendo con miedo. Samer había hablado sobre hacer contactos, y en su mente, Agatha ya empezaba a formular un plan.Al salir del baño, encontró a Samer sentado en la mesa, revisando información en su teléfono. La expresión en su rostro era seria, pero había algo en su postura que la hacía sentir segura.—Buenos días —saludó, intentando ocultar su nerviosismo.Samer levantó la vista, y una pequeña sonrisa iluminó su rostro.—Buenos días. Estaba revisando algunas cosas sobre Al-Fayed y su empresa. Necesitamos estar un paso
La habitación se llenó de un silencio tenso tras la entrada de Agatha. La mirada de Samer se endureció, y el ambiente cambió drásticamente. Los hombres en la sala, tres en total, miraron a Agatha con curiosidad y algo de desdén.—¿Quién es ella? —preguntó uno de los hombres, un tipo robusto con una cicatriz en la mejilla.Samer tomó un paso hacia adelante, intentando proteger a Agatha.—Es una invitada —dijo, tratando de mantener la calma en su voz—. No es parte de esto.Agatha podía sentir el sudor en su frente y la presión de sus músculos tensos. No había vuelta atrás; debía actuar.—No, espera. Estoy aquí porque sé lo que están tramando —dijo, alzando la voz para hacerse escuchar. Su determinación era palpable, a pesar del miedo que la envolvía.Los hombres intercambiaron miradas. La tensión en la sala era insoportable.—¿Y qué sabes, pequeña? —dijo el hombre de la cicatriz, con una sonrisa burlona. —¿Qué puede saber una mujer como tú?—Sé que están involucrados en actividades ileg
Agatha y Samer se alejaron del lugar, la adrenalina aún corriendo por sus venas. Cada paso que daban los acercaba a la seguridad, pero también a un nuevo desafío. Samer se detuvo en un callejón oscuro, asegurándose de que no los siguieran.—Necesitamos un plan —dijo Samer, mirando a Agatha con determinación—. Al-Fayed no se detendrá hasta que nos encuentre.Agatha asintió, sintiéndose más fuerte con cada momento que pasaba a su lado.—Debemos reunir pruebas que lo incriminen. Si podemos demostrar lo que está haciendo, podríamos tener una oportunidad de detenerlo —propuso Agatha, recordando las amenazas que había escuchado en la mansión.—Tienes razón. Suena arriesgado, pero no tenemos otra opción —respondió Samer, contemplando sus siguientes movimientos.En ese momento, su teléfono sonó, interrumpiendo el aire tenso del callejón. Samer miró la pantalla y frunció el ceño.—Es Zain —dijo, su socio en el negocio. Decidió contestar—. ¿Qué sucede?Agatha pudo escuchar la voz de Zain al otr
La noche se deslizaba lentamente, el sonido del bosque rodeando la cabaña donde Agatha, Samer y Zain se habían refugiado. Mientras revisaban sus planes, Agatha no podía evitar sentirse abrumada por la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros. Sabía que el tiempo era esencial, y que cada decisión que tomaran podría cambiar el rumbo de sus vidas.—Necesitamos actuar rápidamente —dijo Samer, rompiendo el silencio que había caído sobre ellos—. Si Al-Fayed se entera de que estamos aquí, será un milagro si logramos escapar.Zain asintió, su expresión seria.—Lo primero es contactar a la informante. Si podemos conseguir su ayuda, podremos obtener la información que necesitamos sobre Al-Fayed y sus operaciones. Pero ella es cautelosa. Necesitaremos demostrarle que somos dignos de confianza.Agatha sintió un nudo en el estómago. La idea de enfrentarse a alguien que conocía el oscuro mundo de Al-Fayed la intimidaba. Sin embargo, sabía que no podía dejar que el miedo la detuviera.—¿Cómo la
Agatha se sentó al lado de la mujer, sintiendo cómo la tensión crecía en el aire. La música suave del bar parecía desaparecer a medida que se centraba en la conversación que estaba a punto de tener.—Soy Agatha —dijo, tratando de mantener la voz firme—. Y creo que podemos ayudarnos mutuamente.La mujer arqueó una ceja, su interés claramente picado.—¿Qué te hace pensar que puedo ayudarte? —preguntó, cruzando los brazos.Agatha se enderezó en su asiento, sintiendo el peso de la situación.—Porque sé quién eres. Conoces a Al-Fayed y cómo opera. No estoy aquí para jugar a las adivinanzas; estoy aquí para hacer un trato.La mujer la miró con desdén, pero también con curiosidad.—Dices que conoces a Al-Fayed. Eso es arriesgado. ¿Por qué debería confiar en ti?Agatha tomó un respiro profundo, sintiendo la presión en su pecho. Sabía que tenía que ser honesta.—Porque estoy en peligro. Al-Fayed está detrás de mí y de Samer. No solo somos una amenaza para él; tenemos información que podría der