El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte cuando Agatha se despertó, aún en la habitación del hotel. La luz tenue se filtraba a través de las cortinas, iluminando los elegantes muebles y el lujoso entorno en el que se encontraban. Sin embargo, el ambiente era todo menos tranquilizador.Mientras se estiraba, su mente se llenaba de pensamientos sobre la decisión que habían tomado la noche anterior. Sabía que arriesgaban mucho, pero no podían permitirse seguir viviendo con miedo. Samer había hablado sobre hacer contactos, y en su mente, Agatha ya empezaba a formular un plan.Al salir del baño, encontró a Samer sentado en la mesa, revisando información en su teléfono. La expresión en su rostro era seria, pero había algo en su postura que la hacía sentir segura.—Buenos días —saludó, intentando ocultar su nerviosismo.Samer levantó la vista, y una pequeña sonrisa iluminó su rostro.—Buenos días. Estaba revisando algunas cosas sobre Al-Fayed y su empresa. Necesitamos estar un paso
La habitación se llenó de un silencio tenso tras la entrada de Agatha. La mirada de Samer se endureció, y el ambiente cambió drásticamente. Los hombres en la sala, tres en total, miraron a Agatha con curiosidad y algo de desdén.—¿Quién es ella? —preguntó uno de los hombres, un tipo robusto con una cicatriz en la mejilla.Samer tomó un paso hacia adelante, intentando proteger a Agatha.—Es una invitada —dijo, tratando de mantener la calma en su voz—. No es parte de esto.Agatha podía sentir el sudor en su frente y la presión de sus músculos tensos. No había vuelta atrás; debía actuar.—No, espera. Estoy aquí porque sé lo que están tramando —dijo, alzando la voz para hacerse escuchar. Su determinación era palpable, a pesar del miedo que la envolvía.Los hombres intercambiaron miradas. La tensión en la sala era insoportable.—¿Y qué sabes, pequeña? —dijo el hombre de la cicatriz, con una sonrisa burlona. —¿Qué puede saber una mujer como tú?—Sé que están involucrados en actividades ileg
Agatha y Samer se alejaron del lugar, la adrenalina aún corriendo por sus venas. Cada paso que daban los acercaba a la seguridad, pero también a un nuevo desafío. Samer se detuvo en un callejón oscuro, asegurándose de que no los siguieran.—Necesitamos un plan —dijo Samer, mirando a Agatha con determinación—. Al-Fayed no se detendrá hasta que nos encuentre.Agatha asintió, sintiéndose más fuerte con cada momento que pasaba a su lado.—Debemos reunir pruebas que lo incriminen. Si podemos demostrar lo que está haciendo, podríamos tener una oportunidad de detenerlo —propuso Agatha, recordando las amenazas que había escuchado en la mansión.—Tienes razón. Suena arriesgado, pero no tenemos otra opción —respondió Samer, contemplando sus siguientes movimientos.En ese momento, su teléfono sonó, interrumpiendo el aire tenso del callejón. Samer miró la pantalla y frunció el ceño.—Es Zain —dijo, su socio en el negocio. Decidió contestar—. ¿Qué sucede?Agatha pudo escuchar la voz de Zain al otr
La noche se deslizaba lentamente, el sonido del bosque rodeando la cabaña donde Agatha, Samer y Zain se habían refugiado. Mientras revisaban sus planes, Agatha no podía evitar sentirse abrumada por la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros. Sabía que el tiempo era esencial, y que cada decisión que tomaran podría cambiar el rumbo de sus vidas.—Necesitamos actuar rápidamente —dijo Samer, rompiendo el silencio que había caído sobre ellos—. Si Al-Fayed se entera de que estamos aquí, será un milagro si logramos escapar.Zain asintió, su expresión seria.—Lo primero es contactar a la informante. Si podemos conseguir su ayuda, podremos obtener la información que necesitamos sobre Al-Fayed y sus operaciones. Pero ella es cautelosa. Necesitaremos demostrarle que somos dignos de confianza.Agatha sintió un nudo en el estómago. La idea de enfrentarse a alguien que conocía el oscuro mundo de Al-Fayed la intimidaba. Sin embargo, sabía que no podía dejar que el miedo la detuviera.—¿Cómo la
Agatha se sentó al lado de la mujer, sintiendo cómo la tensión crecía en el aire. La música suave del bar parecía desaparecer a medida que se centraba en la conversación que estaba a punto de tener.—Soy Agatha —dijo, tratando de mantener la voz firme—. Y creo que podemos ayudarnos mutuamente.La mujer arqueó una ceja, su interés claramente picado.—¿Qué te hace pensar que puedo ayudarte? —preguntó, cruzando los brazos.Agatha se enderezó en su asiento, sintiendo el peso de la situación.—Porque sé quién eres. Conoces a Al-Fayed y cómo opera. No estoy aquí para jugar a las adivinanzas; estoy aquí para hacer un trato.La mujer la miró con desdén, pero también con curiosidad.—Dices que conoces a Al-Fayed. Eso es arriesgado. ¿Por qué debería confiar en ti?Agatha tomó un respiro profundo, sintiendo la presión en su pecho. Sabía que tenía que ser honesta.—Porque estoy en peligro. Al-Fayed está detrás de mí y de Samer. No solo somos una amenaza para él; tenemos información que podría der
El sol brillaba intensamente al día siguiente, y Agatha se despertó con una sensación de determinación. El encuentro de la noche anterior con la mujer misteriosa había encendido una chispa de esperanza en su interior. Sabía que el camino hacia la liberación no sería fácil, pero estaba lista para enfrentarlo.Al llegar al desayuno, encontró a Samer y Zain esperándola en la terraza. La vista del mar era impresionante, y la brisa fresca le dio un toque de energía.—Buenos días, hermosa —dijo Samer, su voz llena de calidez mientras le ofrecía una taza de café.—¿Listos para un día de trabajo? —preguntó Agatha, tomando el café con una sonrisa.Zain asintió, sus ojos brillando con interés.—He estado revisando el área donde se encuentra la oficina de Al-Fayed. Necesitamos un plan de acción.Agatha se sentó entre ellos, sintiéndose agradecida por su apoyo.—Lo sé. La mujer que conocí anoche me dio algunos detalles sobre cómo acceder a los archivos de Al-Fayed. Pero necesitamos un enfoque cui
El sol apenas iluminaba el horizonte cuando Agatha, Samer y Zain se acercaron al edificio que albergaba la oficina de Al-Fayed. La tensión en el aire era palpable; cada uno de ellos sabía que estaban a punto de dar un paso decisivo que podría cambiar sus vidas para siempre.Zain, con una mochila llena de equipo, se detuvo en una esquina, revisando su reloj.—El cambio de turno será en diez minutos. Debemos movernos rápido.Agatha respiró hondo, sintiendo cómo su corazón latía aceleradamente.—¿Listos? —preguntó, buscando las miradas de sus compañeros. Ambos asintieron, y la confianza que sintió en ese momento le dio un impulso.Entraron al edificio, mezclándose con los trabajadores que llegaban a sus puestos. Zain lideró el camino, señalando las escaleras que debían tomar para evitar las cámaras de seguridad.Al llegar al segundo piso, se detuvieron en un rincón oscuro, y Zain sacó un pequeño dispositivo de su mochila.—Esto nos permitirá desactivar temporalmente las cámaras de la ofi
El vehículo avanzaba a gran velocidad, sus neumáticos chirriando levemente en el asfalto. Agatha se sentó en el asiento trasero, su corazón aún acelerado por la adrenalina de la infiltración. Miraba a través de la ventana, viendo cómo el paisaje se deslizaba rápidamente, pero su mente seguía atrapada en lo que habían descubierto en la oficina de Al-Fayed.—¿Qué es lo que encontramos exactamente? —preguntó Zain, rompiendo el silencio que había caído en el coche.Agatha giró la cabeza hacia él, recordando la información crucial que habían obtenido.—Contratos y transacciones relacionadas con operaciones ilegales. —Hizo una pausa, sintiendo la gravedad de sus palabras—. Parece que Al-Fayed está involucrado en algo mucho más grande de lo que pensábamos.Samer, al volante, frunció el ceño.—¿Estamos hablando de tráfico de personas?—Es posible —respondió Agatha, recordando las visiones de las personas atrapadas en situaciones parecidas a la suya—. Si podemos presentar esta evidencia, podrí