Agatha se sentó al lado de la mujer, sintiendo cómo la tensión crecía en el aire. La música suave del bar parecía desaparecer a medida que se centraba en la conversación que estaba a punto de tener.—Soy Agatha —dijo, tratando de mantener la voz firme—. Y creo que podemos ayudarnos mutuamente.La mujer arqueó una ceja, su interés claramente picado.—¿Qué te hace pensar que puedo ayudarte? —preguntó, cruzando los brazos.Agatha se enderezó en su asiento, sintiendo el peso de la situación.—Porque sé quién eres. Conoces a Al-Fayed y cómo opera. No estoy aquí para jugar a las adivinanzas; estoy aquí para hacer un trato.La mujer la miró con desdén, pero también con curiosidad.—Dices que conoces a Al-Fayed. Eso es arriesgado. ¿Por qué debería confiar en ti?Agatha tomó un respiro profundo, sintiendo la presión en su pecho. Sabía que tenía que ser honesta.—Porque estoy en peligro. Al-Fayed está detrás de mí y de Samer. No solo somos una amenaza para él; tenemos información que podría der
El sol brillaba intensamente al día siguiente, y Agatha se despertó con una sensación de determinación. El encuentro de la noche anterior con la mujer misteriosa había encendido una chispa de esperanza en su interior. Sabía que el camino hacia la liberación no sería fácil, pero estaba lista para enfrentarlo.Al llegar al desayuno, encontró a Samer y Zain esperándola en la terraza. La vista del mar era impresionante, y la brisa fresca le dio un toque de energía.—Buenos días, hermosa —dijo Samer, su voz llena de calidez mientras le ofrecía una taza de café.—¿Listos para un día de trabajo? —preguntó Agatha, tomando el café con una sonrisa.Zain asintió, sus ojos brillando con interés.—He estado revisando el área donde se encuentra la oficina de Al-Fayed. Necesitamos un plan de acción.Agatha se sentó entre ellos, sintiéndose agradecida por su apoyo.—Lo sé. La mujer que conocí anoche me dio algunos detalles sobre cómo acceder a los archivos de Al-Fayed. Pero necesitamos un enfoque cui
El sol apenas iluminaba el horizonte cuando Agatha, Samer y Zain se acercaron al edificio que albergaba la oficina de Al-Fayed. La tensión en el aire era palpable; cada uno de ellos sabía que estaban a punto de dar un paso decisivo que podría cambiar sus vidas para siempre.Zain, con una mochila llena de equipo, se detuvo en una esquina, revisando su reloj.—El cambio de turno será en diez minutos. Debemos movernos rápido.Agatha respiró hondo, sintiendo cómo su corazón latía aceleradamente.—¿Listos? —preguntó, buscando las miradas de sus compañeros. Ambos asintieron, y la confianza que sintió en ese momento le dio un impulso.Entraron al edificio, mezclándose con los trabajadores que llegaban a sus puestos. Zain lideró el camino, señalando las escaleras que debían tomar para evitar las cámaras de seguridad.Al llegar al segundo piso, se detuvieron en un rincón oscuro, y Zain sacó un pequeño dispositivo de su mochila.—Esto nos permitirá desactivar temporalmente las cámaras de la ofi
El vehículo avanzaba a gran velocidad, sus neumáticos chirriando levemente en el asfalto. Agatha se sentó en el asiento trasero, su corazón aún acelerado por la adrenalina de la infiltración. Miraba a través de la ventana, viendo cómo el paisaje se deslizaba rápidamente, pero su mente seguía atrapada en lo que habían descubierto en la oficina de Al-Fayed.—¿Qué es lo que encontramos exactamente? —preguntó Zain, rompiendo el silencio que había caído en el coche.Agatha giró la cabeza hacia él, recordando la información crucial que habían obtenido.—Contratos y transacciones relacionadas con operaciones ilegales. —Hizo una pausa, sintiendo la gravedad de sus palabras—. Parece que Al-Fayed está involucrado en algo mucho más grande de lo que pensábamos.Samer, al volante, frunció el ceño.—¿Estamos hablando de tráfico de personas?—Es posible —respondió Agatha, recordando las visiones de las personas atrapadas en situaciones parecidas a la suya—. Si podemos presentar esta evidencia, podrí
Las horas pasaron rápidamente mientras Agatha, Samer y Zain revisaban la montaña de documentos que habían recopilado. La luz del día se desvanecía, y la cabaña se llenó de una atmósfera de concentración y urgencia. Agatha se sintió absorbida por la tarea, cada página que leían revelaba más detalles sobre las operaciones de Al-Fayed.—Mira esto —dijo Samer, señalando un documento específico—. Aquí hay un acuerdo que conecta a Al-Fayed con varios políticos influyentes. Es evidente que ha estado sobornando a personas clave para mantener sus operaciones a flote.Zain frunció el ceño mientras revisaba el documento.—Si logramos exponer esto, podríamos hacer que se derrumbe su imperio. Pero necesitamos tener pruebas sólidas y un plan de respaldo. Si no, podríamos terminar en la mira de su ira.Agatha asintió, sintiendo la presión sobre sus hombros. No solo estaban arriesgando sus vidas, sino también la posibilidad de liberar a otros que estaban atrapados bajo el yugo de Al-Fayed.—Deberíamo
La conversación con Lila avanzó rápidamente. En una esquina del evento, lejos del bullicio de la multitud, Agatha, Samer y Zain se sentaron alrededor de una pequeña mesa con café, mientras Lila examinaba el material que habían recopilado.—Esto es más serio de lo que pensaba —dijo Lila, revisando los documentos—. Si esto llega a la prensa, Al-Fayed no podrá ignorarlo. Pero necesitamos más que solo documentos. Necesitamos testimonios.—¿Te refieres a testimonios de las víctimas? —preguntó Zain, con un tono sombrío.—Exacto. Necesitamos que hablen, que compartan sus historias. Cuanto más personal y conmovedor sea el relato, más impacto tendrá. Pero... eso también es arriesgado.Agatha sintió un nudo en el estómago. Sabía que muchas de las víctimas estaban en un estado vulnerable, y convencerlas para que hablen podría ser un desafío.—No podemos esperar a que Al-Fayed actúe —dijo Samer, con determinación—. Si podemos obtener un par de testimonios, podríamos iniciar una cadena de apoyo. A
La cabaña en la que habían decidido reunirse se alzaba en un claro rodeado de árboles frondosos. Su aislamiento proporcionaba la privacidad necesaria para la misión que Agatha y su grupo estaban a punto de emprender. Al llegar, Agatha sintió un alivio al ver el lugar: era cálido y acogedor, una especie de refugio en medio de la tormenta.—Este lugar es perfecto —dijo Samer, mientras recorría el interior con la mirada—. Nadie se atreverá a venir aquí.Agatha asintió, sintiéndose más aliviada por la decisión. Pero la preocupación la acechaba. Sabía que no sería fácil conseguir que las víctimas hablaran. Los traumas que llevaban a cuestas eran profundos, y muchos temían la represalia de Al-Fayed.En los días siguientes, Agatha, Samer y Zain trabajaron incansablemente para preparar la cabaña. Montaron un espacio cómodo donde las víctimas pudieran sentirse seguras. Sofás, mantas, y una pequeña mesa para compartir alimentos y bebidas. También instalaron un sistema de comunicación para mante
La cabaña, que había sido un refugio temporal, se convirtió en un centro de esperanza. A medida que las historias fluían, Agatha sentía que cada relato era un ladrillo más en la construcción de un camino hacia la libertad. Las mujeres se miraban entre sí, uniendo sus experiencias en un lazo invisible que las fortalecía.Esa noche, después de una intensa jornada, el grupo se reunió en la sala principal. Todos estaban exhaustos pero satisfechos. La atmósfera estaba cargada de emoción; el fuego en la chimenea crepitaba suavemente, creando un ambiente acogedor.—Quiero que sepan lo valientes que han sido hoy —dijo Lila, mirando a cada una de las mujeres que se habían abierto—. Sus historias son poderosas y están destinadas a ser escuchadas.Agatha asintió, sintiéndose aliviada por el apoyo de su amiga. En ese momento, comprendió que no solo estaban luchando contra Al-Fayed, sino también contra la cultura del silencio que había mantenido a tantas mujeres atrapadas en su sufrimiento.—¿Qué