La madrugada había caído sobre ellos con una sensación densa y ominosa. En la penumbra de la oficina improvisada, Agatha y Samer repasaban los últimos detalles del plan. El archivo que buscaban no era solo un simple archivo digital; contenía secretos que podrían desmantelar por completo a Rashid y su red, pero también era la pieza más valiosa que el enemigo poseía. Sabían que, si lo conseguían, ganarían mucho más que una batalla: ganarían la guerra.Agatha ajustó el micrófono en su oreja, observando el mapa que Samer había proyectado en la pantalla. Cada marca, cada punto de acceso, cada ruta de escape había sido cuidadosamente estudiada. Las horas de trabajo habían dado sus frutos, pero el precio de cada paso estaba claro: uno solo podría ser fatal.—Recuerda, no importa lo que suceda, tenemos que salir con el archivo, y no perder la calma. Si nos descubren, no habrá segunda oportunidad —dijo Samer, con su voz firme, casi como una orden. Sabía que, en este punto, no quedaba espacio p
El ruido de los pasos se intensificaba, acercándose rápidamente. Agatha y Samer intercambiaron una mirada breve pero llena de comprensión. No había tiempo para arrepentimientos ni dudas. La situación había cambiado de manera inesperada, y ahora dependía de ellos salir con vida. En ese instante, el archivo ya estaba casi descargado. Samer, siempre calculador, ya había comenzado a preparar la ruta de escape. No solo necesitaban salir del edificio, sino hacerlo sin ser capturados.—Agatha, ¿qué haces? ¡Lárgate! —ordenó Samer, mientras sacaba su pistola, apuntando hacia la entrada. Agatha dudó solo un segundo antes de obedecer. En el mundo en el que vivían, el tiempo era siempre un enemigo, y el segundo que tardas en tomar una decisión podría ser fatal.El archivo estaba casi completo, pero no podían esperar más. Agatha se levantó rápidamente y se dirigió hacia el sistema de control. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, vio que la pantalla mostraba la confirmación del archivo descargad
El motor del coche rugió mientras Samer maniobraba con destreza a través de las calles oscuras. El eco de las sirenas se desvaneció poco a poco, pero el ambiente seguía cargado de tensión. Agatha no podía dejar de pensar en el infiltrado, el mismo que había ayudado a localizar el archivo. Había algo extraño en su comportamiento, y eso la atormentaba.—Samer… —empezó a decir Agatha, con la mirada fija en el asiento del copiloto—. No me siento bien con esto. Algo no encaja. ¿No te lo parece?Samer, concentrado en la carretera, no respondió de inmediato. Sabía que la situación se estaba complicando, pero no estaba dispuesto a mostrar debilidad. Había que mantener la calma, por más difícil que fuera.—Lo sé —respondió finalmente, con tono grave—. Pero tenemos que llegar al punto seguro primero. Luego, hablaremos de eso.Agatha asintió, aunque no podía quitarse esa sensación de incomodidad. El infiltrado, el traidor, probablemente estaba más cerca de lo que pensaban. El plan parecía demasi
El coche avanzaba a gran velocidad, deslizándose por las carreteras oscuras como un espectro. Samer, al volante, mantenía una expresión imperturbable, pero su mente estaba alerta, procesando cada detalle, cada posible peligro que acechaba en la sombra. Agatha, a su lado, mantenía la vista fija en la ventana, sus pensamientos un torbellino de preguntas sin respuesta. El infiltrado seguía siendo una sombra sobre ellos, y aunque se habían librado de la emboscada, el peligro no había pasado.—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha, rompiendo el silencio mientras observaba cómo la oscuridad se deslizaba rápidamente a su alrededor.Samer no respondió de inmediato, pero sus manos apretaron con firmeza el volante. La tensión era palpable en el aire. El viaje hacia la próxima ubicación segura era largo, pero no podía relajarse, no aún. Sabía que alguien los estaba observando, siguiendo sus movimientos de cerca. Había algo en el ambiente que le decía que la trampa no había terminado, solo h
La noche seguía envolviendo el paisaje con un manto oscuro y opresivo mientras Samer y Agatha salían apresuradamente de la casa de refugio. El coche avanzaba nuevamente, pero esta vez, el aire dentro del vehículo estaba cargado de silencios inquietos. Samer mantenía el rostro pétreo, mientras que Agatha no dejaba de pensar en lo que acababa de suceder. La llamada que habían recibido no solo confirmaba que estaban siendo perseguidos, sino que también había revelado un dato crucial: no estaban completamente solos en esta lucha.—¿Quién era? —preguntó Agatha finalmente, rompiendo el silencio. Sabía que Samer no era de compartir información a menos que fuera estrictamente necesario, pero esta vez no podía quedarse sin saberlo.Samer mantuvo la vista fija en la carretera mientras maniobraba con precisión a través de las curvas.—Un viejo contacto —respondió con tono grave—. Alguien que me debe un favor. Dice tener información sobre quién está detrás de la filtración.Agatha frunció el ceño
La carretera parecía interminable mientras el coche avanzaba a toda velocidad por el paisaje desolado. El peso de la información que habían obtenido de Khaled parecía apretarles el pecho a ambos. Samer conducía en silencio, sus ojos fijos en el camino, mientras Agatha revisaba los documentos que había sacado del sobre. Las hojas estaban llenas de nombres, fechas y lugares, pero había un detalle que llamó especialmente su atención.—Samer —dijo, rompiendo el silencio con un tono preocupado—. Aquí hay algo que no encaja. Este nombre... —Señaló una línea subrayada con tinta roja—. ¿Te suena de algo?Samer echó un rápido vistazo al papel sin quitar las manos del volante. El nombre no era extraño, pero verlo ahí, relacionado con su situación, lo inquietó profundamente.—Es un viejo socio de mi familia —admitió, con un deje de incredulidad—. Hace años que no tenemos contacto con él. ¿Por qué estaría involucrado en esto?Agatha frunció el ceño, pasando rápidamente las páginas del informe.—N
Samer y Agatha salieron del motel con movimientos rápidos pero calculados. Cada paso estaba marcado por el miedo latente de que alguien pudiera estar observándolos. El aire de la noche era frío, pero no lo suficiente como para calmar el fuego que ardía en sus mentes.—¿Estás segura de que no nos siguieron? —preguntó Agatha, mientras Samer cerraba la puerta trasera del coche con un leve golpe.—No estoy seguro de nada en este momento —respondió él, con una mirada dura que contrastaba con el nerviosismo contenido en sus palabras—. Pero debemos asumir que estamos bajo vigilancia.Agatha asintió. Sabía que no podían permitirse errores. La llamada que habían recibido no era una amenaza vacía; era una advertencia de que estaban jugando con fuego.El coche arrancó y se alejó del motel, tomando un desvío hacia un camino más apartado. Samer había aprendido a no depender de rutas principales, siempre optando por las más discretas. El motor ronroneaba suavemente mientras avanzaban hacia un desti
Las luces del coche iluminaron el sendero hacia una pequeña edificación a las afueras de un pueblo. Parecía abandonada a simple vista, pero Samer sabía mejor que confiar en las apariencias. Había aprendido a lo largo de los años que los lugares más discretos solían esconder los secretos más oscuros.—¿Estás segura de que esta es la dirección? —preguntó Samer, estacionando el coche a una distancia prudente.Agatha revisó de nuevo el documento, buscando cualquier indicio de que pudiera haber cometido un error.—Sí, aquí es. Pero no entiendo por qué… —Agatha dejó de hablar cuando una sombra cruzó frente a una de las ventanas del edificio—. Samer, creo que hay alguien adentro.Él asintió, su rostro endurecido por la concentración.—Espera aquí —ordenó, mientras revisaba el arma en su cintura.—Ni lo sueñes —replicó Agatha, cruzándose de brazos—. Ya estamos en esto juntos, y no me quedaré sentada mientras tú entras solo.Samer suspiró, consciente de que discutir con ella sería inútil.—Est