Samer y Agatha salieron del motel con movimientos rápidos pero calculados. Cada paso estaba marcado por el miedo latente de que alguien pudiera estar observándolos. El aire de la noche era frío, pero no lo suficiente como para calmar el fuego que ardía en sus mentes.—¿Estás segura de que no nos siguieron? —preguntó Agatha, mientras Samer cerraba la puerta trasera del coche con un leve golpe.—No estoy seguro de nada en este momento —respondió él, con una mirada dura que contrastaba con el nerviosismo contenido en sus palabras—. Pero debemos asumir que estamos bajo vigilancia.Agatha asintió. Sabía que no podían permitirse errores. La llamada que habían recibido no era una amenaza vacía; era una advertencia de que estaban jugando con fuego.El coche arrancó y se alejó del motel, tomando un desvío hacia un camino más apartado. Samer había aprendido a no depender de rutas principales, siempre optando por las más discretas. El motor ronroneaba suavemente mientras avanzaban hacia un desti
Las luces del coche iluminaron el sendero hacia una pequeña edificación a las afueras de un pueblo. Parecía abandonada a simple vista, pero Samer sabía mejor que confiar en las apariencias. Había aprendido a lo largo de los años que los lugares más discretos solían esconder los secretos más oscuros.—¿Estás segura de que esta es la dirección? —preguntó Samer, estacionando el coche a una distancia prudente.Agatha revisó de nuevo el documento, buscando cualquier indicio de que pudiera haber cometido un error.—Sí, aquí es. Pero no entiendo por qué… —Agatha dejó de hablar cuando una sombra cruzó frente a una de las ventanas del edificio—. Samer, creo que hay alguien adentro.Él asintió, su rostro endurecido por la concentración.—Espera aquí —ordenó, mientras revisaba el arma en su cintura.—Ni lo sueñes —replicó Agatha, cruzándose de brazos—. Ya estamos en esto juntos, y no me quedaré sentada mientras tú entras solo.Samer suspiró, consciente de que discutir con ella sería inútil.—Est
El aire dentro del coche era pesado, cargado de una tensión palpable. Samer conducía en silencio, con el ceño fruncido mientras mantenía una mano firme sobre el volante. Karim, sentado en el asiento trasero, jugueteaba nerviosamente con un pequeño disco duro portátil. Agatha, en el asiento del copiloto, no dejaba de observar a Karim con una mezcla de desconfianza y curiosidad.—¿Puedes darnos al menos un adelanto de lo que tienes ahí? —preguntó Agatha, rompiendo el incómodo silencio.Karim levantó la vista, notando la mirada fija de Agatha sobre él.—Claro —respondió con tono relajado, aunque su expresión denotaba cautela—. Tengo fragmentos del archivo. Básicamente, una serie de transferencias bancarias y movimientos de activos que implican a varias figuras de alto nivel. Si esto llega al público, no solo estamos hablando de escándalos financieros, sino de algo mucho más oscuro.—¿Algo más oscuro? —repitió Samer, sin apartar la vista de la carretera.Karim asintió, inclinándose hacia
El avión privado aterrizó en el aeropuerto de Dubái en plena noche, envuelto en el resplandor de las luces de la ciudad. La opulencia de los rascacielos contrastaba con la sombra de peligro que se cernía sobre los tres pasajeros que descendían con cuidado del jet. Samer, Agatha y Karim intercambiaron miradas tensas mientras recogían su escaso equipaje. Cada uno sabía que lo que venía no les permitiría errores.—No estamos aquí para disfrutar de las vistas —dijo Samer en voz baja mientras salían por una puerta lateral del hangar, evitando la terminal principal.—¿Tienes un lugar seguro donde quedarnos? —preguntó Agatha, ajustándose la chaqueta mientras miraba a su alrededor.Samer asintió. Había previsto este momento, aunque esperaba no tener que regresar nunca a este lugar bajo estas circunstancias.—Tengo un apartamento en Al Barsha que nadie conoce. Es discreto y está bien equipado. Pero no podemos quedarnos mucho tiempo.—Perfecto —respondió Karim mientras seguía a la pareja hacia
La noche avanzaba mientras Karim trabajaba en silencio, sus dedos moviéndose con precisión sobre el teclado del portátil. El zumbido constante de los equipos llenaba el apartamento, pero para Agatha era un recordatorio del peligro en el que estaban. Samer se mantenía cerca, revisando armas y dispositivos que había traído, su semblante impenetrable.—Necesitaré unas horas más —murmuró Karim sin apartar la vista de la pantalla—. El servidor está bien protegido, pero ya encontré un punto de entrada.Agatha, sentada al otro lado de la mesa, observaba cada movimiento con atención. Aunque confiaba en la habilidad de Karim, algo en su actitud seguía pareciendo demasiado relajado para las circunstancias.—¿Cuánto tiempo más? —preguntó Samer, su tono cortante.—Paciencia —respondió Karim con una sonrisa irónica—. Esto no es algo que se pueda hacer apresuradamente si quieres resultados.Agatha soltó un suspiro y se levantó para estirarse. La tensión en el ambiente era casi tangible, y quedarse
La camioneta negra avanzaba por las calles poco iluminadas, moviéndose con una precisión casi militar. Samer conducía con una calma aparente, pero cada movimiento de sus manos en el volante delataba la tensión acumulada. Agatha, sentada en el asiento del copiloto, no dejaba de mirar el mapa desplegado en la pantalla de su teléfono, asegurándose de que no se desviaran del camino. Detrás de ellos, Karim revisaba su equipo portátil una vez más, sus dedos moviéndose rápidamente por el teclado.—Estamos cerca —dijo Agatha, su voz apenas audible en el silencio de la cabina.Samer asintió, su mirada fija en la carretera. La dirección que habían conseguido del archivo de Karim los llevaba a un complejo industrial abandonado en las afueras de Dubái. Según los registros, Ahmed utilizaba ese lugar como uno de sus principales centros de operaciones.—No podemos cometer errores —advirtió Samer, rompiendo el silencio—. Ahmed es peligroso, y si nos está esperando, será una emboscada.—Lo sé —respond
El grupo avanzaba a toda prisa por el oscuro corredor, guiados por las instrucciones de Karim, que mantenía su mirada fija en la pantalla de su laptop mientras caminaba apresuradamente detrás de Samer. Cada paso resonaba en el eco de las paredes, y el aire parecía cada vez más pesado. Los sonidos de los perseguidores se alejaban, pero nadie se atrevía a bajar la guardia.—Por aquí —dijo Karim, señalando una escalera al final del pasillo—. El túnel está en el sótano.Samer asintió y bajó primero, asegurándose de que el camino estuviera despejado. Agatha lo seguía de cerca, sosteniendo su pistola con fuerza, aunque sus manos temblaban ligeramente. Era la primera vez que se veía envuelta en un combate tan directo, pero sabía que no podía flaquear.—Mantén la calma —susurró Samer sin mirarla, como si pudiera leer sus pensamientos.Agatha respiró hondo y asintió.Llegaron al sótano, un espacio amplio y mal iluminado, con paredes de concreto que parecían estar al borde del colapso. Karim se
La noche era un manto silencioso mientras el grupo se resguardaba en un pequeño almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Samer revisaba las armas en una mesa improvisada mientras Karim descargaba información en su laptop, sus dedos moviéndose a toda velocidad sobre el teclado. Agatha observaba desde un rincón, tratando de calmar los latidos frenéticos de su corazón. Aunque estaba exhausta, sabía que no podían permitirse un descanso.—¿Cuánto tiempo más necesitas? —preguntó Samer, sin levantar la mirada de su trabajo.—Dame diez minutos más —respondió Karim, sin apartar la vista de la pantalla—. Estoy cruzando datos de Ahmed con las coordenadas que conseguimos. Estoy seguro de que hay algo que nos llevará directo a él.Agatha se acercó lentamente, intentando procesar todo lo que había sucedido. Apenas hace unas horas, habían estado bajo una lluvia de balas, y ahora se preparaban para enfrentarse al enemigo cara a cara.—¿Cómo sabemos que no es otra trampa? —preguntó, mirando a S