El amanecer en el puerto trajo consigo un aire cargado de tensión. Las noticias sobre las filtraciones no solo habían encendido las alarmas en la red de Rashid, sino que también comenzaban a generar eco en sectores inesperados. Los rumores de traiciones internas y el temor a una investigación gubernamental comenzaban a erosionar la confianza de sus hombres.Samer y Agatha se habían trasladado a un refugio secundario. El riesgo de ser descubiertos era alto, y mantenerse un paso adelante de Rashid requería movimientos estratégicos y constantes.—Karim, ¿alguna novedad en el puerto? —preguntó Samer, ajustándose el auricular.—La tensión es palpable. Rashid está reuniendo a sus hombres principales en una reunión urgente. No parece confiar ni siquiera en su propia sombra.Agatha, que revisaba las cámaras de vigilancia instaladas por Karim, frunció el ceño.—Si va a tomar decisiones importantes, necesitamos estar al tanto. Karim, ¿podemos infiltrar algún dispositivo de escucha en ese lugar?
El amanecer llegó con un aire de urgencia. Samer, Agatha y Karim trabajaron toda la noche clasificando los documentos hallados en el camión. Cada hoja que analizaban parecía un eslabón más en la cadena que incriminaba a Rashid y a sus aliados.-Esto es más grande de lo que imaginábamos -dijo Agatha, sosteniendo una lista de nombres que incluía empresarios y políticos prominentes-. Rashid no solo está traficando, está financiando algo mucho más peligroso.Samer se acercó, su mirada fija en los papeles.-Esto podría ser la base de operaciones de una red internacional. Si logramos exponer esto, no solo lo derribaremos a él, sino a todos los que están detrás.Karim, sentado al otro lado de la mesa, observaba la pantalla de su computadora portátil.-El problema es que cuanto más cerca estemos de exponerlos, más riesgos corremos. Rashid ya debe estar buscándonos.Agatha lo miró con seriedad.-Entonces tene rápido. Cada mi que movernos rápido. Cada minuto cuenta.En otro lugar, Rashid estab
El enfrentamiento entre Rashid y Samer tenía a Agatha con el corazón en la garganta. La pistola en manos de Rashid apuntaba directamente hacia ellos, y su sonrisa era el reflejo de su confianza en que la situación estaba a su favor.-Creíste que podrías meterte en mi mundo y salir ileso, Samer -dijo Rashid, dando un paso hacia adelante-. Te subestimé una vez, pero no volveré a cometer el mismo error.Samer mantuvo la calma, sus ojos fijos en el hombre que ahora representaba una amenaza mortal.-Esto no es solo sobre nosotros, Rashid. Es mucho más grande que tú.La risa de Rashid resonó en el almacén vacío.-¿Más grande que yo? Eres ingenuo. Este mundo no funciona con justicia ni moralidad. Funciona con poder, y yo tengo más del que podrías imaginar.Agatha, mientras tanto, evaluaba rápidamente la situación. El arma de Rashid era un obstáculo que no podían sortear fácilmente, pero si lograban distraerlo, podría haber una oportunidad.-¿Entonces por qué estás aquí? intervino Agatha, su
El amanecer trajo consigo una sensación de alivio momentáneo. Agatha observaba desde la ventana de la habitación segura donde habían pasado la noche, contemplando cómo los primeros rayos del sol se filtraban a través de las persianas. Sus pensamientos estaban enredados en el caos de las últimas horas. El enfrentamiento con Rashid había sido un golpe directo a su tranquilidad, pero también había reforzado su determinación de no retroceder.Samer apareció detrás de ella en silencio, como si comprendiera la batalla interna que estaba librando. Depositó suavemente una taza de café sobre la mesa cercana y se apoyó contra el marco de la ventana.—¿Estás bien? —preguntó, rompiendo el silencio con una voz cálida, casi susurrante.Agatha lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones.—Creo que aún no he procesado todo. Fue demasiado... rápido.Samer asintió, comprendiendo perfectamente lo que quería decir. Él mismo sentía el peso del cansancio físico y emocional, pero sabía que no había
El sol comenzaba a asomarse en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos naranjas y dorados. Agatha estaba de pie junto a la ventana, observando cómo la luz de la mañana llenaba el espacio. Habían pasado varias semanas desde que Rashid fue detenido, pero la tensión seguía en el aire. La red de tráfico internacional seguía activa, y aunque habían logrado algunas victorias, la batalla estaba lejos de terminar.Samer se acercó a ella, con la mirada fija en el mapa desplegado sobre la mesa. Habían pasado noches estudiando los patrones de las operaciones de Rashid, pero aún no tenían una solución definitiva. La red parecía estar en todas partes, y cada vez que creían haber dado con una pista crucial, esta se desvanecía en humo.—El tiempo se nos agota —dijo Samer, con voz grave, mientras trazaba líneas en el mapa.Agatha se giró y lo miró, notando la fatiga en su rostro, aunque trataba de mantener la compostura.—¿Qué vamos a hacer? —preguntó ella, consciente de que cada decisión que tomara
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, teñido de rojo y naranja. La ciudad parecía tranquila, pero Agatha sabía que la calma solo era aparente. En el fondo, el peso de la misión, la infiltración, y la huida aún estaba presente, y mientras más lo pensaba, más se daba cuenta de lo arriesgado que había sido todo.Samer se encontraba junto a ella, manejando con una mirada fija, el rostro impasible, pero sus manos, firmes en el volante, delataban la tensión que sentía. Agatha no necesitaba hablar para entender lo que estaba pasando por su mente: la misión no había terminado con la huida exitosa. La verdadera batalla estaba por llegar.—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha, quebrando el silencio que los rodeaba.Samer tardó unos segundos antes de responder, su voz calmada pero cargada de determinación.—Ahora debemos esperar. La información que conseguimos es vital, pero tenemos que ser pacientes. No sabemos quién más está involucrado o cuánto tiempo nos queda antes de que intent
El frío viento de la madrugada rozaba las calles vacías mientras Agatha y Samer se dirigían a su siguiente destino. El coche avanzaba a toda velocidad, y la tensión en el aire era palpable. Agatha miraba el paisaje urbano, pero su mente no estaba en la ciudad. Estaba en lo que estaba por suceder, en las decisiones que tendrían que tomar y en lo que estaba en juego.Samer, al volante, mantenía su mirada fija al frente. No hablaba, pero Agatha sabía que él también estaba procesando todo lo que implicaba la misión. Cada movimiento debía ser preciso, cada paso debía ser calculado. Habían obtenido la información crucial sobre las conexiones de Rashid, pero aún quedaban muchas preguntas sin respuesta. ¿Quién más estaba involucrado en su red? ¿Qué otras sorpresas les deparaba el enemigo?—¿A dónde vamos exactamente? —preguntó Agatha, rompiendo el silencio.Samer la miró de reojo, su expresión severa.—Un lugar en las afueras, lejos de la ciudad. Necesitamos hacer un análisis detallado de los
La determinación de Agatha y Samer los llevó a un nuevo nivel de compromiso. No había vuelta atrás. Aunque el camino por delante estaba plagado de riesgos, lo que descubrían les obligaba a seguir adelante. La red era más grande de lo que habían imaginado, y el poder que se escondía tras las sombras amenazaba con desbordarlos.Al amanecer, los dos se encontraban en una oficina improvisada en el mismo lugar apartado donde habían decidido reunirse. Agatha había contactado con algunos de sus contactos más cercanos, aquellos en quienes confiaba ciegamente, para recibir más información. Samer, por su parte, había comenzado a trazar un plan de acción detallado.—No tenemos mucho tiempo —dijo Samer, mirando la pantalla de su laptop. Su rostro estaba grave, y Agatha podía ver cómo cada palabra de la información que iba desentrañando lo afectaba. Se detuvo un momento y miró a Agatha—. La operación tiene muchas ramificaciones. Este tipo de organizaciones no funcionan solo con un par de agentes.