Agatha volvió a la mansión con una sensación extraña. El encuentro con Omar había sido intenso, pero también confuso. No estaba segura de haber logrado lo que Samer esperaba de ella. A pesar de la frialdad y arrogancia de Omar, había vislumbrado algo en él, una chispa de insatisfacción con su situación, pero eso no garantizaba que se pusiera de su lado.Cuando cruzó la puerta de la mansión, Samer ya la esperaba en el salón. Estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia el horizonte con los brazos cruzados. Apenas escuchó sus pasos, se giró hacia ella con una mezcla de expectativa y preocupación.“¿Cómo te fue?” preguntó sin rodeos.Agatha dejó escapar un suspiro y se acercó a él. “Creo que lo dejé pensando. No fue fácil, Samer. Omar es… complicado. No confía en nadie, y es difícil saber qué está pasando realmente por su mente.”Samer asintió lentamente, procesando lo que ella decía. “No esperaba que fuera fácil,” respondió, su tono controlado como siempre. “¿Crees que nos ayudará?”
La noche cayó sobre la mansión con una calma inquietante. Después de la conversación con Samer, Agatha decidió retirarse a su habitación, pero el sueño no llegó fácilmente. Los pensamientos la atormentaban, saltando de un rincón oscuro de su mente a otro, sin ofrecerle tregua. Su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo, y el control que alguna vez creyó tener sobre su destino se había desvanecido como arena entre los dedos.Se levantó de la cama y caminó descalza hasta el balcón. La vista de la ciudad iluminada a sus pies la hizo sentir pequeña y vulnerable. Había perdido la sensación de pertenecer a algún lugar, y aunque Samer le había ofrecido seguridad y protección, también le había robado su libertad, aunque fuera por una causa que él consideraba justa.De repente, una memoria la golpeó. El recuerdo de su secuestro surgió con una claridad que la dejó sin aliento. Recordó el momento en que la habían arrebatado de las calles de Italia, cómo había luchado en vano contra los homb
Agatha avanzó por los pasillos de la mansión, cada paso resonando en su mente como un tambor que marcaba su creciente ansiedad. La revelación de Aziz había desatado un torrente de emociones que la invadía: ira, tristeza y, sobre todo, confusión. Quería confrontar a Samer, pero las palabras se amontonaban en su garganta, listas para estallar y, al mismo tiempo, temía lo que podía suceder.Al llegar a la puerta de su habitación, respiró hondo y tocó. La voz profunda de Samer la invitó a entrar, y lo hizo con la esperanza de que la calma del hombre que amaba pudiera calmar sus propias tormentas internas. Pero, al cruzar el umbral, la escena que encontró fue todo lo contrario.Samer estaba de pie junto al escritorio, revisando unos documentos. El ambiente en la habitación era tenso, cargado de una electricidad que Agatha podía sentir en su piel. Cuando él la vio, su expresión cambió de concentración a sorpresa. “Agatha, ¿qué pasa?”Ella no pudo sostener su mirada. “Necesitamos hablar,” di
Agatha caminó por los pasillos de la mansión, su mente todavía atrapada en la conversación con Samer. Las palabras resonaban en su mente, cada una pesada con significados y emociones que no sabía cómo manejar. El aire estaba cargado de tensión y la sensación de traición se sentía más fuerte que nunca.Se dirigió al jardín, donde la luz de la luna iluminaba el paisaje con un resplandor plateado. El aire fresco la envolvió, y por un momento, la calma del lugar le permitió respirar más libremente. Sin embargo, la imagen de Samer, su mirada intensa y la profundidad de su amor, la atormentaban.Se sentó en un banco de piedra, su mente divagando entre recuerdos. Pensó en cómo había llegado a la mansión, en la vida que había dejado atrás y en el hombre que había conocido. El amor que sentía por Samer era real, pero la sombra de su pasado la seguía, como un fantasma al acecho.De repente, un sonido interrumpió sus pensamientos. Miró hacia la entrada del jardín y vio a Samer acercarse, su figu
La mañana siguiente llegó con una sensación de urgencia en el aire. Agatha se despertó con la mente aún agitada por la conversación de la noche anterior. Samer había prometido darle espacio, pero su corazón se sentía como un campo de batalla en el que todavía luchaban la confianza y la duda.Después de ducharse, se vistió con un vestido ligero y se dirigió al comedor. La mansión estaba en silencio, y el aroma del café recién hecho la guió hacia la cocina. Allí, encontró a Samer, que ya estaba trabajando en su laptop, su mirada concentrada. Al verlo, una mezcla de sentimientos la invadió, pero se esforzó por mantener la calma.“Buenos días,” saludó ella, tratando de sonar lo más neutral posible.“Buenos días, Agatha,” respondió él, levantando la vista con una sonrisa que se desvaneció al notar la tensión en su rostro. “¿Dormiste bien?”“Más o menos,” admitió ella, acercándose a la mesa. “¿Tienes planes para hoy?”“Quiero que hablemos con Aziz sobre Al-Fayed,” dijo Samer, cerrando la la
Las siguientes semanas transcurrieron en un torbellino de actividad. Agatha y Samer trabajaron arduamente en su estrategia contra Al-Fayed, y su colaboración se volvió cada vez más fluida. La tensión entre ellos se fue transformando en un vínculo más fuerte, cimentado por sus esfuerzos conjuntos.Sin embargo, a pesar de su progreso, Agatha no podía deshacerse del peso del pasado. A menudo, se encontraba atrapada en sus propios pensamientos, recordando momentos de su vida anterior, especialmente aquellos oscuros días en que había sido secuestrada. Las sombras de esos recuerdos la seguían, aunque trataba de mantener la cabeza en alto.Una tarde, mientras revisaba documentos en su oficina, recibió un mensaje de Samer. “¿Te gustaría salir a cenar esta noche? Creo que merecemos un descanso.”Agatha sintió una oleada de emoción, pero también un ligero recelo. Habían estado tan inmersos en su lucha que no habían tenido tiempo para disfrutar de su relación. Decidió que era el momento perfecto
Agatha y Samer llegaron a la oficina de Aziz con la mente ocupada y el corazón acelerado. La urgencia del mensaje había cortado por completo el ambiente relajado de su cena, dejándoles con un aire de anticipación y ansiedad.Aziz los recibió con una expresión seria. “Gracias por venir tan rápido. La situación con Al-Fayed ha escalado,” dijo, llevándolos a su despacho, donde varios informes estaban esparcidos sobre la mesa.“¿Qué ha pasado?” preguntó Samer, manteniendo un tono controlado, aunque Agatha podía ver la preocupación en sus ojos.“Me enteré de que Al-Fayed ha comenzado a hacer movimientos para socavar nuestra influencia. Está intentando desestabilizar nuestras alianzas y, aparentemente, planea lanzar una campaña de desprestigio,” explicó Aziz, pasando las páginas de uno de los informes.“¿Desprestigio? ¿De qué manera?” preguntó Agatha, sintiendo que su pulso se aceleraba.“Rumores sobre la ética de nuestras operaciones, insinuaciones sobre el uso de métodos ilegales en algun
El día de la reunión de planificación llegó rápidamente. Agatha se despertó temprano, con una mezcla de nervios y determinación. El futuro de su empresa estaba en juego, y sabía que cada detalle contaba. Mientras se preparaba, repasaba mentalmente el plan que habían diseñado la noche anterior.Al llegar a la oficina, Agatha encontró a Samer y Aziz esperando en la sala de conferencias. “Buenos días,” dijo, tratando de infundir confianza en su voz. “¿Están listos para enfrentar a Al-Fayed?”“Listos y preparados,” respondió Samer, esbozando una sonrisa que la animó. “Hoy es el día en que recuperamos el control.”Aziz asintió, sosteniendo un documento con las notas de la estrategia. “He estado trabajando en los detalles de la infiltración. Creemos que Al-Fayed organizará un evento de lanzamiento para una nueva línea de productos en un par de días, y es nuestra oportunidad.”“¿Quién será el infiltrado?” preguntó Agatha, sintiéndose ansiosa por saber cómo se llevaría a cabo el plan.“Me par