La atmósfera en la mansión se tornó tensa tras la declaración de Samer. Agatha podía sentir que estaba en un juego, uno cuyas reglas aún no entendía del todo. La forma en que él había mirado sus labios mientras hablaba la hizo cuestionarse qué parte de su rechazo lo había intrigado. ¿Era un desafío para él? La confusión se instaló en su pecho, pero sabía que no podía permitir que eso la distrajera de su verdadero objetivo: encontrar una salida.
“¿Qué quieres decir con ‘juguemos juntos’?” preguntó Agatha, su tono desafiante. Se acercó un poco más, desafiando la distancia entre ellos. “Porque yo no tengo intención de dejar que esto se convierta en un juego.” Samer sonrió, esa sonrisa que hacía que su corazón se acelerara y su cabeza se llenara de confusión. “Todo en esta vida es un juego, Agatha. Y en este juego, debemos aprender a jugar nuestras cartas correctamente.” Su voz era profunda, como el suave murmullo del mar. “¿Y cuál es tu carta?” preguntó ella, cruzando los brazos en un gesto defensivo. “¿Controlar mi vida? ¿Decidir mi futuro por mí?” Agatha sintió que su valentía crecía a medida que se enfrentaba a él. “Controlar no es mi intención,” dijo Samer, con un tono que era casi persuasivo. “Quiero que entiendas que este mundo está lleno de peligros. Y tú eres una parte importante de mi vida ahora. Te protegeré, pero debes aprender a confiar en mí.” “¿Protegerme?” Agatha rió con desdén. “¿Desde cuándo secuestrar a alguien se considera protección? Estoy aquí porque me compraste, no porque te importe mi bienestar.” “Eres obstinada,” respondió Samer, el brillo de desafío en sus ojos. “Pero me gusta eso. Necesito a alguien que me desafíe. Y, sí, te compré. Pero no eres solo una propiedad. Para mí, eres… diferente.” Su voz se volvió más suave, casi sincera. Agatha sintió una punzada de confusión. ¿Podía ser que había algo más en su deseo de tenerla cerca? ¿Había alguna humanidad detrás de su fachada de poder? “¿Diferente? ¿Por qué? Porque no me dejé caer ante ti?” preguntó, escéptica. “Porque veo en ti un fuego que muchos otros no tienen,” contestó Samer, acercándose un poco más. “La mayoría se rendiría, pero tú te levantas. Eso me intriga.” La intensidad de su mirada hizo que Agatha se sintiera expuesta, como si pudiera leer cada pensamiento que pasaba por su mente. “Eso no cambia el hecho de que estoy atrapada aquí,” respondió ella, luchando por mantener su enfoque. “No me interesa ser un trofeo en tu colección. No eres un príncipe encantado, Samer. Eres solo un hombre que tomó una decisión egoísta.” Samer sonrió, pero su mirada era más seria ahora. “Quizás. Pero también soy un hombre que ha trabajado muy duro para conseguir lo que tiene. Y lo que tengo incluye el poder de cambiar tu vida. No olvides que puedes beneficiarte de esto si decides dejar de pelearme y empezar a trabajar conmigo.” Agatha frunció el ceño, contemplando sus palabras. La idea de trabajar con Samer parecía una traición a su propia libertad, pero también sabía que no podía permitir que el orgullo la cegara. Si había alguna posibilidad de escapar, tendría que ser astuta y buscar formas de usar su situación a su favor. “¿Y cómo propones que trabajemos juntos?” preguntó, su tono desafiador pero con un atisbo de curiosidad. “¿Qué quieres de mí?” “Quiero que me ayudes a entender lo que piensas y sientes. Necesito que seas honesta conmigo, sin barreras,” dijo Samer, su voz más seria. “En este mundo, la confianza es un recurso escaso. Si puedes abrirte, podremos encontrar una manera de hacer que esto funcione para ambos.” Agatha se sintió atrapada entre el deseo de desafiarlo y la curiosidad que empezaba a crecer dentro de ella. ¿Podía confiar en él? Cada fibra de su ser le decía que debía mantenerse alerta, pero había una parte de ella que quería conocer al hombre detrás de la imagen imponente. “Está bien,” respondió, su voz más suave. “Si vamos a hacer esto, necesito saber más sobre ti. No puedo confiar en alguien que no conozco. ¿Por qué me compraste? ¿Qué te hizo decidir que yo era la indicada?” La mirada de Samer se tornó más profunda, como si estuviera sopesando sus pensamientos. “Porque vi en ti una belleza y un coraje que no había encontrado antes. Y porque quería más de lo que esta vida me ofrece. Quiero algo real. Pero debo admitir que tus circunstancias me han llevado a una decisión complicada. Lo que quiero de ti no es solo un trofeo, sino una compañera.” Agatha se sintió abrumada por sus palabras. ¿Era posible que, en medio de todo esto, hubiera algo genuino en su interés? “¿Compañera?” preguntó, intentando mantener la incredulidad fuera de su voz. “¿Y qué significa eso para ti?” Samer tomó una respiración profunda, como si estuviera decidiendo algo crucial. “Significa que espero que puedas aceptar este nuevo capítulo de tu vida. Y que, al final, podamos construir algo juntos, aunque las circunstancias no sean ideales. Te ofrezco una elección, Agatha.” “¿Una elección? ¿Como elegir entre ser tu esposa o tu prisionera?” dijo ella, con sarcasmo. “No es realmente una elección, ¿verdad?” “Quizás no,” admitió Samer. “Pero es un paso. Y puedo ofrecerte más que solo una vida de lujos. Hay un mundo allá afuera, lleno de oportunidades. Pero primero, debemos encontrar un terreno común.” Agatha se sintió confundida, atrapada entre sus instintos y lo que su corazón comenzaba a sugerir. “No puedo prometerte nada,” dijo finalmente. “Pero si esto va a funcionar, necesitaré tiempo y espacio para pensar.” “Te daré el tiempo que necesites,” prometió Samer, una chispa de respeto en su mirada. “Pero recuerda, este juego apenas comienza. Debes estar preparada para lo que vendrá.” Mientras se alejaba, Agatha sintió que una mezcla de tensión y curiosidad la invadía. Estaba en un terreno peligroso, pero, de alguna manera, la perspectiva de jugar este juego con Samer comenzaba a entusiasmarla. La pregunta ahora era: ¿Podría confiar en él? Y más importante, ¿podía confiar en sí misma para encontrar una salida, incluso en medio de todo este caos?Los días se convirtieron en una extraña rutina. Agatha se despertaba cada mañana en la lujosa habitación que Samer le había proporcionado, un espacio decorado con elegancia que contrastaba drásticamente con el caos que había invadido su vida. Sin embargo, a pesar de la belleza que la rodeaba, se sentía atrapada en una jaula dorada.Decidida a recuperar parte del control que había perdido, Agatha comenzó a explorar la mansión a solas durante las horas en que Samer estaba ocupado. Cada rincón del lugar parecía tener una historia, un secreto esperando ser descubierto. Mientras recorría pasillos interminables y escaleras adornadas con artefactos costosos, su curiosidad se convirtió en una herramienta para enfrentar su ansiedad.Un día, mientras examinaba una biblioteca repleta de libros antiguos, Agatha se encontró con un diario polvoriento escondido en un estante alto. Al abrirlo, su corazón dio un salto. Las páginas estaban llenas de garabatos, pensamientos dispersos y reflexiones sobre
La mañana siguiente, Agatha se despertó con un renovado sentido de determinación. Las palabras de Samer todavía resonaban en su mente, impulsándola a tomar la iniciativa en su nueva vida. Sabía que no podía permanecer como una simple espectadora en su propia historia. Tenía que encontrar una manera de tomar el control.Decidida, se vistió con un vestido ligero que había encontrado en su armario. Era de un color azul suave que resaltaba el tono dorado de su piel. Al mirarse en el espejo, se sintió un poco más segura, como si el reflejo le recordara que todavía había una parte de ella que era fuerte y valiente.Después de un desayuno ligero, que consistía en frutas frescas y café, Agatha decidió que hoy sería el día en que exploraría los jardines de la mansión. Nunca había visto un lugar tan majestuoso, y estaba decidida a aprovecharlo. Al salir al exterior, la brisa suave acarició su rostro, y el aroma de flores exóticas llenó el aire. Era un mundo que parecía completamente ajeno a su
Los días continuaron deslizándose suavemente entre las sombras y la luz. Agatha se sentía más cómoda en la mansión y comenzaba a ver la vida desde una nueva perspectiva. La conexión que había empezado a forjar con Samer la hacía cuestionar su realidad; aunque había sido traída a este lugar en circunstancias terribles, la belleza que la rodeaba le ofrecía un refugio inesperado.Un sábado por la tarde, Samer la invitó a una cena en uno de los comedores más elegantes de la mansión. Las luces parpadeaban suavemente, creando una atmósfera mágica que la hizo sentir como si estuviera en un cuento de hadas. La mesa estaba adornada con velas y flores frescas, y el aroma de la comida deliciosa impregnaba el aire.“Hoy, estoy cocinando algo especial para ti,” dijo Samer con una sonrisa mientras se acercaba a la mesa. “Espero que te guste la cocina mediterránea.”“¿Cocinas tú?” preguntó Agatha, sorprendida. “No parece ser una actividad típica de un CEO.”“Es uno de mis pasatiempos,” respondió él
La noche continuó envuelta en un aire de intimidad mientras Agatha y Samer paseaban por el jardín. La luna, llena y brillante, iluminaba el camino que recorrían, y las estrellas titilaban como pequeños faros en el cielo. Sin embargo, aunque la atmósfera era mágica, una sombra de incertidumbre se cernía sobre Agatha. La realidad de su situación era una carga pesada que apenas podía ignorar.A medida que se alejaban del estanque, la conversación fluyó hacia temas más profundos. Agatha se sentía intrigada por las historias que Samer compartía sobre su vida en Dubái, sus desafíos y la presión que sentía para cumplir con las expectativas familiares. Era un hombre de negocios astuto, pero también llevaba un peso emocional que apenas se dejaba entrever.“¿Alguna vez te sientes atrapado por tu vida?” Agatha preguntó, mientras se detenía a contemplar una escultura de mármol en el jardín. “¿Nunca has deseado hacer algo completamente diferente?”Samer la miró, sus ojos oscuros profundos reflejab
El sol matutino se filtraba a través de las cortinas de seda, bañando la habitación de Agatha en una luz cálida y suave. Se despertó lentamente, pero a diferencia de otros días, el peso en su pecho no se había aliviado. Las sombras de la noche anterior seguían persiguiéndola, y aunque la conversación con Samer había sido un respiro de sinceridad, todavía sentía que algo la retenía en el pasado.Agatha se sentó en la cama, abrazando sus rodillas mientras su mente volvía a los recuerdos de su secuestro. El frío toque de manos desconocidas, la oscuridad que la rodeaba mientras era transportada a la fuerza… La sensación de impotencia era algo que aún no podía dejar atrás. Había sido vendida como si no fuera más que un objeto, y aunque Samer había sido amable con ella, no podía olvidar que su vida había sido arrancada de sus manos.Mientras los pensamientos se arremolinaban en su cabeza, la puerta de la habitación se abrió suavemente. Samer entró, vestido impecablemente como siempre, pero
Agatha miraba por la ventana del auto mientras Samer conducía por las calles de la ciudad. Desde su llegada, había pasado la mayor parte del tiempo confinada en la mansión, y ahora, mientras el paisaje urbano desfilaba ante sus ojos, sentía una mezcla de ansiedad y curiosidad. Los rascacielos de cristal brillaban bajo el sol, mientras las calles bulliciosas estaban llenas de vida, con personas de todas partes del mundo caminando, riendo y viviendo sus propias historias.“¿Es siempre tan vibrante?” preguntó Agatha, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. Era la primera vez que salía de la mansión desde su llegada, y la energía de la ciudad la envolvía.“Dubái nunca duerme,” respondió Samer con una sonrisa. “Es un lugar de contrastes. Entre la modernidad de sus rascacielos y las tradiciones antiguas, siempre hay algo nuevo por descubrir.”Agatha no podía evitar sentirse pequeña frente a la magnitud de la ciudad. La modernidad y el lujo la rodeaban, pero también sentía
El eco de los pasos resonaba en los largos pasillos de la mansión mientras Agatha caminaba en silencio. La luz de la luna entraba por los enormes ventanales, proyectando sombras alargadas en el mármol del suelo. Había pasado el día anterior explorando la ciudad con Samer, y aunque había disfrutado del mercado y la atmósfera relajada, ahora que estaba sola en su habitación, las dudas volvían a ocupar su mente.Se detuvo frente a uno de los ventanales, observando cómo el viento jugaba con las hojas de los árboles en los jardines exteriores. ¿Qué estaba haciendo realmente aquí? Había comenzado a sentir algo por Samer, pero no podía negar que sus sentimientos estaban mezclados con la confusión y el temor que aún albergaba desde su secuestro.¿Era posible que comenzara a enamorarse de él? La pregunta revoloteaba en su mente como una mariposa inquieta. Samer había sido cariñoso, había mostrado vulnerabilidad, pero nada de eso cambiaba el hecho de que su relación había empezado en medio del
El sol entraba débilmente a través de las cortinas, llenando la habitación de una luz suave y cálida. Agatha abrió los ojos lentamente, sintiendo la incomodidad de una noche llena de sueños perturbadores. Se incorporó en la cama, mirando a su alrededor. La habitación era hermosa, pero la sensación de estar atrapada volvía a ella con fuerza en las primeras horas del día.Mientras se vestía, el peso de la conversación con Samer la noche anterior seguía en su mente. Las palabras de Samer habían sido honestas, y aunque la habían conmovido, no podía ignorar lo que había pasado. No podía simplemente olvidar cómo había llegado hasta aquí, secuestrada, vendida, como si su vida no tuviera valor. Pero también, por primera vez, se preguntaba si Samer estaba tan atrapado en su vida como ella lo estaba en la suya.Agatha bajó las escaleras en silencio, decidida a pasar el día tranquila, sin pensar demasiado en sus sentimientos. El desayuno estaba listo en el comedor, pero no tenía hambre. En su lu