Agatha caminaba sola por los pasillos del palacio, envuelta en una sensación de inquietud. Las palabras de Harun seguían resonando en su mente: “Todo tiene un precio”. Sabía que aquel hombre no había accedido a ayudarlos por simple interés estratégico; había algo más que no lograba descifrar, pero tarde o temprano lo descubrirían.Llegó hasta una gran ventana que daba al jardín principal y se quedó allí, observando cómo la brisa movía suavemente las hojas de los árboles. El ambiente sereno del exterior contrastaba con el torbellino de emociones que la sacudía por dentro. Samer era brillante, poderoso, pero a veces sentía que caminaban sobre un campo de minas, con un futuro lleno de peligros ocultos.De repente, una sombra apareció reflejada en el cristal de la ventana. Agatha se giró, encontrándose frente a un hombre que no esperaba ver tan pronto.“¿Qué haces aquí?” Su voz salió más dura de lo que pretendía.Era Aziz, un ex socio de Samer, alguien que había estado involucrado en los
Esa noche, Agatha no podía dormir. La conversación con Samer y el encuentro con Aziz la mantenían en un estado de alerta constante. Sabía que algo oscuro se cernía sobre ellos, una tormenta silenciosa que parecía acercarse sin que pudieran detenerla. El aire dentro de la mansión se sentía más denso, casi irrespirable.Se levantó de la cama, con cuidado de no despertar a Samer, y salió al balcón que daba al jardín. La brisa fresca de la noche acarició su piel, pero no logró aliviar la tensión en su pecho. Necesitaba respuestas, y las necesitaba rápido.Mientras observaba el horizonte de Dubái, Agatha comenzó a repasar todo lo que había aprendido en los últimos meses. Sabía que Samer había construido su imperio con base en alianzas estratégicas, pero también sabía que el poder atraía enemigos. Y algunos de esos enemigos no eran simples competidores; eran personas dispuestas a todo para destruirlos.Sentía que algo estaba a punto de suceder, algo que cambiaría el curso de sus vidas.De r
Al día siguiente, Agatha ya estaba más cómoda en la oficina de Samer. Había aprendido mucho en tan solo un día, pero también sabía que el camino sería largo. No solo tenía que ganarse el respeto de aquellos que subestimaban su capacidad, sino también de aquellos que, como Aziz, veían en ella una posible vulnerabilidad.Samer tenía una reunión importante con el ministro de comercio de un país vecino, y aunque al principio había pensado en asistir solo, Agatha insistió en acompañarlo. Esta era una oportunidad para que ella demostrara que no solo era una figura decorativa, sino que tenía algo que aportar.Antes de la reunión, Samer se volvió hacia ella mientras ajustaba su corbata frente al espejo. “El ministro es un hombre tradicional. No será fácil ganarlo, pero sé que él respeta a las personas que muestran fortaleza. Solo ten cuidado con cómo manejas la situación.”Agatha asintió, ya preparada para lo que venía. Había pasado la noche anterior repasando informes y documentos sobre las
El día después de la reunión con el ministro, Agatha se despertó con una sensación de inquietud. Aunque todo parecía haber salido bien en las negociaciones, había algo en el ambiente que no la dejaba tranquila. Samer había salido temprano a otra reunión, pero antes de irse, había dejado instrucciones claras para que ella no saliera de la mansión sin seguridad adicional.Agatha, que solía disfrutar de la soledad en algunos momentos, esta vez se sentía atrapada. La mansión se sentía demasiado silenciosa, a pesar de su tamaño y la cantidad de personas que trabajaban allí. Caminó por los largos pasillos, observando las obras de arte y los muebles elegantes que decoraban cada rincón. Pero nada lograba distraerla de la sensación de que algo estaba por suceder.Decidió salir al jardín para despejar su mente. El aire fresco le hizo bien, y la vista de los árboles bien cuidados y las flores en pleno florecimiento le recordó que, al menos por fuera, la vida de lujo en la que vivía ahora era alg
La noche era silenciosa, pero Agatha no podía dormir. A pesar de las palabras tranquilizadoras de Samer, su mente seguía dándole vueltas a la conversación con Aziz. ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar en su confianza hacia Samer? Se levantó de la cama sin hacer ruido, mirando a su alrededor en la oscuridad, con solo la luz de la luna entrando por la ventana.Decidió que necesitaba respuestas. No podía seguir ignorando las señales. Quizá no debía esperar a que Samer le contara todo. Si él no iba a ser completamente honesto, ella tendría que descubrir la verdad por su cuenta.Salió de la habitación, caminando por los largos pasillos de la mansión. Había algo en el ambiente que la hacía sentir observada, pero se dijo a sí misma que era solo su imaginación. El silencio absoluto solo aumentaba su sensación de inquietud.Su destino era el despacho de Samer. Sabía que él guardaba documentos importantes allí, y aunque no estaba orgullosa de lo que estaba a punto de hacer, sentía que no ten
Agatha pasó el resto de la noche sin pegar ojo. Las palabras de Samer resonaban en su mente, llenas de secretos que aún no comprendía del todo. ¿Personas poderosas querían destruirlo? Y lo peor de todo, ¿qué papel jugaba ella en todo esto? El miedo la oprimía, pero también una nueva determinación nacía dentro de ella. Si estaba en peligro, si Samer la veía como su debilidad, necesitaba hacerse más fuerte.A la mañana siguiente, mientras el sol apenas asomaba por el horizonte, decidió no quedarse de brazos cruzados. No podía seguir siendo una simple espectadora en su propia vida. Si algo iba a cambiar, sería por su propia voluntad.Samer estaba sentado en la terraza cuando ella lo encontró, con una taza de café en la mano. Al verla, sonrió levemente, pero su mirada era sombría, como si aún estuviera lidiando con las sombras de la noche anterior.“Tenemos que hablar,” dijo Agatha con firmeza, acercándose a él. Samer dejó la taza sobre la mesa y asintió, haciendo un gesto para que se sen
Agatha se quedó mirando a Samer mientras él planeaba los próximos pasos con una calma imperturbable. Lo que la sorprendía no era la situación peligrosa en la que se encontraban, sino cómo Samer, tan racional y controlador, parecía tener todo bajo control, incluso ante la posibilidad de ser atacado desde dentro de su propia empresa. Ella no estaba acostumbrada a ese tipo de frialdad.“No podemos dejar que Al-Fayed siga ganando terreno,” dijo Samer con la mirada fija en un punto lejano. “Necesitamos asegurarnos de que su infiltrado no tenga acceso a información crítica.”Agatha observaba sus gestos, cada vez más meticulosos. Sabía que Samer estaba acostumbrado a lidiar con problemas grandes, pero esta vez se trataba de algo personal, algo que involucraba no solo su negocio, sino también su vida y la de ella.“¿Qué vas a hacer con el infiltrado?” preguntó Agatha, con cierta inquietud en la voz.Samer no respondió de inmediato. Dio unos pasos hacia la ventana, su silueta recortada contra
La mañana siguiente se presentó cargada de tensión para Agatha. Mientras observaba a Samer hacer las llamadas necesarias para coordinar los próximos movimientos, no podía dejar de pensar en lo que le esperaba. El plan estaba en marcha, y ella era una pieza clave. Tendría que reunirse con Omar, el hijo de Al-Fayed, en cuestión de horas.Samer le había dado detalles básicos de lo que debía hacer. "Haz que confíe en ti, pero no muestres tus cartas demasiado rápido", le había dicho la noche anterior. "Omar tiene su propio orgullo, y si siente que intentas manipularlo, lo perderemos". No sería fácil, pero Agatha estaba decidida a probarse a sí misma.Más tarde esa mañana, Aziz llegó a la mansión con el coche listo para llevarla a su destino. El hombre de confianza de Samer era siempre serio y profesional, pero esta vez, su semblante parecía más preocupado de lo habitual.“¿Estás segura de esto?” le preguntó Aziz mientras conducían por las calles de Dubái. “Omar no es un hombre fácil de pre