El sonido de las olas rompiendo contra las rocas le llegaba a Agatha desde la ventana abierta, una melodía calmante que contrastaba con el torbellino en su mente. Acababan de sellar una alianza con Zayed, y aunque deberían estar celebrando la victoria, Agatha no podía ignorar la creciente sensación de incomodidad que la perseguía desde aquella reunión.Samer estaba en la sala de al lado, al teléfono con uno de sus contactos en la empresa. Desde que habían salido de la mansión de Zayed, no había dejado de recibir llamadas. Agatha se obligó a concentrarse en el paisaje frente a ella: el mar turquesa extendiéndose hasta el horizonte. Era hermoso, pero en ese momento, apenas podía disfrutarlo. Sabía que cada paso que daban en este juego los acercaba más al peligro.A pesar del éxito con Zayed, las palabras de Yousef seguían resonando en su cabeza: "Estos hombres no respetan a las mujeres en tu posición." Había demostrado fortaleza en la reunión, pero sabía que no todos serían como Zayed,
La primera luz del día se filtraba por las cortinas de la habitación. Agatha se despertó con una extraña calma, como si en el transcurso de la noche algo hubiera cambiado en su interior. Había tomado una decisión. No permitiría que sus dudas la consumieran más; tenía que ser parte activa de este juego.Samer ya estaba de pie, vistiéndose con rapidez mientras atendía varias llamadas. Las negociaciones con Zayed habían sido solo el inicio de una serie de alianzas que necesitarían para consolidar su posición. Sabían que el tiempo no estaba de su lado.“Hoy tenemos una reunión con Harun,” dijo Samer mientras se abrochaba los botones de la camisa. Harun era un hombre influyente en Dubái, un magnate de los negocios que había construido un imperio en la sombra. Era un aliado necesario, pero peligroso.Agatha lo miró desde la cama, notando el cansancio en sus ojos. “¿Confías en él?” preguntó con seriedad.Samer soltó un suspiro. “Con Harun nunca es cuestión de confiar. Se trata de entender qu
Agatha caminaba sola por los pasillos del palacio, envuelta en una sensación de inquietud. Las palabras de Harun seguían resonando en su mente: “Todo tiene un precio”. Sabía que aquel hombre no había accedido a ayudarlos por simple interés estratégico; había algo más que no lograba descifrar, pero tarde o temprano lo descubrirían.Llegó hasta una gran ventana que daba al jardín principal y se quedó allí, observando cómo la brisa movía suavemente las hojas de los árboles. El ambiente sereno del exterior contrastaba con el torbellino de emociones que la sacudía por dentro. Samer era brillante, poderoso, pero a veces sentía que caminaban sobre un campo de minas, con un futuro lleno de peligros ocultos.De repente, una sombra apareció reflejada en el cristal de la ventana. Agatha se giró, encontrándose frente a un hombre que no esperaba ver tan pronto.“¿Qué haces aquí?” Su voz salió más dura de lo que pretendía.Era Aziz, un ex socio de Samer, alguien que había estado involucrado en los
Esa noche, Agatha no podía dormir. La conversación con Samer y el encuentro con Aziz la mantenían en un estado de alerta constante. Sabía que algo oscuro se cernía sobre ellos, una tormenta silenciosa que parecía acercarse sin que pudieran detenerla. El aire dentro de la mansión se sentía más denso, casi irrespirable.Se levantó de la cama, con cuidado de no despertar a Samer, y salió al balcón que daba al jardín. La brisa fresca de la noche acarició su piel, pero no logró aliviar la tensión en su pecho. Necesitaba respuestas, y las necesitaba rápido.Mientras observaba el horizonte de Dubái, Agatha comenzó a repasar todo lo que había aprendido en los últimos meses. Sabía que Samer había construido su imperio con base en alianzas estratégicas, pero también sabía que el poder atraía enemigos. Y algunos de esos enemigos no eran simples competidores; eran personas dispuestas a todo para destruirlos.Sentía que algo estaba a punto de suceder, algo que cambiaría el curso de sus vidas.De r
Al día siguiente, Agatha ya estaba más cómoda en la oficina de Samer. Había aprendido mucho en tan solo un día, pero también sabía que el camino sería largo. No solo tenía que ganarse el respeto de aquellos que subestimaban su capacidad, sino también de aquellos que, como Aziz, veían en ella una posible vulnerabilidad.Samer tenía una reunión importante con el ministro de comercio de un país vecino, y aunque al principio había pensado en asistir solo, Agatha insistió en acompañarlo. Esta era una oportunidad para que ella demostrara que no solo era una figura decorativa, sino que tenía algo que aportar.Antes de la reunión, Samer se volvió hacia ella mientras ajustaba su corbata frente al espejo. “El ministro es un hombre tradicional. No será fácil ganarlo, pero sé que él respeta a las personas que muestran fortaleza. Solo ten cuidado con cómo manejas la situación.”Agatha asintió, ya preparada para lo que venía. Había pasado la noche anterior repasando informes y documentos sobre las
El día después de la reunión con el ministro, Agatha se despertó con una sensación de inquietud. Aunque todo parecía haber salido bien en las negociaciones, había algo en el ambiente que no la dejaba tranquila. Samer había salido temprano a otra reunión, pero antes de irse, había dejado instrucciones claras para que ella no saliera de la mansión sin seguridad adicional.Agatha, que solía disfrutar de la soledad en algunos momentos, esta vez se sentía atrapada. La mansión se sentía demasiado silenciosa, a pesar de su tamaño y la cantidad de personas que trabajaban allí. Caminó por los largos pasillos, observando las obras de arte y los muebles elegantes que decoraban cada rincón. Pero nada lograba distraerla de la sensación de que algo estaba por suceder.Decidió salir al jardín para despejar su mente. El aire fresco le hizo bien, y la vista de los árboles bien cuidados y las flores en pleno florecimiento le recordó que, al menos por fuera, la vida de lujo en la que vivía ahora era alg
La noche era silenciosa, pero Agatha no podía dormir. A pesar de las palabras tranquilizadoras de Samer, su mente seguía dándole vueltas a la conversación con Aziz. ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar en su confianza hacia Samer? Se levantó de la cama sin hacer ruido, mirando a su alrededor en la oscuridad, con solo la luz de la luna entrando por la ventana.Decidió que necesitaba respuestas. No podía seguir ignorando las señales. Quizá no debía esperar a que Samer le contara todo. Si él no iba a ser completamente honesto, ella tendría que descubrir la verdad por su cuenta.Salió de la habitación, caminando por los largos pasillos de la mansión. Había algo en el ambiente que la hacía sentir observada, pero se dijo a sí misma que era solo su imaginación. El silencio absoluto solo aumentaba su sensación de inquietud.Su destino era el despacho de Samer. Sabía que él guardaba documentos importantes allí, y aunque no estaba orgullosa de lo que estaba a punto de hacer, sentía que no ten
Agatha pasó el resto de la noche sin pegar ojo. Las palabras de Samer resonaban en su mente, llenas de secretos que aún no comprendía del todo. ¿Personas poderosas querían destruirlo? Y lo peor de todo, ¿qué papel jugaba ella en todo esto? El miedo la oprimía, pero también una nueva determinación nacía dentro de ella. Si estaba en peligro, si Samer la veía como su debilidad, necesitaba hacerse más fuerte.A la mañana siguiente, mientras el sol apenas asomaba por el horizonte, decidió no quedarse de brazos cruzados. No podía seguir siendo una simple espectadora en su propia vida. Si algo iba a cambiar, sería por su propia voluntad.Samer estaba sentado en la terraza cuando ella lo encontró, con una taza de café en la mano. Al verla, sonrió levemente, pero su mirada era sombría, como si aún estuviera lidiando con las sombras de la noche anterior.“Tenemos que hablar,” dijo Agatha con firmeza, acercándose a él. Samer dejó la taza sobre la mesa y asintió, haciendo un gesto para que se sen