Agatha permanecía inmóvil, atrapada entre la incredulidad y el miedo. Las palabras de Yousef resonaban en su mente, una y otra vez, como si fueran ecos que no pudiera silenciar. La idea de que su vida había sido controlada por fuerzas que nunca había comprendido era aterradora. ¿Cómo podría tomar una decisión correcta cuando todo parecía estar fuera de su control?Samer seguía a su lado, observándola en silencio, respetando su espacio. Era obvio que quería intervenir, pero sabía que esta vez la decisión debía venir de ella. Su mirada se mantenía firme, una mezcla de preocupación y determinación.Finalmente, Agatha habló, rompiendo el tenso silencio que había caído sobre la sala. “Quiero saberlo todo. No más secretos, no más medias verdades. Si realmente estoy en peligro, tengo derecho a conocer cada detalle.”Yousef asintió, satisfecho. “Sabia elección, Agatha. Pero debo advertirte: el conocimiento tiene un precio. Una vez que sepas la verdad, ya no habrá vuelta atrás.”Agatha lo miró
El amanecer había llegado, suave y silencioso, pero la mansión en la que se encontraba Agatha parecía más fría que nunca. Mientras se miraba en el espejo, sus ojos reflejaban la lucha interna que experimentaba. En menos de un día, todo lo que pensaba que sabía sobre su vida se había derrumbado, y ahora tenía que prepararse para una batalla que nunca había imaginado pelear.Samer había salido temprano en la mañana para hacer una llamada importante, dejando a Agatha a solas con sus pensamientos. El vacío de la habitación la envolvía, y aunque intentaba mantenerse firme, el peso de las revelaciones la aplastaba. Sentía una mezcla de miedo, enojo y una creciente determinación. No tenía claro el camino a seguir, pero algo era seguro: no podía quedarse de brazos cruzados.De repente, escuchó un golpe suave en la puerta.“¿Agatha?” Era Samer, su voz baja y calmada. Entró sin esperar respuesta, su expresión seria pero tranquila. “Es hora de que empecemos.”Agatha asintió en silencio. No sabía
Agatha miraba el mapa extendido sobre la mesa, los ojos fijos en los puntos marcados por Yousef. Era un mapa de conexiones, cada línea representando un vínculo entre poderosas figuras que, de alguna manera, estaban relacionadas con su situación. El peso de lo que se avecinaba comenzaba a hacer efecto sobre ella, pero una nueva sensación de determinación se apoderaba de su interior.Yousef señalaba con precisión cada marca. "Estos son algunos de los individuos que nos serán útiles si logramos que se pongan de nuestro lado. Todos tienen intereses propios, pero también un precio. Nada será gratis.”Agatha frunció el ceño. Sabía que entrar en este juego implicaba pagar con más que dinero; era una cuestión de favores, alianzas forzadas y un equilibrio de poder que apenas comprendía.Samer, de pie junto a ella, la observaba con atención. Aunque Agatha no lo admitiera en voz alta, podía sentir su apoyo constante. "Empezaremos con los más cercanos," dijo Samer, apuntando a un nombre en partic
El aire en la sala estaba cargado de tensión cuando Agatha y Samer entraron en la mansión de Zayed. Las enormes puertas de ébano se cerraron tras ellos con un eco profundo, resonando en los oídos de Agatha como una advertencia. A su alrededor, el lujo opulento de la residencia parecía desvanecerse ante la importancia del encuentro. Sabía que este momento podría definir su destino.Samer caminaba a su lado, sereno y seguro, pero Agatha podía notar la rigidez en sus hombros. Este no era cualquier aliado, y el éxito de esta reunión era crucial para el futuro de ambos. Si no lograban convencer a Zayed de ayudarlos, quedarían vulnerables, a merced de sus enemigos.El mayordomo los guió por el amplio vestíbulo hasta una sala decorada con grandes cortinas de seda, tapices antiguos y una impresionante colección de arte. Sentado en un sillón de cuero, con un vaso de whisky en la mano, Zayed los esperaba. Un hombre de mediana edad, con una barba perfectamente recortada y una mirada astuta que t
El sonido de las olas rompiendo contra las rocas le llegaba a Agatha desde la ventana abierta, una melodía calmante que contrastaba con el torbellino en su mente. Acababan de sellar una alianza con Zayed, y aunque deberían estar celebrando la victoria, Agatha no podía ignorar la creciente sensación de incomodidad que la perseguía desde aquella reunión.Samer estaba en la sala de al lado, al teléfono con uno de sus contactos en la empresa. Desde que habían salido de la mansión de Zayed, no había dejado de recibir llamadas. Agatha se obligó a concentrarse en el paisaje frente a ella: el mar turquesa extendiéndose hasta el horizonte. Era hermoso, pero en ese momento, apenas podía disfrutarlo. Sabía que cada paso que daban en este juego los acercaba más al peligro.A pesar del éxito con Zayed, las palabras de Yousef seguían resonando en su cabeza: "Estos hombres no respetan a las mujeres en tu posición." Había demostrado fortaleza en la reunión, pero sabía que no todos serían como Zayed,
La primera luz del día se filtraba por las cortinas de la habitación. Agatha se despertó con una extraña calma, como si en el transcurso de la noche algo hubiera cambiado en su interior. Había tomado una decisión. No permitiría que sus dudas la consumieran más; tenía que ser parte activa de este juego.Samer ya estaba de pie, vistiéndose con rapidez mientras atendía varias llamadas. Las negociaciones con Zayed habían sido solo el inicio de una serie de alianzas que necesitarían para consolidar su posición. Sabían que el tiempo no estaba de su lado.“Hoy tenemos una reunión con Harun,” dijo Samer mientras se abrochaba los botones de la camisa. Harun era un hombre influyente en Dubái, un magnate de los negocios que había construido un imperio en la sombra. Era un aliado necesario, pero peligroso.Agatha lo miró desde la cama, notando el cansancio en sus ojos. “¿Confías en él?” preguntó con seriedad.Samer soltó un suspiro. “Con Harun nunca es cuestión de confiar. Se trata de entender qu
Agatha caminaba sola por los pasillos del palacio, envuelta en una sensación de inquietud. Las palabras de Harun seguían resonando en su mente: “Todo tiene un precio”. Sabía que aquel hombre no había accedido a ayudarlos por simple interés estratégico; había algo más que no lograba descifrar, pero tarde o temprano lo descubrirían.Llegó hasta una gran ventana que daba al jardín principal y se quedó allí, observando cómo la brisa movía suavemente las hojas de los árboles. El ambiente sereno del exterior contrastaba con el torbellino de emociones que la sacudía por dentro. Samer era brillante, poderoso, pero a veces sentía que caminaban sobre un campo de minas, con un futuro lleno de peligros ocultos.De repente, una sombra apareció reflejada en el cristal de la ventana. Agatha se giró, encontrándose frente a un hombre que no esperaba ver tan pronto.“¿Qué haces aquí?” Su voz salió más dura de lo que pretendía.Era Aziz, un ex socio de Samer, alguien que había estado involucrado en los
Esa noche, Agatha no podía dormir. La conversación con Samer y el encuentro con Aziz la mantenían en un estado de alerta constante. Sabía que algo oscuro se cernía sobre ellos, una tormenta silenciosa que parecía acercarse sin que pudieran detenerla. El aire dentro de la mansión se sentía más denso, casi irrespirable.Se levantó de la cama, con cuidado de no despertar a Samer, y salió al balcón que daba al jardín. La brisa fresca de la noche acarició su piel, pero no logró aliviar la tensión en su pecho. Necesitaba respuestas, y las necesitaba rápido.Mientras observaba el horizonte de Dubái, Agatha comenzó a repasar todo lo que había aprendido en los últimos meses. Sabía que Samer había construido su imperio con base en alianzas estratégicas, pero también sabía que el poder atraía enemigos. Y algunos de esos enemigos no eran simples competidores; eran personas dispuestas a todo para destruirlos.Sentía que algo estaba a punto de suceder, algo que cambiaría el curso de sus vidas.De r