Agatha se despertó en una habitación que parecía sacada de un sueño. La luz del sol se filtraba a través de las pesadas cortinas de terciopelo, iluminando suavemente los muebles elegantes y el lujoso papel tapiz. Se sentó en la cama, sintiendo el edredón de seda que la envolvía, y rápidamente se recordó a sí misma que no estaba en un lugar común. Se trataba de la mansión de un desconocido, lejos de su hogar, atrapada en una situación que parecía un cruel giro del destino.Con el corazón latiendo rápidamente, se levantó de la cama y caminó hacia el espejo de cuerpo entero que se encontraba en una esquina. Su reflejo la sorprendió; a pesar del desasosiego que sentía, su aspecto era impecable. El cabello, que había estado desordenado y lleno de suciedad durante su captura, caía en suaves ondas sobre sus hombros. Se preguntó quién había cuidado de ella mientras estaba inconsciente, quién había tenido la delicadeza de arreglar su apariencia.Mientras se vestía con la ropa que había dejado
Agatha se adentró en la mansión, sintiendo que cada rincón estaba lleno de secretos. La decoración, aunque lujosa, tenía una calidad inquietante. Las paredes estaban adornadas con retratos de personas que la observaban con miradas intensas, como si conocieran historias que ella no entendía. La opulencia del lugar contrastaba con la confusión que sentía en su interior. Mientras exploraba, la duda la asediaba: ¿Qué lugar ocupaba realmente en el mundo de Samer?Se sentó en un sofá de terciopelo en la sala de estar, con la cabeza llena de pensamientos. La situación en la que se encontraba era una maraña de emociones y preguntas. Samer había insistido en que estaba a salvo, pero, ¿qué significaba eso realmente? La imagen de su rostro, serio y enigmático, aparecía en su mente constantemente. Había algo en él que la atraía, pero también algo que la hacía sentir vulnerable.Con el corazón acelerado, Agatha recordó su primer encuentro. La forma en que él la había mirado en aquella subasta era
El sol brillaba intensamente, iluminando la mansión de Samer con una calidez que parecía contrastar con la tensión que Agatha había sentido en las últimas semanas. Se había decidido a explorar más sobre su nueva vida, a abrirse a las posibilidades que se presentaban ante ella. La incertidumbre seguía presente, pero había una parte de ella que estaba ansiosa por conocer a Samer en un nivel más profundo.Esa mañana, Agatha decidió preparar el desayuno. Se sentía extraña en la cocina de la mansión, un espacio tan elegante y perfectamente diseñado. Sin embargo, había algo reconfortante en la actividad de cocinar. Mientras batía los huevos, recordó las mañanas en su casa de infancia, cuando su madre solía preparar el desayuno para toda la familia. La nostalgia la envolvió en un abrazo cálido, y una sonrisa se dibujó en su rostro.Mientras se concentraba en la tarea, la puerta de la cocina se abrió con suavidad y Samer entró, con una expresión de sorpresa al encontrarla allí.—No sabía que
Los días siguieron avanzando, y Agatha se encontraba en un constante vaivén de emociones. La conexión que había comenzado a establecer con Samer la llenaba de una extraña mezcla de felicidad y ansiedad. Había momentos en los que se sentía completamente a gusto, y otros en los que la duda se apoderaba de ella. ¿Realmente podía confiar en él? ¿Podía abrir su corazón sin miedo a ser lastimada? Un día, mientras trabajaba en su habitación, decidió tomarse un descanso y salió a la terraza para disfrutar de la vista. El aire fresco y la luz del sol le daban un respiro a su mente. Mirando hacia el horizonte, recordó su vida anterior: la rutina, la monotonía, y cómo había anhelado un cambio. Pero en su búsqueda de algo nuevo, ¿había dado un paso demasiado grande? Justo en ese momento, Samer apareció en la terraza, interrumpiendo sus pensamientos. Su presencia era tan imponente como siempre, y Agatha sintió que su corazón latía más rápido. —¿Todo bien? —preguntó Samer, acercándose con su h
El sol brillaba con fuerza en el cielo, y Agatha se despertó con una sensación de renovada energía. Había decidido que, a pesar de las dudas que la habían perseguido, estaba lista para dar un paso hacia adelante en su relación con Samer. El día anterior había sido un punto de inflexión, y su corazón latía con un optimismo que no había sentido en mucho tiempo.Tras una ducha rápida, eligió un vestido ligero que realzaba su figura y, al mirarse en el espejo, sonrió. Había algo diferente en su reflejo, una chispa que irradiaba confianza. Cuando bajó a la cocina, encontró a Samer disfrutando de un café, su mirada se iluminó al verla.—Buenos días —dijo él, su tono cálido y acogedor.—Buenos días —respondió Agatha, sintiendo mariposas en el estómago.Samer se levantó y le ofreció una taza de café.—¿Lista para un día emocionante? —preguntó, guiñándole un ojo.Agatha se sonrojó, recordando su conversación del día anterior.—Siempre que sea contigo, sí —dijo, sintiendo que cada palabra reson
La semana transcurrió con rapidez. Agatha y Samer se habían visto casi todos los días, y cada encuentro parecía intensificar la conexión que estaban forjando. Sin embargo, había momentos en que Agatha no podía evitar que la sombra de su pasado se interpusiera entre ellos. Cada vez que su mente divagaba, un eco de inseguridad surgía, preguntándose si realmente estaba lista para abrir su corazón de nuevo.Era un sábado por la mañana cuando decidió que necesitaba un tiempo para reflexionar. Tras una larga ducha, se preparó para salir a un café cercano, un lugar acogedor donde podía concentrarse en sus pensamientos y escribir en su diario. La brisa fresca del día la acompañó mientras caminaba, llevando consigo el aroma de café recién hecho.Al llegar al café, el sonido de las máquinas de espresso y el murmullo de las conversaciones la envolvieron en una atmósfera cálida. Escogió una mesa en una esquina, donde podía observar a la gente sin ser vista. Abrió su diario y comenzó a escribir, s
El aire fresco de la noche envolvía a Agatha y Samer mientras regresaban del restaurante. Las luces de la ciudad brillaban con intensidad, reflejando la emoción que sentía Agatha en su interior. Había algo especial en Samer que la hacía sentir viva, como si cada momento compartido fuera un nuevo descubrimiento.—¿Te gustaría dar un paseo por el parque? —sugirió Samer, rompiendo el silencio que había caído entre ellos. Su voz tenía un tono suave, casi íntimo.—Me encantaría —respondió Agatha, sonriendo. La idea de caminar bajo la luz de la luna le parecía perfecta.El parque estaba a poca distancia, y mientras caminaban, Samer comenzó a hablar sobre su infancia en Dubái, compartiendo anécdotas sobre su familia y su vida antes de mudarse a la ciudad. Agatha se sintió fascinada por cada historia, cada detalle que revelaba una parte de él que aún no conocía.—Mis padres siempre quisieron que siguiera una carrera tradicional, pero yo siempre quise emprender —dijo Samer, con una mezcla de n
El amanecer se filtraba por la ventana de la habitación de Agatha, inundando el espacio de luz suave y dorada. Mientras se desperezaba en la cama, sus pensamientos volvieron a la noche anterior con Samer. Recordaba el calor de su mano, sus palabras llenas de sinceridad, y no podía evitar sonreír. Algo en ella había cambiado, una sensación de calma la rodeaba, como si hubiera encontrado un poco de paz en medio del caos de sus emociones.Esa mañana, se sentía renovada. Decidió comenzar el día de manera diferente y organizó sus pensamientos antes de ir a la oficina. Sabía que tenía que enfocarse en el trabajo, pero también había tomado una decisión importante: no permitiría que su pasado siguiera pesando en su vida ni en la relación que empezaba a construir con Samer.Al llegar a la oficina, Agatha notó que el ambiente estaba más tranquilo de lo habitual. La gente se movía en silencio, y había un aire de tensión que no pudo ignorar. Buscó a sus compañeros de equipo y se acercó a Marta, u