El aire fresco de la noche envolvía a Agatha y Samer mientras regresaban del restaurante. Las luces de la ciudad brillaban con intensidad, reflejando la emoción que sentía Agatha en su interior. Había algo especial en Samer que la hacía sentir viva, como si cada momento compartido fuera un nuevo descubrimiento.—¿Te gustaría dar un paseo por el parque? —sugirió Samer, rompiendo el silencio que había caído entre ellos. Su voz tenía un tono suave, casi íntimo.—Me encantaría —respondió Agatha, sonriendo. La idea de caminar bajo la luz de la luna le parecía perfecta.El parque estaba a poca distancia, y mientras caminaban, Samer comenzó a hablar sobre su infancia en Dubái, compartiendo anécdotas sobre su familia y su vida antes de mudarse a la ciudad. Agatha se sintió fascinada por cada historia, cada detalle que revelaba una parte de él que aún no conocía.—Mis padres siempre quisieron que siguiera una carrera tradicional, pero yo siempre quise emprender —dijo Samer, con una mezcla de n
El amanecer se filtraba por la ventana de la habitación de Agatha, inundando el espacio de luz suave y dorada. Mientras se desperezaba en la cama, sus pensamientos volvieron a la noche anterior con Samer. Recordaba el calor de su mano, sus palabras llenas de sinceridad, y no podía evitar sonreír. Algo en ella había cambiado, una sensación de calma la rodeaba, como si hubiera encontrado un poco de paz en medio del caos de sus emociones.Esa mañana, se sentía renovada. Decidió comenzar el día de manera diferente y organizó sus pensamientos antes de ir a la oficina. Sabía que tenía que enfocarse en el trabajo, pero también había tomado una decisión importante: no permitiría que su pasado siguiera pesando en su vida ni en la relación que empezaba a construir con Samer.Al llegar a la oficina, Agatha notó que el ambiente estaba más tranquilo de lo habitual. La gente se movía en silencio, y había un aire de tensión que no pudo ignorar. Buscó a sus compañeros de equipo y se acercó a Marta, u
Agatha llegó a la oficina temprano, sabiendo que tenía mucho trabajo por delante. El proyecto que Samer le había asignado era desafiante y requería todo su enfoque. Pero, lejos de sentirse abrumada, estaba emocionada. Sentía que esta era su oportunidad para demostrar su capacidad y, al mismo tiempo, profundizar en su relación con Samer en un contexto profesional.Con cada documento revisado y cada reunión que lideraba, Agatha sentía que estaba encontrando una nueva versión de sí misma. Sabía que este crecimiento no solo dependía de su habilidad, sino también de su confianza para tomar decisiones y enfrentar cualquier dificultad que surgiera. Recordaba las palabras de Samer y se repetía a sí misma que debía confiar en su talento.A media mañana, Marta se acercó a su escritorio con una sonrisa cómplice.—Te ves más radiante de lo habitual. ¿Estás bien? —le preguntó Marta con tono divertido.Agatha sonrió, intentando ocultar la chispa que brillaba en su mirada.—Creo que es solo el café.
Agatha se había adaptado al ritmo del proyecto, y cada día lograba una mayor integración con el equipo. La conexión y el respeto que había cultivado parecían contagiarse en cada tarea, en cada reunión, y eso le daba una satisfacción que no había sentido antes en su carrera. Sabía que su esfuerzo estaba dando frutos, y ver los resultados de su trabajo la llenaba de orgullo.Una tarde, mientras revisaba unos informes en su oficina, recibió una notificación para una reunión inesperada. La reunión estaba programada por Samer y sería solo entre ellos dos. Agatha sintió una ligera tensión, sabiendo que cualquier reunión con él siempre traía cierta intensidad, no solo en términos profesionales, sino también en el ambiente que se creaba entre ambos.Al entrar a la oficina de Samer, él la recibió con una leve sonrisa y le señaló el asiento frente a su escritorio.—Quería hablar contigo sobre los avances del proyecto —comenzó Samer, mirándola con atención—. Sé que has estado trabajando arduamen
La mañana estaba teñida de un aire de anticipación. Agatha había pasado días reflexionando sobre la propuesta de Samer y lo que implicaba para su vida. La emoción de un nuevo desafío se mezclaba con la incertidumbre de dejar atrás todo lo que había construido, no solo en su trabajo, sino en su conexión con él.Sabía que la conversación de hoy sería decisiva. Al llegar a la oficina, Samer ya la esperaba en su despacho, sentado con una expresión de calma que contrastaba con la seriedad de sus ojos. La invitó a sentarse, y el ambiente se tornó casi solemne, como si ambos fueran conscientes de la importancia de aquel momento.—Agatha —comenzó Samer, mirándola con esa intensidad que siempre lograba desarmarla—. Sé que es una decisión difícil, y quiero que sepas que, independientemente de lo que decidas, tendrás todo mi apoyo.Agatha respiró hondo, asintiendo. Había llegado el momento de expresar lo que había decidido.—Aprecio mucho esta oportunidad, Samer, y lo que significa para mi carre
El clima en la oficina se había vuelto menos tenso desde la conversación de Agatha con Samer. Sin embargo, algo nuevo había empezado a crecer entre ellos, una especie de expectativa que los hacía intercambiar miradas prolongadas y pequeñas sonrisas que decían más de lo que cualquiera de los dos se atrevía a admitir en voz alta.Esa mañana, Agatha estaba revisando unos documentos cuando recibió una notificación en su teléfono. Era un mensaje de un número desconocido, algo que inicialmente pasó por alto. Sin embargo, la curiosidad la venció, y decidió abrirlo.“Agatha, ten cuidado. Hay cosas sobre Samer que quizás deberías saber antes de confiar demasiado en él.”Se quedó mirando el mensaje, confundida y con una sensación de incomodidad que comenzó a extenderse. La advertencia era vaga y misteriosa, pero lo suficiente para sembrar una semilla de duda. ¿Quién podría haber enviado algo así? ¿Y por qué?Durante toda la mañana, intentó apartar el mensaje de su mente y concentrarse en su tra
La semana continuó con una extraña tensión que Agatha no podía sacudirse. Desde la conversación con Samer sobre los mensajes anónimos, había algo en el aire, una especie de carga emocional que ambos parecían evitar, pero que, inevitablemente, los arrastraba hacia el centro de sus propias dudas y emociones no resueltas.Un día, mientras trabajaba en un informe, su teléfono vibró. Esta vez no fue un mensaje anónimo; era un correo electrónico de una dirección desconocida. “La verdad siempre sale a la luz”, decía el asunto, acompañado de un enlace. Al ver esto, su corazón se aceleró, y, aunque sabía que quizás lo mejor sería ignorarlo, la tentación era demasiado fuerte. Abrió el enlace y se encontró con un artículo de una publicación de negocios sobre Samer y su familia.Según el artículo, la familia de Samer había estado involucrada en negocios con algunos antecedentes turbios. No daba detalles claros, pero insinuaba conflictos legales y problemas de reputación. Nada que incriminara dire
Agatha no podía quitarse las palabras de Samer de la cabeza. Cada vez que intentaba concentrarse en su trabajo, su mente volvía a aquella conversación. El hecho de que él hubiese compartido una parte tan personal de su vida la hacía sentir una mezcla de cercanía y responsabilidad, pero también acrecentaba sus dudas. Sabía que aún quedaban preguntas sin responder, pero por ahora se conformaba con lo que él había compartido.Esa tarde, mientras revisaba unos documentos, recibió una notificación en su teléfono. Al abrir el mensaje, vio un enlace acompañado de la frase: "Para entender quién es realmente." Con el estómago revuelto y el corazón latiendo rápidamente, dudó si abrirlo, pero su curiosidad fue más fuerte.Al hacer clic en el enlace, se desplegó un archivo que contenía registros financieros y contratos de la empresa de la familia de Samer. La información era confusa, con detalles técnicos que Agatha no comprendía del todo, pero una cosa quedó clara: había algo turbio en las activ