Los días siguieron avanzando, y Agatha se encontraba en un constante vaivén de emociones. La conexión que había comenzado a establecer con Samer la llenaba de una extraña mezcla de felicidad y ansiedad. Había momentos en los que se sentía completamente a gusto, y otros en los que la duda se apoderaba de ella. ¿Realmente podía confiar en él? ¿Podía abrir su corazón sin miedo a ser lastimada? Un día, mientras trabajaba en su habitación, decidió tomarse un descanso y salió a la terraza para disfrutar de la vista. El aire fresco y la luz del sol le daban un respiro a su mente. Mirando hacia el horizonte, recordó su vida anterior: la rutina, la monotonía, y cómo había anhelado un cambio. Pero en su búsqueda de algo nuevo, ¿había dado un paso demasiado grande? Justo en ese momento, Samer apareció en la terraza, interrumpiendo sus pensamientos. Su presencia era tan imponente como siempre, y Agatha sintió que su corazón latía más rápido. —¿Todo bien? —preguntó Samer, acercándose con su h
El sol brillaba con fuerza en el cielo, y Agatha se despertó con una sensación de renovada energía. Había decidido que, a pesar de las dudas que la habían perseguido, estaba lista para dar un paso hacia adelante en su relación con Samer. El día anterior había sido un punto de inflexión, y su corazón latía con un optimismo que no había sentido en mucho tiempo.Tras una ducha rápida, eligió un vestido ligero que realzaba su figura y, al mirarse en el espejo, sonrió. Había algo diferente en su reflejo, una chispa que irradiaba confianza. Cuando bajó a la cocina, encontró a Samer disfrutando de un café, su mirada se iluminó al verla.—Buenos días —dijo él, su tono cálido y acogedor.—Buenos días —respondió Agatha, sintiendo mariposas en el estómago.Samer se levantó y le ofreció una taza de café.—¿Lista para un día emocionante? —preguntó, guiñándole un ojo.Agatha se sonrojó, recordando su conversación del día anterior.—Siempre que sea contigo, sí —dijo, sintiendo que cada palabra reson
La semana transcurrió con rapidez. Agatha y Samer se habían visto casi todos los días, y cada encuentro parecía intensificar la conexión que estaban forjando. Sin embargo, había momentos en que Agatha no podía evitar que la sombra de su pasado se interpusiera entre ellos. Cada vez que su mente divagaba, un eco de inseguridad surgía, preguntándose si realmente estaba lista para abrir su corazón de nuevo.Era un sábado por la mañana cuando decidió que necesitaba un tiempo para reflexionar. Tras una larga ducha, se preparó para salir a un café cercano, un lugar acogedor donde podía concentrarse en sus pensamientos y escribir en su diario. La brisa fresca del día la acompañó mientras caminaba, llevando consigo el aroma de café recién hecho.Al llegar al café, el sonido de las máquinas de espresso y el murmullo de las conversaciones la envolvieron en una atmósfera cálida. Escogió una mesa en una esquina, donde podía observar a la gente sin ser vista. Abrió su diario y comenzó a escribir, s
El aire fresco de la noche envolvía a Agatha y Samer mientras regresaban del restaurante. Las luces de la ciudad brillaban con intensidad, reflejando la emoción que sentía Agatha en su interior. Había algo especial en Samer que la hacía sentir viva, como si cada momento compartido fuera un nuevo descubrimiento.—¿Te gustaría dar un paseo por el parque? —sugirió Samer, rompiendo el silencio que había caído entre ellos. Su voz tenía un tono suave, casi íntimo.—Me encantaría —respondió Agatha, sonriendo. La idea de caminar bajo la luz de la luna le parecía perfecta.El parque estaba a poca distancia, y mientras caminaban, Samer comenzó a hablar sobre su infancia en Dubái, compartiendo anécdotas sobre su familia y su vida antes de mudarse a la ciudad. Agatha se sintió fascinada por cada historia, cada detalle que revelaba una parte de él que aún no conocía.—Mis padres siempre quisieron que siguiera una carrera tradicional, pero yo siempre quise emprender —dijo Samer, con una mezcla de n
El amanecer se filtraba por la ventana de la habitación de Agatha, inundando el espacio de luz suave y dorada. Mientras se desperezaba en la cama, sus pensamientos volvieron a la noche anterior con Samer. Recordaba el calor de su mano, sus palabras llenas de sinceridad, y no podía evitar sonreír. Algo en ella había cambiado, una sensación de calma la rodeaba, como si hubiera encontrado un poco de paz en medio del caos de sus emociones.Esa mañana, se sentía renovada. Decidió comenzar el día de manera diferente y organizó sus pensamientos antes de ir a la oficina. Sabía que tenía que enfocarse en el trabajo, pero también había tomado una decisión importante: no permitiría que su pasado siguiera pesando en su vida ni en la relación que empezaba a construir con Samer.Al llegar a la oficina, Agatha notó que el ambiente estaba más tranquilo de lo habitual. La gente se movía en silencio, y había un aire de tensión que no pudo ignorar. Buscó a sus compañeros de equipo y se acercó a Marta, u
Agatha llegó a la oficina temprano, sabiendo que tenía mucho trabajo por delante. El proyecto que Samer le había asignado era desafiante y requería todo su enfoque. Pero, lejos de sentirse abrumada, estaba emocionada. Sentía que esta era su oportunidad para demostrar su capacidad y, al mismo tiempo, profundizar en su relación con Samer en un contexto profesional.Con cada documento revisado y cada reunión que lideraba, Agatha sentía que estaba encontrando una nueva versión de sí misma. Sabía que este crecimiento no solo dependía de su habilidad, sino también de su confianza para tomar decisiones y enfrentar cualquier dificultad que surgiera. Recordaba las palabras de Samer y se repetía a sí misma que debía confiar en su talento.A media mañana, Marta se acercó a su escritorio con una sonrisa cómplice.—Te ves más radiante de lo habitual. ¿Estás bien? —le preguntó Marta con tono divertido.Agatha sonrió, intentando ocultar la chispa que brillaba en su mirada.—Creo que es solo el café.
Agatha se había adaptado al ritmo del proyecto, y cada día lograba una mayor integración con el equipo. La conexión y el respeto que había cultivado parecían contagiarse en cada tarea, en cada reunión, y eso le daba una satisfacción que no había sentido antes en su carrera. Sabía que su esfuerzo estaba dando frutos, y ver los resultados de su trabajo la llenaba de orgullo.Una tarde, mientras revisaba unos informes en su oficina, recibió una notificación para una reunión inesperada. La reunión estaba programada por Samer y sería solo entre ellos dos. Agatha sintió una ligera tensión, sabiendo que cualquier reunión con él siempre traía cierta intensidad, no solo en términos profesionales, sino también en el ambiente que se creaba entre ambos.Al entrar a la oficina de Samer, él la recibió con una leve sonrisa y le señaló el asiento frente a su escritorio.—Quería hablar contigo sobre los avances del proyecto —comenzó Samer, mirándola con atención—. Sé que has estado trabajando arduamen
La mañana estaba teñida de un aire de anticipación. Agatha había pasado días reflexionando sobre la propuesta de Samer y lo que implicaba para su vida. La emoción de un nuevo desafío se mezclaba con la incertidumbre de dejar atrás todo lo que había construido, no solo en su trabajo, sino en su conexión con él.Sabía que la conversación de hoy sería decisiva. Al llegar a la oficina, Samer ya la esperaba en su despacho, sentado con una expresión de calma que contrastaba con la seriedad de sus ojos. La invitó a sentarse, y el ambiente se tornó casi solemne, como si ambos fueran conscientes de la importancia de aquel momento.—Agatha —comenzó Samer, mirándola con esa intensidad que siempre lograba desarmarla—. Sé que es una decisión difícil, y quiero que sepas que, independientemente de lo que decidas, tendrás todo mi apoyo.Agatha respiró hondo, asintiendo. Había llegado el momento de expresar lo que había decidido.—Aprecio mucho esta oportunidad, Samer, y lo que significa para mi carre