Esa noche, Agatha no pudo evitar pensar en su conversación con Samer. A pesar de su reserva y sus constantes muros emocionales, había sentido un cambio en él, aunque fuera sutil. Era como si, por primera vez, él se hubiese permitido mostrarse vulnerable frente a ella, aunque fuera por un instante. Algo en su pecho se agitaba con cada recuerdo de sus palabras, con cada mirada que le había dedicado, dejándola atrapada en una red de emociones que no lograba descifrar.Al día siguiente, Samer la invitó a una cena de negocios en uno de los restaurantes más exclusivos de Dubái, donde se reunirían con algunos socios. Agatha sabía que el evento era importante, y se esmeró en su vestimenta, eligiendo un elegante vestido negro que resaltaba su porte y presencia. Cuando llegó al restaurante, Samer ya la esperaba. Sus ojos se iluminaron al verla, pero enseguida recompuso su expresión seria y profesional.—Estás lista para la cena? —preguntó, ofreciéndole su brazo.Agatha asintió y aceptó su brazo
El sol comenzaba a desaparecer tras las altas montañas, bañando la ciudad con un resplandor cálido y dorado. Agatha estaba sentada en el borde de la ventana, mirando el horizonte. Sus pensamientos seguían siendo un torbellino de emociones, pero algo había cambiado en ella. Aquel día, había dado un paso importante, uno que, aunque pequeño, la había acercado más a una verdad que temía enfrentar.Samer había sido diferente ese día. Había hablado con ella de una manera más suave, menos fría, como si en algún rincón de su corazón comenzara a abrirse una puerta cerrada. Él no era un hombre fácil de leer, pero había algo en su mirada cuando la observaba que le decía que no todo estaba perdido. Aún cuando las palabras entre ellos seguían siendo mínimas, Agatha comenzaba a sentir que había algo más detrás de sus actitudes controladoras y su aparente distancia.Se levantó de la ventana y caminó por la habitación, sus pasos suaves sobre el suelo de mármol. Cada rincón de ese lugar parecía más ac
La luz del día comenzaba a desvanecerse lentamente, dejando paso a las sombras que se alargaban por las paredes de la mansión. Agatha se encontraba en la terraza, mirando el jardín bajo el cielo estrellado, mientras Samer permanecía dentro, aparentemente inmerso en sus pensamientos. El silencio entre ellos era cómodo, aunque cargado de una tensión silenciosa. La conversación de la noche anterior había marcado un antes y un después, y Agatha sentía la responsabilidad de entender lo que realmente estaba en juego.El aire fresco de la noche acariciaba su piel, y por un momento se permitió relajarse. Sabía que Samer había sido sincero al decir que estaba dispuesto a descubrir lo que había entre ellos, pero esa disposición la llenaba de incertidumbre. Había algo en él que le impedía abrirse completamente, y no podía evitar preguntarse si estaba dispuesta a seguir invirtiendo en algo que tal vez nunca se concretara.Las puertas de la terraza se abrieron suavemente, y Samer apareció detrás d
La mañana siguiente llegó rápidamente, y Agatha se despertó con una sensación de inquietud que no podía identificar del todo. Samer había dejado claro, la noche anterior, que estaba dispuesto a continuar con ellos, pero algo en su interior le decía que el verdadero reto apenas comenzaba. A pesar de las promesas que habían compartido, ella sabía que aún quedaban muchas sombras entre ellos. El pasado de Samer, las complicaciones de su propia vida, todo eso seguía pendiente de ser confrontado.A medida que avanzaba la mañana, Agatha se preparaba para una jornada que, de alguna forma, sentía como una prueba. No solo de su relación con Samer, sino de ella misma. Las dudas seguían rondando su mente, pero algo en su pecho le decía que no podía seguir huyendo de lo que sentía, no sin antes ser honesta con él, con ellos.Al llegar a la sala de estar, encontró a Samer sentado en el sofá, con una taza de café en las manos. Estaba mirando por la ventana, como si estuviera absorto en sus pensamien
El día siguiente llegó con una sensación de calma inquietante. Agatha despertó temprano, un hábito que había cultivado con el tiempo. La luz suave del sol filtrándose por las cortinas le dio una sensación de paz, pero la conversación de la noche anterior seguía dando vueltas en su mente. Había dado un paso importante al abrirse con Samer, pero algo dentro de ella le decía que aún quedaban muchas cosas por resolver.Después de vestirse, Agatha decidió preparar el desayuno. El proceso la ayudaba a despejar su mente, a poner en orden sus pensamientos. Mientras batía los huevos, sus pensamientos iban y venían, pero hubo algo que se instaló en su mente y no pudo ignorar: las decisiones que estaban tomando no solo afectarían sus vidas, sino las de aquellos que los rodeaban.Samer había sido honesto con ella, había mostrado una vulnerabilidad que nunca pensó ver. Sin embargo, aún quedaba mucho por hacer. Aunque su relación avanzaba, había muchas sombras que rondaban en torno a ellos. La ince
La mañana transcurrió con una quietud que parecía imitar la paz de las decisiones que ambos estaban tomando. Samer y Agatha habían hablado más de lo que esperaban, pero sus palabras no solo eran un puente para la comprensión, sino también una preparación para lo que estaba por venir. Mientras el sol se deslizaba por la ventana, iluminando la habitación con una luz cálida, Agatha sentía que el peso de la incertidumbre comenzaba a desvanecerse. Ya no estaba sola en su lucha.Habían acordado que tomarían el tiempo necesario para construir lo que sea que estuviera naciendo entre ellos, sin apresurarse, sin presionar el futuro. Pero el primer paso ya estaba dado: la promesa de ser honestos, de ser transparentes, de compartir los miedos y las inseguridades.Agatha se sintió extrañamente relajada cuando Samer salió de la cocina, asegurándose de que el desayuno quedara listo mientras ella se vestía para el día. El desayuno había sido más que una simple rutina; era una forma de intimidad, de c
El día había comenzado tranquilo, pero ahora Agatha sentía cómo el aire en el edificio de Samer se volvía más denso a medida que avanzaba por los pasillos. Cada paso que daba la acercaba más a su nueva realidad, una en la que sus sentimientos y su vida personal se entrelazaban con el entorno profesional de él, un lugar que hasta ese momento solo había conocido de oídas.Samer la guiaba con calma por el lugar, mostrándole su oficina y las áreas comunes. A pesar de la imponente arquitectura y el bullicio propio de un ambiente corporativo, Agatha no pudo evitar notar los pequeños gestos de él, como si estuviera asegurándose de que se sintiera cómoda.Mientras Samer hablaba con algunos de sus colegas, Agatha observaba en silencio. No era ajena al mundo de los negocios, pero lo que veía aquí, en este entorno donde Samer era un líder, era algo completamente diferente. El respeto que los empleados le mostraban era palpable, y la autoridad que él irradiaba se sentía en cada rincón.Sin embarg
El día siguiente llegó con un aire fresco, diferente al de los días previos. Agatha se despertó temprano, con el corazón algo agitado, pero sin la misma incertidumbre de antes. Había algo nuevo en su vida, algo que había comenzado a tomar forma y que ya no podía ignorar: su relación con Samer, que parecía florecer en un espacio tan delicado como desafiante.Mientras se preparaba para salir, pensaba en todo lo que había aprendido desde que llegó a su vida. La empresa, el poder, la influencia de Samer... Eran cosas a las que tendría que acostumbrarse, pero al mismo tiempo, sentía que su conexión iba más allá de esas barreras. No importaba cuántas capas de complejidad se le añadieran a su entorno; su relación seguía siendo tan pura como el primer día.El teléfono de Agatha vibró en su bolso, interrumpiendo sus pensamientos. Miró la pantalla y vio el nombre de Samer. Un suspiro involuntario escapó de sus labios. Había algo en recibir mensajes de él que siempre la hacía sentir especial, co